Escena del documental "35 y soltera". |
Los
encuentros DocMontevideo van por la octava edición, focalizados en
generar intercambios entre productores independientes y
representantes de televisoras latinoamericanas. El objetivo central
es el desarrollo del documental, un formato imprescindible pero que
tradicionalmente necesita de apoyos públicos y subsidios para
sobrevivir, al estar al margen de los grandes números de la
industria audiovisual.
Este
año 2016, además de los espacios clásicos de meetings
(comercialización de contenidos
documentales para televisión) y pitching (apoyos
económicos para proyectos de series y unitarios), DocMontevideo
presenta La Semana del Documental,
un ciclo de exhibiciones con la presencia del
director de la obra para un diálogo abierto con el público. La
emblemática sala Zitarrosa es el lugar elegido para las
exhibiciones, consolidada esta temporada como un novedoso espacio de
difusión de cine alternativo y que ha sido escenario recientemente del estreno de
Columnas quebradas, de Mario
Handler, o de propuestas de exhibición y diálogo abierto con
realizadores, como el ciclo Primer Plano,
que convocó a directores y
productores de cine independiente rioplatense.
Dos
de las ocho películas a exhibirse en el ciclo organizado por
DocMontevideo tienen la firma de documentalistas uruguayos. José
Pedro Charlo (El círculo,
A las cinco en punto y
El almanaque), estrena
Los de siempre,
reportaje documental sobre un grupo de vecinos del montevideano
barrio Casavalle que desde hace años llevan adelante la aventura de
formar un coro. El segundo estreno de autor uruguayo es el de Nueva
Venecia, de Emiliano Mazza de
Lucca (Multitudes),
retrato de la vida de un pueblo colombiano, asentado en una laguna,
que trata la socialización a través del fútbol.
El
coro del barrio
José
Pedro Charlo se enteró, conversando con un amigo, de la existencia
de un coro de vecinos en el barrio Casavalle. Le pareció que podía
ser una buena historia. No dudó en ponerse en contacto con los
integrantes del coro. "Desde el inicio encontré muy
buena disposición y receptividad en los vecinos y en la gente de la
policlínica del barrio", cuenta Charlo. "Sin ese apoyo de
la comunidad no hubiera sido posible la realización del documental".
Lo
que fue a buscar Charlo, como documentalista, tuvo que ver con hacer
visible a montevideanos cuyas historias individuales y colectivas no
suelen contarse, con conocer una realidad más allá de los
preconceptos que existen sobre Casavalle y otros barrios populares.
"El coro me dio la posibilidad de acercarme a un grupo de
vecinos que viven en el barrio desde hace mucho tiempo, que han
encontrado un espacio común en el que de una u otra forma todos
aportan. Y eso es lo primero que me gustó, la disposición a
encontrarse con el otro. Estos vecinos son portadores de la historia
del barrio, de sus orígenes y de sus cambios, y también de sus
problemas actuales. Me encontré con una realidad compleja y con
gente que pelea la vida con todas sus dificultades y que lo hace con
mucha dignidad".
La
cancha del pueblo
Emiliano
Mazza de Luca tampoco dudó cuando se enteró de la existencia, en
medio de una laguna de Colombia,
de un pueblo de pescadores que había construido una cancha de
fútbol sobre el agua. "Inmediatamente sentí que había una
historia de realismo mágico para contar", cuenta Mazza, quien
también tuvo claro que la aventura no iba a ser nada fácil. Pero
finalmente consiguió filmar en Nueva Venecia, luego de tres años de
investigación y búsqueda de fondos. "El proceso de decidirse a
filmar es muy extraño. Es lanzarse a una aventura donde en
definitiva el camino es conocerse más a uno mismo. Es el proceso de
encontrar ingredientes internos mientras vas investigando y
escribiendo la historia".
Luego
de dos viajes de investigación, Mazza escribió un guión en
conjunto con la productora Martha Orozco. "Traté de viajar sin
preconceptos", explica el documentalista. "Lo principal fue
ganarnos la confianza de la población, entender sus rutinas y
conocer sus historias. Y también aprender a andar en canoa...
Buscamos que el equipo de fotógrafo y sonidista, que tenían que ser
colombianos por cuotas de coproducción, además de ser talentosos
tuvieran experiencia en ese tipo de locaciones ya que pasaríamos
hasta un mes viviendo como los pescadores".
Ejercicios
de la memoria
¿Qué
es lo que los ha llevado a dedicarse al género documental?
JPC:
Me dedico a lo documental porque lo que más me interesa es conocer
la realidad y a la gente. A partir de ahí está la sensibilidad de
cada uno para profundizar y darle forma a esas historias, para
construir en definitiva una narración audiovisual. Son historias que
están ahí, pero que hay que desarrollarlas con las herramientas que
tengas, y eso creo que es lo que te hace un realizador.
EM:
El documental, en mi caso, me permite afinar una caligrafía que
llevo dentro, en mi mundo interior. Esto comenzó con la fotografía,
también de alguna forma menos estricta la escritura, pero es el cine
documental el que mejor me posibilita la expresión de inquietudes o
ideas que llevo dentro y encontrar formas propias para contar esas
historias o ideas. En mi caso, creo que todo esto se tramó cuando
era muy chico, con mi abuela materna. Ella me llevó al mundo de la
observación y el deleite de las pequeñas acciones de la naturaleza.
A ella le debo parte de la sensibilidad de encontrar belleza en las
cosas cotidianas.
¿El
documental, es para ustedes un territorio para la resistencia, para
la construcción de la memoria?
EM:
El documental es territorio para todo eso y mucho más. Es un
territorio de exploración, donde lo más difícil de manejar es la
libertad con que se cuenta, pues las historias se pueden repetir mil
veces pero la mirada en única, personal.
JPC: Como dice Emiliano,
el documental es un territorio expresivo amplísimo. Ahí está lo
histórico, lo social, lo musical, lo deportivo, lo ecológico, las
búsquedas introspectivas; en fin, el documental puede abarcar
cualquier realidad humana y de la naturaleza. A mí lo que más me
interesa, genéricamente, es el conocimiento del ser humano. Más
particularmente la vida de la gente humilde, trabajadora. En ese
terreno social y cultural es donde procuro trabajar. En función de
lo que pasa en el mundo hoy, diría que todo gesto humano y/o de
sensibilidad hacia los más humildes, es un gesto de resistencia y de
construcción de memoria.
EM:
En mi película anterior, Multitudes, la forma nos llevó a
una mirada coral sobre las emociones de los uruguayos cuando formamos
parte de un grupo. Ahí hay una clara construcción de forma y
memoria. Nueva Venecia siento
que es un claro ejemplo de cuento de resistencia, lleno de
metáforas, donde los reflejos en el agua nos hablan de un pasado
terrible y un futuro lleno de ilusiones... Hay que estar muy atento,
eso sí, para que no se pierda la huella digital del autor, que el
miedo a salirnos de caminos ya transitados no sea un muro frente a la
creatividad. Defender eso es trabajo de todos: de los creadores y de
los espectadores.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 07/2016))
No comments:
Post a Comment