Hay
una canción que está en el disco Aguafiestas,
la número 9, que no es de las que tiene más escuchas en Spotify y
en Youtube. No es “Clonazefank”, ni “Chill”, ni el “Juro
palabra” en dupla con Hache. Tampoco forma parte del bombazo
“Flanders” con Los Buenos Modales, ni es ninguna en las que
aparece mirando de frente a una cámara para mandarse uno de sus
insuperables voceos, como el que dejó para la posteridad en las
“Créme Sessions” de Pure Class. Nadie duda que Diego Arquero es
hoy uno de los mejores raperos uruguayos, aunque en su caso sea mitad
sevillano mitad montevideano, y que una simple mirada histórica
certifique que en los últimos años emergió una generación de MCs
que subieron el nivel, “el level” como se dice en la jerga, y de
la que él es uno de los protagonistas principales, junto con Hache,
JT, Eli Almic, Hurakán Martínez, Gabino, Berna, Sáez 93, Santi
Mostaffá y tantos otros.
“Se
que la sinceridad no vende y que prefieren verme/ vendiendo la peli
de héroe/ pá alegrarte el viernes/ Pero nunca me salió mentir/
aunque ahora esto suponga/ que escuches raperos malos en vez de mí”,
mete rimas Arquero sobre una base clásica firmada por Farath, un
loop que apenas cambia y en la que también participa JT en los
vocales. La canción se llama “Doble o nada” y es la única del
repertorio de Aguafiestas que se menciona en la entrevista que mantuvimos en bar Las Flores,
para explicar algunas cosas sobre el disco como “carta de
presentación” y variedad de estilos hiphoperos. Por eso es la
elegida circunstancial para empezar la nota, y sobre todo porque mete
el verso “¿Por qué no metes en las letras algo que pienses tú?”,
exactamente lo que le sugiere a algunos de sus colegas, y a sí
mismo, una de las tantas claves que aparecen en las líricas de
Arquero, cien por ciento autoreferenciales pero plagadas de
personajes y de pequeñas historias que demuestran que el manejo del
rap-lenguaje, del rap-métrica, lo llevan a pasarse horas y más
horas peleando con un párrafo, metido en beats imposibles,
sabiéndose él y su rapeo una máquina de ritmo, como una especie de
batería de silabeos y acentuaciones que encuentran un flow personal
que está haciendo escuela. Y por supuesto que no faltan los “one
love”, las respiraciones, las mínimas interjecciones para que en
la siguiente canción, la 10, que se llama “Feria”, se mande un tajante mirá los haters son los padres/ tengo a los del under bailando
con Flanders”, altísima ironía para marcar un lugar imposible
entre el rap social y el rap cheto, dejando claro que una ciudad como
Montevideo también se merece raperos como él y sus compas, que
conecten con la poesía y con relatos que en otras formas de la
canción han dejado de aparecer o ser creíbles.

***
Lo
autorreferencial parece indisoluble al arte del rapeo. ¿Cómo fuiste
encontrando tu tono, tu estilo personal?
D.A.:
Yo siempre he sido una persona bastante transparente, peligrosamente
transparente. Y soy también de decir muchas verdades, de exponerme.
Sin
filtro, digamos.
D.A.:
Sin filtro, sí, como si todo el mundo fuera bueno. Y bueno, tá, eso
me ha jugado buenas y malas pasadas. Pero, volviendo, lo de exponerme
no me resultó tan difícil. Y la verdad soy, como te digo,
transparente. No miento. Y creo que se me entiende bastante, como que
las personas empatizan bastante con mi persona.
A
nivel de la escritura, y del rapeo, en los primeros años 90 se dio
en Uruguay una corriente bien spanglish, y luego hubo una influencia
fuerte del rap hispano. Ahora se vuelve a dar un cruce con el
spanglish, desde el rap latino, pero se cruza fuerte con el habla
uruguayo en el caso te generación. Se puede decir que ya se rapea
como se habla, más natural. ¿Cómo se llegó a eso?
D.A.:
Creo que todo eso responde a un proceso que existe desde el principio
de las sociedades. Primero imitás y después desarrollás un estilo
más tuyo, más
propio. Es un proceso que tarda años, que implica mucha dedicación
y que no viene de un día para el otro. Y sobre todo hay que pelear
contra eso y entender cómo afecta. Hay veces que en mi caso me digo
bueno, tá, quise rimar esto en inglés porque en español no me
entra, y tampoco está mal, pero hay que ser consciente de lo que uno
hace y darse cuenta de que estás repitiendo el discurso y la forma
de hablar de otra gente. Y si vos querés tener un estilo propio, un
estilo literario propio, como lo tiene cualquir escritor que se
precie, tenés que encontrar tu forma. Yo soy de acá, yo hablo así,
y para mí quien fue un genio en eso fue Zatu, de SFDK, que siempre
habló sevillano y así llegó a todo el mundo. Después pasan cosas,
como que te agarre un productor y lo primero que te diga sea 'cambiá
el acento', 'hacelo más neutro'. Y todo eso es de cagón, en
realidad, es de cagón. Lo que pasa es que ese productor no quiere
jugársela a ver si sos el que tiene el carisma, si tenés la labia y
la esencia para que funcione. Prefiere probar con lo que ya funciona.
Y
meter autotune.
D.A.:
Igual está todo bien con el autotune, eh, a mí también me gusta.
Pero
no lo usás.
D.A.:
Yo no lo uso, pero lo voy a empezar a usar... De todos modos estamos
cayendo en una época que dentro de 5 años no se van a poder
escuchar más los discos que se graban con autotune. Es un tipo de
sonido al que le va a pasar lo mismo que a las hombreras de los años
80. Me gusta pero me va a dejar de gustar, porque son cosas que van a
quedar obsoletas y se sabe que las cosas que perduran no son tan
jugadas a algo tan particular.
Ahí
ya entramos en lo musical, en el sonido, en las bases. Y si el rap
viene de lo negro, de la cultura hip hop y los djs haciendo scratches
y 'robando' de discos de funk y jazz, acá en Montevideo se hace rap
latino, mestizo, y lo que se samplea o se produce también viene de
un jazz, un funk o un blues no tan propios...
D.A.:
A la hora de samplear se sigue yendo a las mismas fuentes, pero en
España, pero ejemplo, hay gente que samplea cosas del flamenco, y en
el rap latino, y acá en Uruguay, hay gente que fusiona también con
salsa, también con mucho tropical. A nivel global, latino o hispano,
se seguía 'robando' del mismo lado, nutriéndose de las mismas
zonas, y yo creo que ahora hay como un poco más de identidad local,
hay una noción de 'vamos a agarrar de acá porque acá hay algo'.
Ojo que eso también pasa porque que los yanquis están buscando eso,
y así se explican fenómenos como el de Rosalía, que en realidad
ella canta flamenco pero los sonidos son super hip hop, o sea, son
super hip hop moderno. Todo esto habla de una búsqueda de los
yanquis hacia la figura del latino, que sigue siendo 'Antonio
Banderas', y yo creo que al latino, a veces por complejo de
inferioridad, tiene que venir a reivindicarlo el yanqui, para que
ellos mismos se den cuenta de que lo que hacen tiene un valor.
También
hay un dilema, acá en Uruguay, de que exceptuando lo que hicieron
grupos como Contra las Cuerdas y algunas cosas de Dostrescinco, no
hay casi relación entre el rap y el candombe...
D.A.:
Tampoco hay que ser tan...
¿Tan
purista? ¿Tan lineal? Pero teóricamente el candombe podría ser uno
de los nutrientes del rap uruguayo...
D.A.:
Yo no soy purista, pero bueno, tampoco hay que... Lo que digo es que
hay que interesarse primero. No porque yo sea mitad español mitad
uruguayo voy a hacer un disco de flamenco candombe. No digo que esté
mal hacerlo; el tema es que si lo hacés que estés realmente
interesado y que demuestres que recontra lo podés hacer desde un
respeto y que no sea la caricatura del candombe, ni sea la caricatura
del flamenco.
Ni
tampoco la caricatura de lo latino.
D.A.: Exacto. Tenés que investigar. Podés hacer lo que quieras, pero hay que partir de un respeto. Y el respeto no es no fusionar; el respeto es fusionar con criterio sabiendo qué es lo que estás fusionando.
D.A.: Exacto. Tenés que investigar. Podés hacer lo que quieras, pero hay que partir de un respeto. Y el respeto no es no fusionar; el respeto es fusionar con criterio sabiendo qué es lo que estás fusionando.
¿Y
qué pasa en tu rap y en el de tu generación, acá en Uruguay?
Aguafiestas aparece
en un punto de inflexión en la historia del hip hop local, de una
cierta masividad marcada por la aparición de discos de raperos
solistas, como los de Eli, el que sacó Hache.
D.A.:
Sí, bueno, hay muchos artistas que sacaron sus discos solistas en
este último tiempo, más allá de la repercusión que pueden haber
tenido o no. Pasa que acá la historia es tan, es tan... en realidad
la historia no es tan reciente, pero sí los sucesos y la respuesta
del público así como más masiva. Y están los grupos también...
Los Buenos Modales, Dostrescinco, AFC.
De
todos modos quería centrarme en los discos de raperos solistas,
porque hay una lógica diferente: es el MC el que sale a buscar
beatmakers o djs. Y en el resultado hay un cuidado mayor de los
textos, de la literatura, de lo que se dice y cómo se dice. ¿Cómo
fue tu camino?
D.A.:
En mi caso yo fui buscando, buscando entre los beatmakers que
conocía y me gustaban. Les pedí que me pasaran instrumentales.
Primero me hice una base y armé como una carpetita de varias
instrumentales que me gustaban. Después se fue dando que por la
letra que iba escribiendo, por lo que fuera, fueron pasando el
filtro, y una vez terminada esa etapa hubo un trabajo de ida y vuelta
con los beatmakers cuando ya iba apareciendo la canción.
¿Qué
tipo de beats buscabas?
D.A.:
Buscaba que fuera un disco bastante diferente entre cada una de sus
piezas. Por eso busqué a diferentes beatmakers. Mi idea era tener
muchas cosas y poder hacer algo bastante variado, que no respondiera
necesariamente a un sonido en particular. Porque al ser una carta de
presentación me interesaba mostrar un montón de facetas diferentes
y para que se pudieran hacer una idea de más o menos qué es lo que
puedo hacer, lo que me gusta hacer. Hay hasta un
instrumental de Farath, "Doble o nada", que es una canción
que tengo con JT en el disco a partir de un beat super
clásico, como para que la gente que le guste la cosa más hardcore
dijera 'ah, mirá'. Y como yo tampoco vengo de una escuela, de un
sonido en particular, y hay un montón de cosas que me gustan, traté
de usar un poco de todo para el disco.
Y
hay una intención más bailable. ¿Lo pensaste así?
D.A.:
Sí, pero no creo que el disco sea especialmente bailable. El de Los
Buenos Modales tiene más esa impronta. En mi disco busqué ser más
autorreferencial.
Volvemos
a la escritura...
D.A.:
Sí, ahí vamos a la escritura, pero también en cuanto a los ritmos
yo sabía que quería cosas que tuvieran que ver con mi personalidad.
O sea, yo a veces soy la joda, y eso responde a ritmos un poco más
fiesteros y a una escritura más fiestera.
Y
también está el personaje "Dieguito La Amenaza".
D.A.:
Dieguito La Amenaza es un alter ego. Es más peleador, y en eso
también me gusta buscar. Pero yo no soy eso; o sea, sí soy eso,
pero no soy solo eso. Y bueno, tá, la idea era un poco hablar de
todos mis yoes. Y todos mis yoes necesitaban un montón de sonidos y
escrituras diferentes, y por eso la búsqueda de distintos
beatmakers. Y ahora es algo que siento bastante colmado, ya hice mi
carta de presentación... capaz que con el disco Aguafiestas está
bastante saciado ese camino.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 02/2019. Fotos: Alexander Laluz))
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