El camino de creación
de un documental posiblemente sea más largo y tortuoso que el de
producir una ficción audiovisual. Esta certeza, que suelen dejar en
evidencia los realizadores que se atreven a contar una historia real,
o a investigar en situaciones que están sucediendo, es parte central
de la aventura de Paula Schargorodsky, autora de 35 y soltera,
película que le llevó más de una década entre los primeros
registros y la última versión editada.
La
cineasta argentina estuvo presentando su obra en DocMontevideo y
aprovechó para contar de su próxima aventura, la que está viviendo
mientras sigue con su cámara al gurú indio Ravi Shankar. De hecho,
acaba de compartir en redes sociales un primer trabajo, un
cortometraje titulado El gurú y las FARC,
en el que Paula da cuenta de las conversaciones de Shankar con el
presidente de Colombia y con líderes de la FARC, para luego
centrarse en la manera en que la palabra gandhiana del
gurú influye en el pensamiento de los líderes de la guerrilla.
"Tuve la fortuna de estar ahí", dice, con evidente
entusiasmo. "Estaba acompañando a Ravi Shankar en sus viajes a
Colombia y Cuba, y de repente, sin saber cómo ni por qué, me
encontré en un cuarto de hotel, en La Habana, con quince comandantes
de la guerrilla de la FARC. Pude filmarlo todo, sin poder moverme
demasiado, sin poder cambiar ni un lente ni poner un micrófono
adecuado... Pero bueno, fue un material muy rico, porque realmente no
hay muchos materiales documentales de las FARC".
El
viaje con Shankar continúa, aunque todavía Schargorodsky no tiene
clara la estructura final del largometraje. Pero fue tan fuerte el
episodio del líder espiritual indio durante las conversaciones de
paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla, que decidió
editarlo en cortometraje y mostrarlo. "Espero que lo vean y les
guste, y que quieran compartirlo", dice la cineasta. "Porque
la paz de Colombia, como ha dicho José Mujica, es la paz del
continente... Y el corto tiene también una cosa muy linda, la
sensación de que la paz se contagia". Todo lo contrario, de
alguna manera, a los enredos emocionales que vivió con su
conflictiva ópera prima, 35 y soltera,
una película que terminó de construir en una primera persona
explícita y en la que cuenta de sus encuentros y desencuentros
amorosos a lo largo de una década.
***
¿Cómo hacer una
película como 35 y soltera y sobrevivir
emocionalmente al intento?
La verdad es que no tengo ni idea de cómo se sobrevive emocionalmente a esto. Atravesé muchas dificultades, muchas turbulencias, y tuve que enfrentar ciertas sombras personales, que tal vez no tenía ganas de enfrentar. Todo eso me pasó mientras fui haciendo la película. Una de las cosas más desafiantes que descubrí es la importancia y el valor que tiene el proceso de una película, de todos los pitchings, foros y work in progress que participé en Montevideo, Barcelona y Guadalajara, de encuentros de posproducción en Bratislava y Leipzig... Una de las cosas que me decían, diferentes tutores que fui teniendo en esos sitios era que se estaba haciendo una película en primera persona me tenía que desnudar, tenía que dar un paso más. Yo me resistía un poco, decía que lo estaba diciendo todo, que no escondía nada, pero con el tiempo fui dándome cuenta que siempre se esconden cosas... Cuando se hace una película en primera persona hay que enfrentarse a cosas personales que, tal vez, en ese momento, no tenés ganas de enfrentar ni de revisar. Todo esto me hace acordar a una metáfora que se usa mucho en las ciencias políticas, que es la de Ulises y las sirenas, cuando Ulises, para no morir en el intento, le dice a sus marineros que lo aten para poder escuchar el canto y no morir ahogado. Bueno, si uno quiere hacer una película en primera persona, tiene que atarse de manos para poder enfrentar las cosas profundas, internas, de uno mismo y así llegar a terminar la película.
¿Te planteaste algún tipo de reglas al empezar a filmar tu vida privada? ¿Cuáles sentís que fueron tus límites y de qué manera evitabas o no que las filmaciones modificaran tus decisiones afectivas?
En realidad no me plantee ninguna regla, porque cuando empecé a filmar lo hice con la idea de hacer una especie de diario íntimo. No estaba filmando mi vida personal y mis parejas. Era un diario íntimo, y justamente la gracia que tiene el diario es que uno no tiene límites, no tiene censuras. Y yo estaba en ese plan: filmaba todo y lo guardaba en cajitas. De hecho nunca volví a mirar los materiales hasta que, en el camino de hacer una película sobre mi abuela, la primera editora descubrió parte del material que yo registraba y lo puso así, como suelto, azaroso, dentro de ese primer proyecto. Así fue que empezamos a trabajar un paralelo entre la historia de amor de mi abuela en Montevideo y mi historia de amor, también en Montevideo. Y, como te contaba, en los work in progress que oba participando, me sugerían que contara mi historia de amor, porque en realidad estaba usando la historia de mi abuela de excusa. Decían que me animara a dar un paso más, que contara mi historia en primera persona.
La verdad es que no tengo ni idea de cómo se sobrevive emocionalmente a esto. Atravesé muchas dificultades, muchas turbulencias, y tuve que enfrentar ciertas sombras personales, que tal vez no tenía ganas de enfrentar. Todo eso me pasó mientras fui haciendo la película. Una de las cosas más desafiantes que descubrí es la importancia y el valor que tiene el proceso de una película, de todos los pitchings, foros y work in progress que participé en Montevideo, Barcelona y Guadalajara, de encuentros de posproducción en Bratislava y Leipzig... Una de las cosas que me decían, diferentes tutores que fui teniendo en esos sitios era que se estaba haciendo una película en primera persona me tenía que desnudar, tenía que dar un paso más. Yo me resistía un poco, decía que lo estaba diciendo todo, que no escondía nada, pero con el tiempo fui dándome cuenta que siempre se esconden cosas... Cuando se hace una película en primera persona hay que enfrentarse a cosas personales que, tal vez, en ese momento, no tenés ganas de enfrentar ni de revisar. Todo esto me hace acordar a una metáfora que se usa mucho en las ciencias políticas, que es la de Ulises y las sirenas, cuando Ulises, para no morir en el intento, le dice a sus marineros que lo aten para poder escuchar el canto y no morir ahogado. Bueno, si uno quiere hacer una película en primera persona, tiene que atarse de manos para poder enfrentar las cosas profundas, internas, de uno mismo y así llegar a terminar la película.
¿Te planteaste algún tipo de reglas al empezar a filmar tu vida privada? ¿Cuáles sentís que fueron tus límites y de qué manera evitabas o no que las filmaciones modificaran tus decisiones afectivas?
En realidad no me plantee ninguna regla, porque cuando empecé a filmar lo hice con la idea de hacer una especie de diario íntimo. No estaba filmando mi vida personal y mis parejas. Era un diario íntimo, y justamente la gracia que tiene el diario es que uno no tiene límites, no tiene censuras. Y yo estaba en ese plan: filmaba todo y lo guardaba en cajitas. De hecho nunca volví a mirar los materiales hasta que, en el camino de hacer una película sobre mi abuela, la primera editora descubrió parte del material que yo registraba y lo puso así, como suelto, azaroso, dentro de ese primer proyecto. Así fue que empezamos a trabajar un paralelo entre la historia de amor de mi abuela en Montevideo y mi historia de amor, también en Montevideo. Y, como te contaba, en los work in progress que oba participando, me sugerían que contara mi historia de amor, porque en realidad estaba usando la historia de mi abuela de excusa. Decían que me animara a dar un paso más, que contara mi historia en primera persona.
La voz propia
Un
escritor se hace leyendo. Un documentalista que se ve tentado a
contar su vida se hace, además de registrando su mundo privado, en
el ejercicio de mirar las películas de vida de otros. Paula
Schargorodsky contaba con una formación en literatura y sobre todo
en ciencias políticas, pero le faltaba profundizar en su educación
audiovisual. Lo hizo en la marcha, en los work in progress mientras
iba y venía con su proyecto, pero sobre todo en el conocimiento de
un género del documental que desconocía, el de las películas
ensayo, las que se juegan en primera persona, como el clásico
Shermans
March, de Ross Mcelwee.
"Es el Woody Allen del documental", lo define
Schargorodsky. "Tiene
una voz en off increíble... A partir de él fue que empecé a ver y
a escuchar muchas películas con ese tipo de voces en off, en primera
persona... películas de Cris Marker, de Jonas Mekas". La
marcaron también dos ensayos muy cercanos: Mapa,
del español Elías León Siminiani, y Elena, de la
brasileña Petra Costa.
***
¿Cuándo te
decidiste a hacerlo, a contarlo todo en primera persona?Todo
fue un proceso. De hecho, la película se llamó, en un momento del
camino, "La chica detrás de cámara", lo que puedo
entender como una evidencia de esos años en que fui descubriendo el
oficio, y mientras iba probando, filmando, encuadrando, todo de una
manera bastante autodidacta. El estar detrás de la cámara también
me servía, en mis interacciones sociales, para refugiarme, para no
tener que sostener una mirada directa. No sé, yo no soy nada tímida,
pero tuve ese periodo donde me escudé detrás de la cámara... pero
hacer una película en primera persona, con todo eso, no fue una
decisión, pienso que se fue dando cuando entendí que era eso lo que
estaba queriendo contar. Lo que pasó fue que empecé a meterme más
y más en la película, y al mismo tiempo como que no quería y me
resistía un poco. No es tan fácil ni tan divertido hacer una
película en primera persona, por más que después uno le agregue un
poco de humor y se ría de uno mismo. Lo que empecé a sentir es que
me desdoblaba en dos: yo era el personaje principal de mi película y
por otro lado era el director. Y si Paula personaje no tenía ganas
de hacer algo, aparecía Paula directora y decía que eso servía
para la película... y bueno, me mandaba al frente, me usaba a mí
misma como carne de cañón. Tuve que atravesar ciertas cosas que
fueron necesarias para la película pero que tal vez no me causaron
tanta gracia en mi vida privada.
Ahora que dejaste de estar soltera... ¿pensás continuar la película?
Ahora que dejaste de estar soltera... ¿pensás continuar la película?
Por
ahora no pienso hacer una secuela de 35 y soltera. Ya aprendí.
Un colega, cuando estuve muy preocupada con este tema de haber hecho
una película en primera persona, con todas las dificultades que
tuve, con todas las repercusiones en la familia y cercanos que se
generaron, me dijo: "el que juega con fuego, se quema".
Definitivamente, tenía razón. Pero es así, no lo pude evitar...
entonces, cuando analizo lo que pasó, siento que esto de la película
fue algo que me sucedió... Y bueno, por suerte ahora estoy
corriéndome un poco de estar en el foco de la película, y estoy en
este otro proyecto siguiendo a Ravi Shankar.
((artículo publicados en revista CarasyCaretas, 07/2016))
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