después del punk

Iván & Los Terribles.

José Nozar, el batero de Buenos Muchachos, subió el lunes a recibir el Graffiti a mejor canción –'A mi manera', del disco Nidal vistiendo una remera con el logo de los alemanes Neu! El sábado estarán tocando en La Trastienda los platenses de El Mató a un Policía Motorizado. Y dos días antes, el jueves en Camacuá, estarán sonando Iván & Los Terribles. Se ha puesto de moda el kraut, o por lo menos se puede decir que emerge, en esta vuelta del tiempo, una sensación de que el rock es más que disfrutable cuando es hipnótico, loopeado, como los Neu!, o bien continuando el linaje abierto por Joy Division, esa suspensión donde las máquinas son físicas, primitivas y emocionales, con toda la libertad y la violencia de la esencia pospunk.
Hay dos o tres bandas que en Montevideo coquetean y muy bien con el sonido kraut: La Foca (en una variante de atmósfera pop), Los Terribles (la banda que armó hace algunos años Iván Krisman, bajo de La Hermana Menor) y Los Mostachos (máquina sonora de los hermanos Garrido, que publican por el sello Estampita). Hace un par de meses, en un sótano del Cordón, tocaron Mostachos y Terribles. Fue una noche muy especial. Los dos grupos estaban presentando material nuevo y mostraron con mucha eficiencia las deformidades sónicas que presentan desde sus respectivas integraciones: Mostachos con solo guitarra, batería y voz; Los Terribles con dos bajos, dos teclados, batería y voz.
Iván & Los Terribles vuelven a los escenarios acompañados por Excelentes Nadadores, grupo que continúa el proyecto solista de Leandro Dansilio, a quien se suman Hernán Silva, Karen Halty y Francisco Izuibejeres. “Venimos haciendo muchos recitales underground, y esto no quiere decir otra cosa que en sótanos”, dice Krisman. “Hace tiempo que queremos mostrar la música en un lugar donde cada arreglo pueda tener su espacio. En este tipo de espacios uno puede ensanchar aún más la dinámica que se produce entre las canciones de menor y mayor intensidad”. Este detalle no es menor, si se tiene en cuenta la calidad de las canciones de El maestro interior. Los Terribles van por más; quieren difundir un cancionero que parece hecho a medida para este tiempo: retro y al mismo tiempo futurista. No debería llamar la atención que en una próxima edición de los Graffiti el propio Krisman suba a recibir un merecido premio por estupendas composiciones como 'O día que Neymar quebrou' o 'La máquina blanda'.


¿Cómo funciona la máquina de canciones de Los Terribles?
IK: Hay algo en el cuerpo que nos dice “esta música sí, esta música no”. Cuestiono poco y nada esa voz, y la música va saliendo. Obviamente que es una música muy primitiva y carece de todo tipo de sofisticación y originalidad, pero la siento auténtica y es la música que me gusta. Por el lado de los textos, sigo armando estructuras discursivas con recortes de origen diverso, pero por alguna razón este disco termina hablándome sobre un momento histórico de ebullición tecnológica, de transformaciones en el cuerpo humano, de prótesis digital, de acontecimiento inminente.

La banda aumentó en integrantes, pero no en instrumentos...
IK: Es verdad... Ahora somos una banda de dos bajos, dos teclados/sintes y batería, con lo que seguimos siendo tres instrumentos. Una cosa cómica es que Marcelo, Esteban y Pol son todos violeros, y los tipos están extrañados de la ausencia del sonido de guitarras.

Decías que a la hora de componer parten de sonidos primitivos. ¿Eso viene de cierta esencia pospunk?
IK: Lo de “primitivo” tiene que ver con lo intuitivo, con lo corporal, con lo ausente de concepto que hay en la música. En las letras es más bien todo lo contrario; hay un método en el que se busca lo impersonal, el primado de las ideas. Nada de sentimientos nombrados o descritos. Y la verdad es que tengo una fascinación maciza hacia Depeche Mode, New Order, Erasure, Kraftwerk, Joy Division, The Cure. Toda esa onda me re va. O sea, lo que me lleva a hacer ese tipo de rock es que es la música que amo y la forma de expresión que tengo.

¿Qué buscaste en este segundo disco respecto del anterior?
IK: Lo fundamental era buscar otros recursos vocales más allá del grito, subrayar la presencia de sintetizadores, desarrollar un poco más las melodías y agrandar la brecha dinámica entre las canciones. También se buscó mejorar el sonido final con un proceso de masterizado profesional. Y hacer bailar, que no es nada fácil.

¿Qué aprendizajes has tenido como integrante de otros grupos (La Teja Pride, La Hermana Menor), antes de tener un proyecto propio como Los Terribles?
IK: Que es fundamental que haya un pacto cerrado sobre cómo es que debe sonar la banda y que el compromiso hacia ese pacto sea sectario. Que el objetivo de hacer música debe ser el de obtener placer sin olvidar que es un trabajo y que la máquina productiva es delicada y siempre tiene que estar haciendo algo.

((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 09/2016))

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