De la serie "Todas las putas van al cielo" (Verónika Marquez) |
Entiendo que lo más
saludable, en todo caso, es acercarse a la exposición de
seleccionados y apreciar las diferentes propuestas señaladas por el
jurado, este año integrado por Manuel Neves, Verónica Panella y el
mexicano Cuauhtémoc Medina. Debe señalarse que hay varias sorpresas
en esta edición, la número 57, y la primera es constatar la
presencia de numerosos nombres nuevos, de artistas más o menos
emergentes, con obras que venían mostrándose en circuitos más o
menos alternativos. Hay también, si nos enfocamos desde la mirada del espectador,
diálogos que emergen entre algunas obras seleccionadas, como el que
puede delinearse entre las fotografías de Verónika Márquez (de la
serie Todas las putas van al cielo)
y las de Julián Dura; son autorretratos que perturban, que
construyen relatos, por medio de las imágenes, directamente
relacionados con la búsqueda de identidad. A ellos se suman los
videos del colectivo Básica.TV (Morphing
es una de las obras que más llaman la atención del Salón), aunque
en una clave más humorística pero no menos cuestionadora y desde una
decidida estética queer.
Autorretrato de Julián Dura. |
Julián Dura: del fotolog al museo
Dos
fotografías del jovencísimo Julián Dura (Montevideo, 1996)
alcanzan para recibir el impacto de una obra potente y provocadora.
En una de ellas el artista viste hábitos de monja. “Es una figura
que me atrae mucho”, dice Dura. “Es amor y odio a la vez, por
todo lo que representa... Entonces hice el traje de monja y la
retraté angelizada, retándome, como si bajara del cielo a decirme
lo que está bien o lo que está mal, a pesar de que quizá esté tan
'sucia' como yo”. En la segunda foto, el artista investiga cómo se
vería su rostro después de morir. “La foto la hice cuando nunca
había visto una persona fallecida, pero después de tener esa
experiencia entendí que esa foto capta el silencio impetuoso que
tiene una persona fallecida cuando la vemos en un ataúd”.
Dura empezó
a tomar fotografías digitales en los primeros años de secundaria y
las compartía diariamente en la red social Fotolog. Siempre estaban
él y sus amigos como protagonistas. Cuando fue creciendo el interés
en las puestas en escena, pasaron de ser fotos comunes y corrientes a
tener una planificación. En 2013 hizo un curso en Taller Aquelarre y
desde entonces no para de sacar fotografías construyendo ficciones o
investigando sobre su propia imagen. Unos pocos días después del
Salón se inauguró en el Centro de Fotografía (CdF) su primera
muestra individual, con el nombre de Crisálida,
una serie performática en la que se viste con ropas de Julienne, una
mujer trans.
“Trabajar
con mi propio cuerpo me ayuda a tratar directamente con mi
inconsciente y a darles luz a aspectos que me definen como persona. A
veces descubro cosas mías que al momento de hacer la foto no tenían
el mismo significado, y me sorprende cómo el trabajo me habla tan
directamente desde esa inconsciencia que se reinventa. Creo que si
trabajara solo con modelos no podría hacer un buen cuestionamiento;
el autorretrato es una herramienta para comprender mi propia mirada y
así poder conectar con el otro”.
Dura
empieza a exponer sus obras, algunos años después que las del
colectivo Movimiento Sexy y sus integrantes –Dani
Umpi, Martín Sastre,
Paula Delgado, Julia Castagno, Federico Aguirre–,
quienes desde finales de los 90 vienen generando obras que están en
sintonía con su propuesta. Dice no conocerlos, pero sí tiene entre
sus referencias a la estadounidense Cindy Sherman: “A ella le
encantan los personajes y a mí también; ella trabaja con su cuerpo
y yo también; ella trabaja sola y yo también”. Siente que varias
de sus fotos son irónicas y sarcásticas, y que en algún sentido
escapan a lo tradicional de la fotografía uruguaya.
“Cuando
entendí que el arte era un espacio infinito de posibilidades, me
despertó el acto de jugar de cuando era niño, y eso me hace muy
feliz. Es como volver una y otra vez a cuando era niño. Me ayuda a
crecer y es muy sanador”, dice el joven artista, que está
trabajando en nuevas series y obras, por lo que es un nombre a tener más que en cuenta en el futuro.
Imagen animada de Verónika Márquez. |
Verónika
Márquez: la otra también soy yo
El viaje de
Verónika Márquez (Montevideo, 1979) empieza con una primera emigración a Buenos Aires y luego en Madrid, ciudad en la que vive desde 2006 y donde desarrolla su
actividad artística. Su obra como fotógrafa se ha difundido muy
poco en Uruguay, por lo que la selección en el Salón permite
acercarnos a dos fotografías suyas, de la serie Todas las putas
van al cielo, y descubrir una autoría a la que habrá que seguir con muchísima atención.
Las
dos son imágenes animadas que se plantean en escenarios naturales.
En ambas se ve a Verónika desnuda. Una es en colores fuertes, en
plan pop, y la otra presenta una estética que remite a la fotografía
erótica, en blanco y negro, de la primera mitad del siglo XX. “El
trabajo que presento es una exploración del tema de la sexualidad y
del espacio identidad”, explica Márquez. “Lo hago mediante
autorretratos multidisciplinares en los que cuestiono cómo sería el
cielo de las prostitutas. Les brindo, como artista, un espacio
idílico, unido a la madre naturaleza, para que como mujeres conecten
eternamente con su esencia y sexualidad”.
La artista-performer
cuenta que la serie Todas
las putas van al cielo parte
de una escena que le quedó marcada de su infancia en Montevideo. Al
pasar cerca de dos mujeres exuberantes y coloridas, su madre
–mirándola
a los ojos–
le dijo: “No te preocupes, en la Biblia está escrito que las
prostitutas son las primeras en llegar al reino de los cielos”.
Años después, Verónika trabajó un tiempo como prostituta en
Madrid, y el recuerdo de la frase de su madre le producía paz y la
ayudaba a seguir adelante.
En la página
veronikamarquez.com se puede acceder a varias de las series que ha
trabajado Márquez como fotógrafa artística. Son diferentes capas
de una misma búsqueda, lo que convierte a su obra en una muy lúcida
mirada contemporánea sobre la identidad. La serie Camila,
publicada en el libro Self-portrait por
el CdF, junto con los trabajos Turquía,
Espacios y My
Last Supper, es un doble
autorretrato en el que comparecen Verónika y Camila, dos máscaras
que se yuxtaponen en cada escena.
El resultado es muy potente. “Exploro, del
tema de la identidad, su desdoblamiento, a través de autorretratos
en los que como artista me miro a mí misma y al mundo que me rodea,
llevando al límite las posibilidades que ofrece el autorretrato”.
En las fotografías
de Márquez no hay personajes. La ficción tiende a cero. Es ella, en
sus diferentes roles (yoes, como ella prefiere llamarlos). “La
mirada fácil es citar a Cindy Sherman, que obviamente marcó un
punto de referencia en la historia de la representación y el
autorretrato, pero creo que la diferencia es que yo utilizo a mis
propios yoes
y no personajes externos”, explica. A la hora de nombrar artistas
que la inspiran, sus referencias están en una larga lista que
comienza con Sophie Calle, Martín Creed, Nan Goldin, Jeff Wall,
Xavier Le Roy y Dora García. Y pasa a explicar la sustancia
de su mirada: “Siempre soy yo misma, en
diferentes versiones. Mi vida y mi cuerpo es un todo de mi práctica
artística. Y en lo relativo a mi relación con el cuerpo,
siento que ha cambiado con el tiempo; hoy me veo
a mí misma como creadora y como objeto de mi propia obra. Hay un
empoderamiento de mi cuerpo, al que uso, al que exijo y el cual me da
la posibilidad de explorar y llegar a nuevos lugares”.
Escena de "Concealing", video de Básica.TV |
Básica.TV:
el discurso queer
Los videos
en loop Morphing y
Concealing, exhibidos
en el Salón Nacional muy cerca de las obras de Verónika Márquez,
son dos de las obras que provocan mayor atención por parte del
público. Morphing es
sencillamente genial. Es una escena cotidiana, donde diferentes
situaciones de los tres performers le imprimen al relato un tono
surreal, cuando cada uno de ellos se transforma en un elemento
escenográfico: una alfombra, un cactus en la terracita, un cuadro de
la pared.
Morphing
es una obra que celebra la
transformación, el cambio de identidad, que viene a ser el centro
gravitatorio del discurso del colectivo integrado por tres jóvenes
artistas uruguayos que desde 2015 están radicados en Buenos Aires.
Emi, Lulo y Gucci se conocieron en Montevideo y se sienten,
antes que artistas, grandes amigos. Vivieron un tiempo en la Ciudad
Vieja, compartiendo apartamento con Dani Umpi. “Todas nuestras
ideas surgen de lo que pasa cuando nos juntamos”, responden en un intercambio por chat en Facebook.
“Probarnos ropa, mirar videos, recortar revistas, hacer fiestas. Al
principio eran obras espontáneas que subíamos a internet. Empezó
por diversión y después se convirtió en algo en serio, como todo.
Un día nos invitaron a exponer en Argentina, y nos sentimos más en
casa. Había una movida que nos involucraba mucho más. En Montevideo
lo que hacíamos quedaba en la nada, capaz que no nos tomaban en
serio”.
Desde que
se mudaron a Buenos Aires no paran de trabajar en movidas
relacionadas con el arte. Al mismo tiempo que están
curando, como colectivo, una muestra de relacionamiento animal, furries y
zoofilia que se inaugura en octubre, preparan participaciones en la
Bienal del Pensamiento Paralelo y en la feria de arte CHACO de
Santiago de Chile. La selección de dos de sus obras en el Salón
Nacional les permite difundir su particular trabajo en Montevideo.
“Las tres sabíamos usar Photoshop desde los diez años, y lo que
siempre tuvimos más a mano fueron nuestros cuerpos, unos looks
y la compu. Así fue que empezamos a inventar imágenes en las que
nos cambiamos de cuerpos y personajes”.
La cercanía
con Umpi, artista-performer de larga trayectoria, hace inevitable que él sea una de las referencias directas en el trabajo artístico de
Básica.TV. De hecho, Emi dirigió el clip de 'La yuta', adelanto del
próximo disco de Umpi. “Nosotras construimos desde el presente”,
aseguran las Básica.TV. “No pensamos en el pop pero vamos al súper, miramos
YouTube y salimos a bailar. Como nosotras, hay un montón de artistas
no tradicionales en Uruguay, pero se ven más que nada en internet.
Nos sentimos muy cercanas al trabajo de Dani Umpi, que es una amiga
muy especial y nos ha prestado mucha ropa”.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 09/2016))
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