negro profundo

La portada del fotolibro Purgatorio es la primera imagen del relato que arman las fotografías de Ignacio Iturrioz. No es una síntesis de lo que será revelado en las páginas interiores. Apenas si adelanta un presagio de oscuridad. Lo que provoca esa imagen borrosa, entre rojos y negros que escapan a lo figurativo, es un estado, es la sugerencia de que lo que se verá a continuación forma parte de un tiempo y lugar particular. No importa si la locación elegida para todas las imágenes es el Palacio Salvo (que lo es), porque en todo caso el centenario y ominoso rascacielos montevideano oficia de escenario de un 'purgatorio' que está dado por la idea estética desarrollada por Iturrioz: llegar al negro profundo, indagar a fondo en sus matices, en su sensualidad, acercarse a los cuerpos, a los detalles, a las sombras, a la oscuridad más allá de la oscuridad. En esencia: tocar/rozar la vida. 

El purgatorio de Iturrioz ocurre en sótanos, en baños, en detalles de paredes, en formas que en ocasiones van perdiendo figuración (como la de la portada, o en otras interiores acercándose a detalles levemente monstruosos), o bien acentúan al máximo el significado (sobreexpuestas, exagerando brillos negros y grises, sobre todo en los retratos de los habitantes nocturnos fotografiados). La sucesión de imágenes, en estricto negro sobre negro, matices de grises y blancos por cierto luminosos, conforman un relato fragmentado y tremendamente humano. Otra de las cosas que sorprenden en el muy buen trabajo de Iturrioz, más allá evidente muestra de elegancia técnica, es la sensación de que el tiempo no está detenido. Hay cierto borroneo y pequeños desenfoques (además de la elección de las tomas) que dan una idea de tiempo en movimiento, resolución más que acertada al tratarse de una zona en tránsito. Hay purgatorio en Purgatorio. Hay almas, hay vida, pero sobre todo oscuridad. Aquello de “la noche está muy oscura, si me voy me perderé”, que cantaba el Darno.

Purgatorio es, además de su sobresaliente técnica, el primer fotolibro de una serie que está destinada a tener una fuerte relevancia, como ganador de la primera edición del Premio de Fotografía del Uruguay 2018.