Robert Moré fue uno de los
tantos espectadores de Track, en su primer montaje, en los años noventa, y
la recuerda como una de esos momentos inolvidables que cada tanto nos
regala la escena. "Mi experiencia fue de disfrute y de una
envidia profunda y sana del talento de Jorge Elías. Me maravilló todo lo
que hizo en el escenario", cuenta Moré, que nunca había pensado en hacer ese texto de "siete personajes en busca de amor" hasta que se lo propuso Ovidio Fernández, una tarde que se lo
encontró en la calle y se pusieron a hablar de posibles proyectos. Aceptó el desafío y se puso a trabajar. No
fue fácil. Track, escrita por Fernando Schmidt, es una obra que exige al máximo, físicamente, al actor que decida llevarla a escena.
¿Por qué elegiste
hacer Track?
Antes
que nada, creo que sigue muy vigente el espíritu de lo que escribió
Fernando (Schmidt) y lo que trataba de decir en el texto original.
Track habla de soledades, de contradicciones y de gente que
intenta sobrevivir con dignidad, a pesar de ellos mismos. Todo en
clave de humor. Es una mirada tierna sobre personajes que son
queribles. Implica también -para mí, para Ovidio y para el resto
del equipo- una gran responsabilidad y compromiso ante un texto muy
bueno, que ya se hizo y de forma magnífica. Fernando, además, fue
muy generoso y nos dio la libertad de modificarla.
¿Cuánto es el
desafío, como actor, al meterte en siete personajes solitarios, tan
al borde?
Como actor es un
desafio muy grande, pero tiene algo extra que me atrae en el
discurso, en la representación. Digamos que hay un atractivo técnico
en el desafío del actor y una necesidad de montar un pequeño mundo
de voces. Estar sólo en el escenario genera mucha adrenalina, y es
un viaje en el tiempo a cuando hacía unipersonales bajo el nombre de
Grupo Lagarto, a comienzo de los años noventa.
¿Cómo te fuiste
enganchando con los personajes y con cuáles te resultó más fácil
tener buena química?
El enganche fue muy
distinto y se fueron dando por diferentes medios. Con alguno entré
por una música, en otro por los diálogos de una película. Pero
traté de encontrarles un igual en la gente que veo a diario. Creo
que la mayor química o punto de encuentro, se dio con la vieja. Hay
algo en su
malhumor que me genera
una atracción inentendible. Supongo que mi carácter explosivo se
siente identificado con ella.
Hacer tantos
personajes implica un trabajo físico y energético muy fuerte. ¿Cómo
fue el entrenamiento?
Nunca tuve el tiempo
suficiente de descansar de la locura de todo el año y la garganta
-por cierto-
no me dio respiro. Nos
afectó al punto de tener que reacomodar ensayos y dejar personajes
para otros días, porque no me daba la voz. Emocionalmente, por otra
parte, tener tantos personajes presente me tiene más alterado que lo
común. Si ya soy bastante loco, por expresarlo de alguna forma, y
cercanía del estreno siempre me altera, esta vez se ve multiplicado
por siete. En estos momentos hablo en plural de forma permanente... y
más allá de que hay un equipo de mucha gente trabajando, me siento
varias personas a la vez y todo lo hago como representante de un
colectivo de personalidades.
Schmidt
siempre aclaró que este texto es teatro, no stand up. El estreno
2016 de Track, sin
embargo, se produce en una sala que es uno de los bastiones del
formato...
Track no es
stand-up. Es una obra de teatro, con un solo actor, que nos muestra
diferentes personajes. El punto de encuentro podría ser el humor,
que es básicamente lo que hace el stand-up y que esta obra lo tiene,
pero agrega otras emociones más. Hay vínculo y contacto con el
público, pero sigue siendo teatro. Es una comunicación diferente.
Otro lenguaje. Ni mejor ni peor. Otro camino para la historia
mas vieja de la humanidad: tratar de entretener a los demás durante
un rato.
¿Cómo fue el
trabajo de creación con la dirección de Ovidio?
Excelente. Cualquier
cosa que se proponía, primero la hacíamos y luego la discutíamos a
ver si servía o no y así evitar los preconceptos. El trabajo es de
los dos, pero la brújula la tiene él. Yo propongo y él dispone, y
cuando no me sale o no voy por el camino correcto, me sugiere
posibilidades. Salvo por el hecho de que ceba muy mal el mate, el
trabajo ha sido muy libre y fructífero.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 01/2016))
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