Hay
una canción que John Higgs probablemente nunca escuchó y no pudo
utilizar como ejemplo de las simpáticas y heterodoxas
argumentaciones que ensaya en el libro Historia alternativa
del siglo XX. Higgs
nunca escuchó a Sumo, banda de
rock periférica y desconocida más allá del río de la Plata,
liderada
por un británico como él, Luca Prodan, que decidió radicarse en
Argentina a finales de los años setenta. Nunca escuchó el genial
estribillo "No sé
lo que quiero, pero lo quiero ya", que podría oficiar de un
bucle más que ilustrativo de su historia alternativa, aunque esa
canción sea más que perfecta para sintetizar varios de los
capítulos del libro: la reafirmación del individualismo, el ello
freudiano desacatado, el éxtasis del nihilismo, la adolescencia en
estado puro, cierto aire de ciencia ficción surreal (el verso que
abre la canción dice un enigmático "Hasta que choque China con
África, te voy a perseguir"), la atracción -en definitiva- por
el caos.
En suma, lo que canta Prodan en "Lo quiero ya",
una canción que vendría a ser emblemática del siglo XX, visto
desde una sensibilidad urbana y pequeño burguesa, reafirma la
incertidumbre y el relativismo en estado puro con el que -según el
ensayista- comenzó a moverse un siglo de transición, doloroso, en
el que la Humanidad habría pasado a ser un colectivo de individuos
desorientados luego de eras anteriores hegemonizadas por certidumbres
más concretas, racionales y regidas por los caprichos de imperios y
emperadores. Está claro que Higgs no tuvo a mano esa canción. Y esa
falta, de la que no es responsable ya que viene a ser imposible que
alguien pueda tener una visión total de los productos culturales de
todo un siglo, simboliza -desde un ejemplo absurdo y caprichoso- el
sesgo anglocéntrico del ensayo. Simboliza la relatividad de su
propio éxito; la futilidad posmoderna e individual de un enfoque que
busca una mirada totalizadora y se sabe parte del problema.
Es
ese mismo lugar, acotado y resbaladizo, el que le permite a Higgs
elegir como punto de partida el fin de los imperios, precisamente uno
de los traumas británicos desde hace más de un siglo. Inglaterra,
como otros países centrales europeos, sintió que el mundo conocido
hasta finales del siglo XIX se derrumbaba, y eso es explicativo del
contexto eurocéntrico de varios de los vectores que Higgs elige
poner en juego: la teoría de la relatividad, el dadaísmo, la teoría
freudiana, las andanzas del gurú lisérgico Timothy Leary. Otras
miradas, desde el nuevo mundo poscolonial, habrían echado a andar
otros puntos de fuga. Pero no es el tema de Higgs; que otros escriban
sus historias alternativas. De hecho, otros siglos se vivieron en
Asia, en África, incluso en Estados Unidos (el american
dream se vuelve, en eso no falla
Higgs, uno de los puntos centrales del relato, en la utopía del
individualismo, las culturas adolescentes, la ciencia ficción, el
rock), o en el sur americano, cercano ideológicamente al
eurocentrismo, aunque en una versión más retardada en asumir y
consumir tendencias, pero con no pocos ejemplos de lucidez extrema,
como la mencionada canción de Sumo.
Historia
alternativa del siglo XX es un
libro escrito desde la elite, desde una idea de progresión histórica
que hace entendible, por ejemplo, que la editorial española Taurus
haya elegido ese título, que en realidad no es más que el subtítulo
original. Debió llamarse Más extraño de lo que cabe
imaginar, pero
el subrayado en el enciclopédico concepto de "Historia" no
es erróneo, ni mucho menos inocente. Le imprime mayor certidumbre al
ensayo de Higgs, y lo aleja de cierto romanticismo ensayístico de
otros libros más similares de lo que parece, como el célebre
Rastros de carmín,
del también británico Greil Marcus, quien arma un relato del
esquivo siglo XX a través de las conexiones y los vasos comunicantes
entre signos contraculturales que lo llevan del dadaísmo al punk,
del situacionismo al nihilismo, y ubica como mantra central la
poética de Sex Pistols en la canción "Anarchy in the UK".
No se busquen grandes novedades ni tampoco recetas
ideológicas trasochadas en el pensamiento catártico de Higgs. Lo
que sorprende gratamente es la habilidad que exhibe para definir e
interpelar a un siglo que a todas vistas se clausura en la paradójica
demostración del erróneo y posmoderno fin de la "Historia",
preconizado por Fukuyama, en los instantes brutales del presente
delirante revivido por millones durante el atentado de Nueva York del
año 2001.
El siglo XX, sin embargo, todavía sobrevive en la
incomprensión más o menos hegemónica -de las viejas generaciones,
de la clase política más rancia, de las corporaciones- hacia un
presente acelerado tecnológico y abstracto, difícil de comprender,
revelador de una deriva que Higgs expone con una sorpresiva mirada
optimista, respecto a una humanidad que lentamente abandona el
individualismo para saberse parte de una entidad colectiva y que
actúa en redes colaborativas.
No
es fácil, para los ciudadanos del siglo XX, admitir que habría
evidencias más que positivas en un mundo signado por la distopía de
Un mundo feliz,
políticamente correcto y vigilado con la herramienta de un panóptico
virtual. No es fácil asumir que el sueño del individualismo feroz
va de la mano con la maquinaria neoliberal del rock y las estrellas
de cine, y de una perspectiva que no tiene otro camino que el
desastre ecológico y la certeza -formulada por la neurociencia- de
la imposibilidad del libre albedrío.
Historia
alternativa del siglo XX es un
libro abierto, caprichoso, disparador de nuevas reflexiones y
miradas. Es un libro que dispara ideas y tal vez acierte bastante más
de lo que parece. Pese a su anglocentrismo evidente. Pese a que no se
mencione a Carlos Marx y desarticule el "problema" del
Islam en apenas un pequeño párrafo. Pese a que su canción central
sea "My way" (no precisamente en la versión freak de Sid
Vicious) y no un himno acaso más bello como "Lo quiero ya",
o el alarido anarquista de John Lydon tan bien amado por Marcus.
Palabras
de Higgs
* "A medida que vamos envejeciendo, olvidamos el
dolor y el sufrimiento de nuestra juventud y a cambio comenzamos a
recordar más y más los momentos felices. La mente humana es una
máquina nostálgica. Sospecho que las generaciones futuras
idealizarán y volverán romántico mucho de lo ocurrido en el siglo
XX, a pesar de Hiroshima o el Somme. Sin embargo, sin importar que
los humanos seamos buenos para perdonar y olvidar el sufrimiento,
también recordamos las injusticias. Y las injusticias del siglo XX
—particularmente aquellas que tienen que ver contra el medio
ambiente, cometidas por las corporaciones— serán recordadas muy
claramente en el futuro. Estoy seguro". (fragmento de entrevista
para el diario La Razón, de México)
* "El individualismo llegó a su techo en los años
80, pero con la llegada de internet las cosas han cambiado muchísimo.
Esto se ve en la gente más joven, en la generación del milenio. Si
estuviéramos en el siglo XX y viésemos a alguien hacerse una selfie
pensaríamos: "Este chico es un narcisista que quiere hacerse
una foto para luego mirarse". Pero un chico que se hace una
selfie, no lo hace para verse él. Ese chico que se está haciendo la
foto le está sonriendo a sus amigos, creando lazos con la gente que
le rodea. Creo que se ha dado un cambio importante en cuanto al
individualismo. Los chicos tienen ahora mucha responsabilidad, porque
todo lo que escriben y cuelgan en las redes, les guste o no, puede
recibir comentarios negativos". (fragmento de entrevista de
entrevista para el diario ABC, de España)
* "Ocurrirán cosas que no podemos predecir, porque
si hay una regla de oro en la Historia es que es completamente
imprevisible. ¿Quién podría haber predicho la Teoría de la
Relatividad, la energía atómica o internet? Si miramos el mundo
actual con honestidad vemos cosas terribles como el cambio climático,
la desigualdad, las guerras... A veces es un tanto aterrador. Pero
pienso que si hay una generación que puede acabar con esto es la
llamada "generación del milenio", la que ya ha nacido con
el siglo XX mucho más interiorizado. Creo que el libro muestra que
las cosas realmente nuevas, inesperadas y radicales siguen llegando,
y eso me da esperanza. Soy optimista frente al futuro, tengo fe".
(fragmento de entrevista para el diario El Mundo, de España)
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