Hay
que remontarse al premio que ganara la dupla Stoll-Rebella en
Rotterdam, el primero de prestigio internacional obtenido por 25
watts,
para encontrar un antecedente similar al inmejorable debut de la
directora Lucía Garibaldi, en festivales internacionales, nada menos
que en Sundance, ganadora en su caso de la mejor dirección dramática
por su ópera prima Los
tiburones. Se
abre, para la directora y su primera película, un excelente futuro
que demuestra la solidez técnica y creativa de la fermental escena
del cine uruguayo, con dos o tres generaciones de realizadores de
alto nivel surgidas -tanto en ficción como en documental- desde ese
punto de inflexión que significó la visibilidad internacional de 25
watts y
luego el batacazo de Whisky
en
Cannes. En el mismo fin de semana del premio a Garibaldi, se sumó el
emotivo Goya a mejor guion adaptado para Alvaro Brechner por La
noche de los 12 años,
otro hito, aunque en su caso supone -más que una revelación- la
consolidación de uno de los más lúcidos cineastas nacidos en
Uruguay.
¿Quién
es Lucía Garibaldi? Es una directora formada en la ECU, de probado
talento en cortometrajes y en videoclips, que lleva varios años
enfrascada en la realización de Los
tiburones
y en otros proyectos en formato largo, entre ellos la ficción Última
reina y
el documental Mírame,
Roberto.
El recorrido previsto para Los
tiburones incluye
presencia en otros festivales y el esperado estreno en nuestro país,
en abril de 2019, en el marco de una nueva edición del
clásico festival de Cinemateca Uruguaya.
¿Qué
se sabe hasta el momento de Los
tiburones?
Que es una ficción ambientada en Piriápolis, que la protagonista es
una adolescente llamada Rosina y que podría inscribirse en el
particular tópico de 'película de balneario' que tantas buenas
historias ha dado al cine rioplatense, como los casos de La
perrera
de Manolo Nieto, la más reciente Las
olas de
Adrián Biniez o la destacada cinematografía de Ezequiel Acuña. Y
agreguemos a este tópico una cercanía con un 'cine de agua', en el
que se pueden contar desde La
ciénaga de
Lucrecia Martel hasta Tanta
agua de
la dupla Guevara-Jorge. No es casual, además de estas conexiones,
que los cortos Colchones
y
Mojarras,
antecedentes directos en la obra de Garibaldi, transcurran en una
casa de balneario y su protagonista sea una adolescente (el primero)
y la historia de una tortuosa de dos hermanos que escapan en un auto
en una noche de lluvia torrencial (el segundo).
La
historia de Rosina
"No
es autobiográfica", dejó bien claro Garibaldi en Sundance,
después de la exhibición de la película Los
tiburones.
“Yo no soy así, pero quizás tiene que ver con cómo me sentí
cuando estaba creciendo". Explicó luego, en la presentación
oficial de su película, que antes de definir y escribir el guion
sobre la historia de una niña que se enamora y no es correspondida,
empezó por la contrucción del personaje y por la fuerte presencia
de Piriápolis como escenario, un balneario que conoce muy bien
porque su familia tiene allí una casa de verano.
Rosina
es el nombre de la protagonista, interpretada por la actriz Romina
Bentancur. La
directora acerca más datos sobre la trama de su película en un
corto de presentación para Sundance: "Ella es una
adolescente que vive en un balneario donde se corre el rumor de que
por primera vez en la historia hay tiburones. Es sobre su primer
acercamiento con un hombre, un acercamiento bastante torpe. No sé
cómo fue que se me ocurrió hablar de esto; fue una sumatoria de
sensaciones que tuve durante años sobre lo que era crecer, sobre lo
que era hacer las cosas por primera vez, y sobre ser un poco deforme
y ser adolescente. Quería habler de un momento en particular en la
vida de alguien. Quería contar una historia sin reflexionar tanto
sobre eso, simplemente contar una historia. El personaje de Rosina
tiene como particularidad que cuando tiene que decidir si hacer una
cosa o la otra, siempre decide hacer la menos correcta. Le gusta un
poco eso. Le gusta manipular un poco. Es un personaje que actúa
rápido, sin medir mucho las consecuencias de nada, sin pensar mucho
las cosas".
Antecedentes y
conexiones
Colchones
es
la primera ficción firmada por Lucía Garibaldi, fechada en el 2006
como corto de egreso de la ECU. La protagonista es una adolescente.
El escenario es una casa de balneario. Se ve a su madre, a sus
hermanos chicos, a su tío. Hay una fuerte tensión sexual, hay una
pulsión a pasar la línea de lo correcto, de provocar algo que en el
fondo desconoce pero que la tienta. Hay una sucesión de escenas muy
bien narradas y que redondean una muy buena atmósfera. Ella espía a
su tío. Ella hace que sus hermanos vayan a dormir con su madre y la
dejen sola en el cuarto. Ella rompe un vaso de vidrio en el patio. El
tío le limpia la herida en la pileta del baño. Ella espera. Fin de
la historia.
Un
muy auspicioso debut que en el terreno de la ficción se complementa
con Mojarras
(2011),
como ya se dijo en una muy nerviosa noche de lluvia torrencial con
dos hermanos (Oscar y Chiara) que escapan de algo terrible que han
hecho y que el espectador entiende rápidamente que tiene que ver con
la muerte de la madre. Es un escape torpe, en el que el
arrepentimiento y la culpa pesan más de lo que ellos parecen haber
pensado en un primer momento. Hay buen manejo de los silencios, hay
muy buena atmósfera, hay buenas actuaciones, hay una parquedad que
equilibra los equívocos y malentendidos; todos elementos que ya
estaban presentes en Colchones.
“¿Se dio cuenta, o no?”, le pregunta insistente Oscar. Ella no
contesta. Se mete para adentro. La lluvia es cada vez más fuerte.
“¿Viste que estaba con el camisón que le regalamos?”. Aspereza,
pocas palabras, y una toma cenital del auto detenido al borde de una
carretera, algunas horas después. El auto se empieza a vaciar de
agua. Chiara encuentra un pescado muerto. Fin de la historia.
Es
difícil que no haya conexiones más o menos directas entre lo que
puede verse en estos dos cortos y el largometraje Los
tiburones.
En el estilo, en el pulso narrativo, en ciertos universos temáticos
y escenarios, pero sobre todo en esa niña que desea dejar de ser
niña, en el humor asordinado de equívocos y torpezas. También es
importante tener presente la breve pero destacada obra de Garibaldi
en el formato videoclip. Dirigió dos que han dado mucho que hablar: Antenas rubias de
los Buenos Muchachos (en una línea de producción y distribución de
una fábrica, donde trabajan los integrantes de la banda y un
enfurecido capataz interpretado por Nacho Mendy) y Canción nueva de
los Mux (un retrato fragmentario y con mucha posproducción digital de los
integrantes del grupo).

Mirada de mujer
Entre
los antecedentes audioviosuales de Lucía Garibaldi destaca la
dirección compartida con Patricia Iccardi y Flavia Quartino en el
documental Irina,
proyecto
ganador de la convocatoria 2016 del MIEM siguiendo el lema
"Participación de las mujeres en la actividad productiva".
Irina es chofer, maneja una camioneta. La pelea como puede para salir
adelante. Se compró un terreno para hacer su casa. Trabaja muchas
veces acompañada de su hijo, Román, “el mejor copiloto”. Tiene
tatuados los nombres de sus mejores amigos. Tiene tatuada en un brazo
a Pocahontas.
El
retrato que hacen Iccardi-Quartino-Garibaldi es frontal y seco. “No
sé si soy ejemplo para alguien. Me gustaría ser en el sentido de
que, bueno, de que nada es imposible, de que las mujeres podemos
hacer lo que queramos. ¿Viste que vivimos en una sociedad bastante
machista, no? Donde el hombre puede hacer lo que quiere y la mujer
no”. Esa mirada, la de Irina, está presente en la naturalidad y
aspereza de los personajes femeninos de Colchones
y de Mojarras.
Buena
parte del éxito del proyecto Los
tiburones estuvo
en el casting del personaje Rosina. No dudó en elegir a Romina
Bentancur en cuanto la vio en un video y tuvo una entrevista
personal. Fue conexión a primera vista.
“Creo
que conecté mucho con Lucía”, dijo la joven actriz, en la
presentación de la película en Sundance, cuando le preguntaron cómo
había construido el personaje. “Eso me ayudó mucho, además de
que todos mis pelos crecieron”. Y la directora completó la
historia: “Le dije que no se depilara más, y que comiera mucho
chocolate, así le salían granos. Y que si se pegaba y se caía, y
le salía una lastimadura, mejor para el personaje”.
La conversación entre
Garibaldi, la actriz de Los tiburones y
el productor Pancho Magnou con público y prensa especializada se fue
distendiendo. Alguien pregunta por
qué los tiburones. “No sé, un día se me ocurrió eso; me gustaba
la cuestión de algo paralelo a la historia, y un poco asociar al
personaje adolescente con un animal tan bello, tan desconocido, que
actúa rápido y sin medir las consecuencias. Todo eso del instinto,
esas cosas”. Otro espectador refiere a una escena en la que hay un
corte en el suministro del agua en Piriápolis. “Es
algo que pasa a menudo, eso de que se corta el agua y todo el mundo
se desespera... mi madre se desespera. ¡Mi madre, cuando vea esta
película, me mata!”, dice la directora.
En
dos meses podremos ver Los
tiburones en
Montevideo. Se anticipa como uno de los grandes momentos en la
historia del audiovisual uruguayo, y muy especialmente para un cine
de calidad y bajo presupuesto que ha generado una tradición con
mucho espíritu independiente.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 02/2019))
2 comments:
Es Ezequiel Acuña, Gabriel, no?
tuve un lapsus con lisandro. jeje
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