soy glam


Vestido de puntilloso blanco -blusa de seda, pantalón ajustado y botas de cuero con taco alto- Adrián Dárgelos se contonea en el escenario dispuesto a coquetear y seducir mostrando uno de sus hombros al descubierto. Él es el rocker fronterizo, fanático por igual de Los Iracundos y de Roxi Music, capaz de pasar de un bolero al metal más crudo y no ruborizarse al acompañar con su voz un extravagante western-rock bien bizarro. Después será algo de disco, un poco de lounge, de rock maquinoso. Después la fiesta será completa y la comprobación de que los Babasónicos es la mejor banda de rock en nuestro idioma. Tal vez los chavos de Café Tacuba o Plastilina Mosh les puedan competir, pero fueron los Babasónicos quienes tocaron (y deslumbraron) en el escenario de El Ciudadano.
“Soy muy puta/ y no trabajo para vos”, ironiza Dárgelos, ríe Dárgelos en ‘Soy rock’, entre riffs que se burlan descaradamente de la pose rock-star. Grita “rock”, sacude “rock”, y es fácil comprender por qué una banda tan contundente y sofisticada, tan elegante e inteligente no tenga la popularidad que goza cualquier grupito chabón en Buenos Aires. Se quiebra el dandy cuando grita “rock”, estalla glam, amanerado. Sacude un rock puto, una vibración que jamás será alcanzada por los pudorosos y conservadores Redondos de Ricota. Después vendrá ‘Rubí’ (“Quererte así/ beberte a gotas”), un bolero naïf con bases electrónicas que tiene ese clip polémico en el que sólo aparece un adolescente masturbándose durante todo el tiempo de la canción. El viaje es por Jessico, el último y mejor disco de la banda, alternado por páginas gloriosas como ‘¡Viva Satana!’ y ‘El Playboy’, o ese regalo metalero que incluyeron extraído del hermético Babasónica.
“Soy víctima de un dios/ frágil, temperamental/ que en vez de rezar por mí/ se fue a bailar/ se fue a la disco del lugar”, juega Dárgelos en sus habituales juegos de palabras, en ‘El loco’, y la banda entera lo acompaña para mezclar disco y rap, para hacer bailar a todos los presentes con un bombo robado al tecno más vulgar de los ‘80. Van de un lugar a otro, como en sus discos -de Miami a Jessico pasando por Dopadromo-, de un estado a otro, de la furia al glam. Tienen la herencia de Virus, de Melero, pero también de Morricone, de los Beastie Boys, de Roxi Music, de los Red Hot y de Black Sabbath. Esa mezcla no puede ser rock, o sí, y todo lo que solemos escuchar es tan contracturado que... No importa, lo cierto es que Babasónicos por fin debutó en Montevideo y esperemos que vuelvan pronto para quienes se lo perdieron.
“Tan freak y tan popular/ quiero ser”... David Bowie, Brian Ferry y Brian Molko tienen razón. El gran show está en ese deseo, en esa tonta idea de ser la reina vestida de blanco, la reina de un rock que sólo puede burlarse a sí mismo y seducir a quienes pagan la entrada.

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