Un
libro que viene haciendo furor entre primeros lectores, en su mayoría
preescolares, es el punto de partida de una obra de teatro que se
impone como la opción recomendada por educadoras y especialistas
para niños de 2 a 6 años. El libro se llama El
monstruo de colores,
es una creación original de la ilustradora española Ana Llenás y
logra con sutileza y una inesperada magia acercar a pequeños
lectores un manojo de herramientas visuales que tienen que ver con
las emociones, con la llamada "alfabetización emocional".
La
adaptación teatral uruguaya de El
monstruo de colores,
con producción de El Galpón, surgió a partir de una propuesta de
Carolina Pereyra, maestra preescolar y actriz que conocía de primera
mano del boom del libro en jardines de infantes y escuelas. Ella fue
quien entusiasmó a sus colegas galponeros y apenas se pusieron en
contacto con Llenás encontraron -como cuenta Dante Alfonso, en
definitiva quien se encargó de la adaptación y la dirección del
montaje teatral- con una
persona sumamente amable y generosa al respecto.
***
¿Cómo
fue el trabajo de adaptación escénica, teniendo en cuenta que El
monstruo de colores es
un libro con un peso tan fuerte en las imágenes y en el discurso
gráfico?
Dante
Alfonso:
Toda obra es un desafío. Y si bien uno puede tener una idea de la
obra y contar con un material atractivo, el camino es largo y sinuoso
y a veces no sabemos cómo va a terminar. Uno de los principales
desafíos de esta historia en particular era cómo llevar a escena
una historia que tiene mayoría de gráfica y poco texto. En un
momento, luego de probar varias cosas, decidí incorporar a dos
titiriteros además de la actriz, pues entendí que el monstruo tenía
que ser un personaje que se representara con un muñeco y no con un
actor. La otra decisión que tomé, basado en el mismo libro, fue
trabajar con muñecos “planos,” acercándonos a la estética que
se maneja... Anna Llenás es una gran dibujante y podíamos
aprovechar esa cualidad para representar el monstruo en escena.
¿Qué
experiencia vienen teniendo en las funciones, tanto con el público
preescolar como con lo que genera en educadores, en terapeutas?
D.A.:
La repercusión ha sido enorme, realmente sorprendente, tanto a nivel
escolar como del público en general. A nivel escolar, porque es un
libro que se está trabajando permanentemente y las maestras lo han
adoptado como un material de ayuda. Es evidente que la adopción del
libro por parte de los niños ha sido también muy buena, porque se
convierte en una posibilidad de ayudarse a reconocer las emociones a
través del color.
¿Qué
es lo que pasa con los colores y las emociones? ¿Qué punto acaso
mágico se convoca a partir de las ilustraciones de Ana Llenás?
D.A.:
Hay una cosa muy concreta y es tratar de entender por qué las
maestras adoptan este libro... La práctica indica que El
monstruo de colores
ayuda a los niños a entender situaciones y comportamientos que hasta
el momento para ellos no tienen nombre. Los que trabajamos con niños
sabemos que ellos son absolutamente claros en su decisión en cuanto
a lo que quieren y a lo que no quieren; la respuesta de los
chiquilines a por qué se maravillan con el libro es porque sienten
que toca lugares que de otra forma no lo harían. ¿Por qué el
monstruo? Tal vez porque hay una estética en esta época que permite
trabajar con un monstruo sin producir rechazo, y trabajar con alguien
distinto también me parece fundamental en lo que tiene que ver con
la aceptación del diferente. Soy un gran defensor de los dibujos de
Anna Llenás porque es una gran dibujante y cada rayita que hace
tiene su motivo y genera una síntesis que no es para nada
estereotipada. Hay mucha sensibilidad en el trazo y nosotros lo
vivimos en el proceso de creación de los muñecos. Incluso al resto
de los dibujos que acompañan al monstruo y a la niña, en la
elección de los materiales que ella utiliza (cartón, papel), tienen
una plasticidad tan bien lograda que por su sencillez resulta
atractiva.
¿Qué
diferencia tiene esta obra con otros espectáculos que has hecho de
teatro para niños preescolares?
D.A.:
Como toda obra tiene sus particularidades. En ésta nos sorprende la
participación constante de los niños, ya que conocen mucho el libro
y de alguna manera cuando van al teatro lo que hacen es ratificar lo
que han visto, leído o sentido con el libro. Una de las diferencias
con otras obras para preescolares es que como los niños conocen el
personaje y la historia se da una dinámica diferente que realmente
nos sorprendió a todos. En mi caso, sentí una gran atracción por
el libro, para llevarlo al teatro, así como el pintor tiene
atracción por el lienzo el blanco antes de comenzar una nueva
pintura.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 07/2018))
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