dos fans y un exiliado


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Maxi Angelieri está de regreso en Montevideo. Fueron más de quince años en Roma y en este 2019 se abre un cruce de caminos que incluye la decisión de retomar o no la aventura musical llamada Exilio Psíquico, o bien la de Casi Exilio Psíquico, formato que eligió para Jugando siempre en segunda división, disco grabado con el auxilio de su gran amigo y camarada musical Riki Musso. Apenas llegó a Montevideo, ofreció un primer show en el Andorra, y desde esa emocionante noche en la que estuvo acompañado por Riki se lo ha visto en distintos escenarios. Compartió cartel con Excelentes Nadadores, estuvo como invitado en la presentación del disco de La Foca, entre otras apariciones que dejan bien claro que el plan de Angelieri está muy lejos de nostalgiar los años 90. De hecho, el músico no demoró ni diez minutos en sintonizar con la actual escena musical alternativa, y demostración de ello es una fecha acaso inesperada, junto con Patricia Turnes y Lali Gaspari. Fueron tres recitales en una sola noche, en un programa que explicitó el concepto de “Bienvenido-Benvenuto”, a través de la amistad musical con dos artistas que se mueven en el under y con propuestas indie-pop cercanas a la de Angelieri. Patricia y Lali son, y lo dejan claro, dos fans históricas de Exilio Psíquico; ambas presentaron en Teatro Ducon sus respectivos cancioneros, y Maxi Angelieri subió acompañado por Riki Musso (guitarra), Javier Depauli (bajo) y Andrés Coutinho (batería), en formación Casi Exilio Psíquico. Se sacaron las ganas de tocar juntos por primera vez, de repasar viejas canciones de Exilio, y fue una oportunidad inmejorable para escuchar canciones de los discos Gris, de Lali Gaspari, y Yo tenía una vida, de Patricia Turnes.


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Fans de Exilio Psíquico

Patricia Turnes: “A principio de los años noventa yo estaba muy interesada en propuestas experimentales y rupturistas como la de Gallos Humanos. Tenía una revista subte, iba a bailar a Amarillo y también iba a recitales de rock. Por allá por 1994, conocí a Exilio Psíquico, que me rompió todos los esquemas. Antes de cada recital, Maxi decía: “Nosotros somos Exilio Psíquico, ¡ustedes no!”. Podía sonar antipática la presentación pero yo me identificaba mucho con aquel espíritu agresivo, de choque. La de ellos era una actitud punk, muy teatral. Pero además ¡el nombre! ¡Exilio Psíquico! Yo me sentía tan extraña en aquellos años… ¡cómo no me iba a fanatizar con una banda con ese nombre! Maximiliano aparecía con una cicatriz pintada en la pelada y los ojos pintados. Me divertía su rareza y también que hablara en cocoliche. “¿De dónde sos? ¿Qué cosa hacés? ¿Por qué viniste?”, hasta eso me pegaba, porque yo viví muchos años fuera de Uruguay. Maxi tocaba el teclado y Orlando Fernández era el guitarrista que siempre lo acompañaba. A mediados de los noventas Exilio Psíquico llegó a presentarse en formato gran banda. Se sumaron Popo Romano en bajo, Gustavo Etchenique en batería, Riki Musso en guitarra, Fernando Notaro en teclado y Jorge Rodríguez en violín. Las letras eran geniales: irónicas, jodonas, non sense, pero a veces eran profundas y tristes. Exilio era una banda bailable, ese era otro punto fuerte. Todavía me pasa que pongo Oi antropoi y Música cheta y me pongo a cantar las canciones y a bailar sola en casa”.


Lali Gaspari: “Mi relación con Exilio Psíquico empezó en verdad a partir del cine. A mi me gustaba mucho mirar 25 Watts, y la miraba todo el tiempo porque no tenía Internet y la tenía en la computadora. En una de las escenas suena de fondo “Yo sé”, canción que me atrapó de inmediato por la letra. Por un tiempo sólo escuchaba esa canción y después indagué un poco más y llegué a un disco que nomás por su nombre -Música cheta- me gustaba y me daba gracia. Un poco lo que me pasa con las letras del tano es eso, que me dan gracia aunque sean potencialmente tristes. Me gusta la música que genera esas cosas, que te hace mover el pie a un ritmo alegre, que las letras manejan un gran sentido del humor, pero que el trasfondo es más bien oscuro y amargo. Yo necesito un poco de esa amargura, aparte. Sobre todo para empatizar”.



Jugar en equipo

Lali Gaspari: “Cuando Maxi volvió a Montevideo, obviamente fui a verlo, y ahí fue que me encontré con Patricia, en el Andorra. Yo había sacado hace poco mi primer disco y Patricia el suyo. Estuvimos rato conversando de lo mucho que nos gustaba Exilio, así que nos pareció que tenía sentido armar una fecha juntas e invitarlo a Maxi”.


Patricia Turnes: “¡Teníamos que organizar juntas un toque de bienvenida a Maxi Angelieri! Nos copamos con la idea. Yo -que no era música cuando era fanática de Exilio Psíquico sino estudiante de periodismo- pensé que no podía perderme la experiencia de tocar junto a mi ídolo de la juventud y, de paso cañazo, concretábamos una ansiada fecha con Lali. Cuando le conté a Fabrizio Rossi y a Flavio Lira de este toque se entusiasmaron y me dijeron que ellos querían tocar conmigo. Por otro lado Lali, Maxi y yo también ensayamos una vez por semana. Vamos a hacer tres canciones, una de cada uno de nosotros pero versionada y adaptada por los tres”.


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YO TENÍA UNA VIDA

A fines de 2018 se publicó por Feel de Agua el segundo disco de Patricia Turnes, Yo tenía una vida, grabado junto a Flavio Lira (Carmen Sandiego, Las Valerias, Amigovio) y Fabrizio Rossi (Dúo Melódico, Mux). Es una mezcla explosiva: una escritora friki que se interna en el terreno de la canción y sus ideas son potenciadas por dos músicos que no le temen a a experimentar y saltar al vacío. “Tanto Fabrizio como Flavio se ofrecieron a formar una banda conmigo. Querían que yo me liberara un poco del rol de cantautora con la guitarra y me dedicara más a componer y a cantar. Al disco lo concebimos como un laboratorio en el cual experimentar con distintos géneros: pop, folklore, trap, techno, etc. Todo el proceso duró un año y medio más o menos. La idea es que los personajes centrales de cada canción tuvieron que sobreponerse a distintos tipos de pérdidas: de un amor, una pareja, un padre. Cambiaron, mutaron, sufrieron un cambio de estado, quisieran ellos o no. Pero el cambio que está detrás del título también alude al fin de situaciones que ya no nos reconfortan, a cortar con el pasado, a dejar atrás lo que ya no forma parte de nosotros, a renacer. Si tuviera que describir mi viaje musical, diría que mis canciones narran pequeñas historias y están llenas de humor, cursilería y extrañeza”.


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GRIS

El proyecto Gris, asegura Lali Gaspari, se comenzó a fraguar en 1996 y se materializó finalmente en 2018, en estudio Yacaré, con el apoyo técnico en la grabación y mezcla de Fabrizio Rossi. Lali toca todos los pianos y se encarga de las voces, acompañada por momentos por bajos, guitarras y cuerdas. Son canciones vaporosas y al mismo tiempo super densas, que se juegan entre melodías a baja altura y una ligera hipnosis que hace que la voz se deslice con elegancia. “El disco fue el resultado de una hoja en blanco que decidí llenar sin limitarme a un estilo puntual. Si bien desde chica toqué el piano y fui tecladista de bandas bastante diferentes, siempre me limité a hacer arreglos sobre composiciones ajenas. Nunca me había animado a hacer una canción de principio a fin. La experiencia de grabar con Desayuno Continental fue esencial para que pudiera largarme a hacer mis cosas. Armar los temas, desarmarlos, rearmarlos, darle todas las vueltas que se me ocurriera antes de llevarlos a un estudio. Ese fue el viaje más lindo, en realidad, poder plasmar cosas que estaban encerradas en mi cabeza a algo que pudiera compartir con un grupo de músicos para luego llevar a la “realidad”. Fue muy liberador”.

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