Tiene
publicados dos discos solistas que han llamado muchísimo la atención
en la escena indie-folk neoyorquina. Acaba de terminar una segunda
gira europea y está preparando un tercer disco. Las canciones de
N.A.P. y Who me?
llegan por primera vez al sur, a la ciudad de la que se fue Juan
Wauters, en el 2001, cuando recién había cumplido dieciocho años.
Los malos tiempos de la crisis obligaron a los padres de Juan a
probar suerte en Estados Unidos. No tuvieron muchas opciones. El
destino fue el condado neoyorquino de Queens, al otro lado del
Hudson, en el barrio de Jackson Heights. Había posibilidades de
conseguir trabajo, con otros uruguayos, con parientes y amigos que ya
se habían ido antes. La pelearon y salieron adelante.
Juan tuvo que dejar a sus amigos de la adolescencia, a los de La
Mondiola y también a los de Palermo, los dos barrios que le dejaron
una fuerte impronta montevideana. Tuvo que dejar también una
guitarra, la de sus primeros rasgueos. Se le partió el mundo a los
dieciocho. No le fue fácil. Pasó de ser un muchacho muy sociable
y con muchos amigos, a vérselas en el rol de inmigrante, algo
introvertido, buscando una identidad. Logró seguir estudiando, con
la ayuda de sus padres y la meta de ser profesor de Matemáticas.
Consiguió una nueva guitarra y le empezaron a salir canciones, un
camino que no se esperaba, una forma -de alguna manera- de
sobrellevar la distancia con Montevideo. También de hacer nuevos
amigos y de arraigarse a su nuevo barrio. Y en esos primeros tiempos
fue que armó la banda The Beets y vinieron los primeros conciertos
en locales de Queens, Manhattan y Brooklyn, sumando el aprendizaje de
las primeras grabaciones.
"Todo se fue dando, como una cosa que lleva a la otra",
dice, a la mitad del relato, en una larga conversación de boliche
que deriva entre los recuerdos de La Mondiola y la sensación de que
pasando los treinta puede decir que lleva media vida en Montevideo y
media en NY, y que la mejor forma de explicarlo acaso esté en esas
canciones híbridas que no para de componer, cantar y grabar. La
mayoría le salen en inglés, en un inglés impuro, de las calles de
Jackson Heights, las mismas que se ven en algunos de los clips
caseros que grabó con su entrañable amigo Matthew Volz.
North American Poetry se
llama el primer disco que firmó con su nombre y apellido. Empieza
con una breve intro de guitarra y aparece enseguida la voz nasal y
cortante de Wauters diciendo "I don't like you, you are a fool".
Son canciones de rimas escritas a la hora de la siesta, en tardes de
divague y de darle vueltas a melodías, con Matthew y Carmeele, que
ya lo habían acompañado en los Beets. El título del disco juega
con la sigla N.A.P., con el "to take a nap", de tomarse una
siesta y ponerse a guitarrear, más que a un tratado de poesía
norteamericana.
Hay una canción que rompe los oídos. Se llama "Escucho mucho".
Es la que muestra de manera más evidente, en el primer disco, la
conexión de tener dos vidas, dos barrios, dos territorios
emocionales. Es una canción en la esquina exacta entre Queens y La
Mondiola. Porque las guitarras y las percusiones, y también los
arreglos de esa y otras canciones de Wauters enhebran, no solamente
con originales juegos musicales con referencias a Adam Green, Moldy
Peaches y Devendra Banhart, a Dylan y a los Beatles, también es
posible encontrar relecturas de Eduardo Mateo, como una precaria
versión de "Ay ay ay" de Los Piojos que podría haber
estado entre las grabaciones perdidas de El Kinto, o uno de los
videos que subió hace poco tiempo a Youtube, en el que se lo ve
haciendo una traducción anti-folk de "El hombre de la calle",
de Jaime Roos.
Se empezó a saber de las canciones de Juan, en Montevideo, por
algunos amigos que fue haciendo y que empezaron a traer sus discos y
a contar del camino que está escribiendo en la escena neoyorquina.
Uno de ellos es Dinamita Pereda; otro es Fermín Solana, frontman de Hablan
por la Espalda. El año pasado, sin ir más lejos, el disco N.A.P.
estuvo nominado en la categoría
Mejor Álbum Indie de los Premios Graffiti. Algunos
ejemplares de su segundo disco, el Who me!, empezaron a
circular por disquerías locales, más allá de que estén disponibles en Bandcamp.
Recién después de una hora y media de charla, en el Tasende, de
compartir un par de pizzas al tacho, siento que es buen momento para preguntarle
por su primera vez, como cantautor, en Montevideo: el show que dará
el viernes 1 de abril en La Trastienda. Se desvía. Me cuenta que en
un viaje anterior a Uruguay, el primero que hizo desde que
solucionó la situación legal que le permite ir y volver, volvió a
ver a sus viejos amigos de La Mondiola y que conoció a otros nuevos -entre ellos Nico Barcia, amigo que se hizo a la distancia, además de convertirse
en fan de los Chicos Eléctricos-. Y se llevó algunos discos, entre
ellos una copia en casete que compró en la feria de Estamos rodeados, de Jaime Roos. La charla deriva a la devoción de Wauters por Roos, a quien considera uno de los más grandes, un compositor único, genial, de la misma categoría que Lennon o Dylan.
Es muy sencillo: quince
años después que se subió a un avión y dejó atrás las calles de
Montevideo, Juan Wauters se sube por primera vez a un escenario de su
ciudad. La emoción estará más que presente en La Trastienda, para
una fiesta muy especial, entre amigos, familiares y esos nuevos
amigos musicales y seguidores que viene haciendo con la magia de sus
canciones.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 04/2016))
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