Fuiste encadenando, después del Paul Cézanne, una serie de becas y
estudios en otros países. ¿Cómo fuiste cambiando o no tu mirada
artística y tu hacer artístico, a partir de esos viajes y
residencias?
La
pintura, lo que entiendo por ella, es algo que ha cambiado muchísimo
desde que comencé. Vivir en varios países diferentes, ver de cerca
otras culturas y realidades, me han ayudado a entender algunas cosas.
Al principio pensaba que pintar era simplemente “agregar”
elementos al lienzo, esta idea de que el cuadro tiene un comienzo, un
desarrollo y un final. Con el tiempo, uno se va dando cuenta que
muchas veces lo que uno decide no colocar en el cuadro es lo que
cuenta. En otras palabras, la pintura como práctica o medio es un
acto mental que luego se traslada al lienzo u al soporte, a través
de un acto físico, por ejemplo una pincelada o un plano de color.
¿Cómo
fue la experiencia de Drift Terrain, de la concepción de las
obras y el montaje, teniendo en cuenta que es un trabajo en que lo
artístico se liga con lo académico?
Muy
enriquecedora y exigente en todo aspecto. La verdad es que en la
Universidad de Edimburgo, y me animaría a decir en Reino Unido, los
estándares son muy altos. Una exposición excede por lejos lo que es
simplemente tener, en mi caso, las pinturas terminadas. Por ejemplo,
para esta exposición en particular, mi idea inicial fue imaginar al
espectador como una persona que llega a un territorio desconocido,
una tierra utópica y que poco a poco la va descubriendo a través de
las pinturas y objetos que expongo. Por momentos, pienso que lo
importante de esta muestra está en las conexiones, en la
conectividad entre los trabajos, más que en los trabajos en sí
mismos. Esto implica entender la realidad en términos de relaciones.
Hay
en tus pinturas de años anteriores un trabajo temático sobre
retratos y rostros. ¿Puede entenderse tu obra reciente como un
escape, una mirada hacia una figuración llevada al límite, a la
abstracción?
Es
verdad. Hace un par de años llegué a una especie de callejón sin
salida donde tuve que optar el camino a seguir. A nivel temático, me
di cuenta que me interesaba mucho más una imagen sin la figura
humana. Esto no significa que no me interesara la presencia humana,
sino que en realidad opté por la opción de que la imagen fuera la
mirada del espectador en sí misma, y al mismo tiempo él tuviera la
libertad de entrar a la realidad de los cuadros sin otra referencia
más allá de él mismo. Algo similar a lo que pasa en cine cuando
vemos una toma con un punto de vista subjetivo, a partir de la cual
sentimos que somos nosotros mismos los que estamos viviendo ese
momento y no que simplemente estamos observando una escena de
terceros. Mi interés, ahora mismo, en esta exposició, derivó a los
espacios de inmersión o de ilusión, de plantear la pintura como una
puerta de entrada hacia otra realidad.
¿Qué
desafíos, a nivel de manejo de la técnica pictórica, te lleva esta
nueva etapa?
A
nivel técnico, mi última experimentación es la serigrafía sobre
lienzo, de mezclar la pintura con técnicas de impresión. Me
interesa la idea de cómo la materialidad de la serigrafía -los
pigmentos, el relieve, la textura- puede llevar a una imagen
fotográfica al mismo nivel táctil que el óleo. Por otro lado,
también me atrae la idea de cómo reproduciendo un patrón mínimo
-una impresión- se puede crear un sistema complejo más vasto. Por
ejemplo, este año imprimí patrones diminutos de agua que gracias a
la repetición pueden llevarnos a un océano. Pero esta nueva etapa
ha sido más que nada muy liberadora, en el sentido de que pude unir
muchas ideas que habían estado rondando mi cabeza desde años atrás.
Por ejemplo, poder quitarme de encima la idea moderna de que el arte
evoluciona. Es decir, es mucho más liberador pensar en que cada
artista tiene disponible la biblioteca entera del arte para hablar
sobre lo que quiera: Da Vinci, Cézanne y Warhol están al mismo
nivel, ninguno es mejor que otro porque no existe tal cosa como un
arte mejor que otro. Mucho más interesante es cuando, para mí, por
ejemplo, pueden estar al mismo nivel Da Vinci, los tapices árabes y
la última publicidad de Nike. Todos son parte de la cultura visual y
todos nos alimentan por igual. Lo fascinante es cómo los conectamos
en nuestras cabezas y el sentido que crean para entender el mundo.
En
tus últimas exposiciones, sobre todo las de Edimburgo, se percibe a
tus obras como una serie de paisajes extraños, que hacen ruido, como
si estuvieran mediadas por la tecnología, incluso lo digital, pero
siempre de vuelta al trazo humano?
Exacto.
En estas últimas exposiciones -entre otras cosas- también estoy
hablando de la pintura como medio y qué papel ocupa en la sociedad
postindustrial en la cual vivimos, siendo en realidad un medio
concebido en una era preindustrial. Estamos filtrados y condicionados
por la tecnología. Las pinturas que nos rodean, desde los últimos
veinte años, o quizás más, ya no están centradas en la
representación de una experiencia visual análoga, digamos en la
mera representación, sino que están centradas en procesos de
intercambio, en operaciones desde la perspectiva del trazo humano.
¿Qué
significa pintar para vos? ¿Cuál es el valor de una imagen
artística ante tanto bombardeo de imágenes y de información?
Para
mí significa la oportunidad de intentar cambiar el sentido de
algunas cosas a través de la percepción, del lenguaje visual, de
una manera no racional ni lineal. La pintura, el arte en general, nos
hace ver la realidad en maneras que no habíamos podido ver antes de
experimentar esas obras. Después de haber visto por primera vez Los
girasoles de Van Gogh, no hay manera de volver a los girasoles de
la misma manera. El lenguaje de la pintura es único, se relaciona
con el tiempo y la historia a través de saltos temporales hacia
atrás y adelante simultáneamente. Desde que uno toma un pincel, se
conecta con el pasado, con la tradición, pero al mismo tiempo
cualquier reflexión del pasado nos puede llevar a una crítica del
presente que incluso puede cuestionar la misma estructura de esa
tradición y, en el mejor de los casos, mostrarnos el futuro.
((artículo publicado en la revista CarasyCaretas))
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