rock viajado


Hay mil formas de hacer rock. Pero pobre del rock que no tenga un sonido viajado, ondulante, lisérgico, fiestero, explosivo y sensual. Puede sonar a capricho, a declaración de principios para iniciados en el garage, pero cuando se conjugan bases rítmicas adictivas con un dejo bailable, y las guitarras se conectan en dialectos distorsionados que se cruzan con bajos que escapan del trance y convocan a colchones de teclados vintage, la cosa -es decir, la narración de tres minutos que se llama canción pop- se desmadra en estados disonantes "que te llevan" mientras suenan mantras que dicen frases más o menos desconectadas como "te invito al mar/ ahí te puedo ahogar", "si te vas a ir/ no voy a volver", "y cuando camino/ al camino lo hago mío".
Lo que en definitiva sucede cuando una máquina así se cruza en el camino es la sensación de que esa poética rock se vuelve sencillamente irresistible. Es eso que viene de la Velvet y se mezcla con todo tipo de sustancias sonoras (MC5, T.Rex, Pixies) que han sido definidas como garage, sicodelia, rock & western, y es probable que en nuestro idioma haya que ir a los primeros Babasónicos, cuando se mandaban discos soberbios y canciones estrafalarias como "Viva Satana" y "Desfachatados".
Acá, en Uruguay, la escuela garagera que entiende al rock como esencia física, de cuerpos en llamas dándolo todo, colgándose en el viaje, tiene varias vertientes que van desde la lisergia-pos Pixies de los Buenos Muchachos y el punk americano desatado de los Elećtricos, hasta la generación que salió de la marmita hardcore de HPLE, Culpables y Santa Cruz. Las diferentes cocciones derivaron a muy buenas historias posteriores, entre las que destaca el desarrollo macumbero de Hablan mezclándose con los setenta montevideanos tan candombe-beat, los viajes callejeros de Reyes Estallar, las distorsiones de de Las Cobras o de Vincent Vega, los subibajas progresivos de La Hermana Menor, sin olvidar los desbordes blueseros de los Oro o los Druidas del maestro Mandrake. Hay buen under en Montevideo. Hay mil formas de desencadenar esa poco visible porción del rock que aún sigue teniendo fuego, un poco de sorpresa y capacidad para viajar. Y una de esas preparaciones se llama Los Nuevos Creyentes, una banda que puede definirse como rock viajado en estado puro.
El sonido bendito de Los Nuevos Creyentes -así se llama el debut del grupo- reúne once canciones, dos de ellas instrumentales. Son once bombazos que se difundieron por Bandcamp y que el quinteto garagero viene haciendo sonar desde el año 2017. Hace algunos meses se sacaron el gusto de publicar este cancionero -que no es exagerado situarlo como uno de los mejores discos de rock uruguayo publicado en los últimos años- en formato vinilo por el sello Little Butterfly. Un pequeño y merecido acontecimiento.
Ahora se suma un 7 pulgadas compartido con la banda chilena Matías Cena. Se llama Pasamontañas y se reparten dos canciones de cada banda. ¿Cómo son las dos nuevas canciones que se suman al repertorio de Los Nuevos Creyentes? "En 'Hombre Elefante' experimentamos con una zona mas relajada, una llevada mas fumeta, mientras que en 'Hay muchos como vos' vamos hacia el rock bailable", cuenta el guitarrista y cantante Matías Singer. "Ambas zonas son lugares que nos seducen mucho para lo que va a ser el próximo disco, que si bien falta mucho, puedo adelantar que andamos en busca de canciones bailables y de canciones que sirvan como ansiolitico, o como para apreciar el viaje".
Esto significa -ni más ni menos- que habrá explosiones y también momentos para bajar, como debe ser y como bien lo sabe hacer el grupo que se completa con Xelmar Borrás en guitarras, Rodrigo Gils en bajo, Santiago Bogacz en teclados y Diego Prestes en batería. Eso sí, en los próximos rumbos que tomen Los Nuevos Creyentes habrá un pequeño cambio de personal: el batero se despide para radicarse en Estados Unidos y su lugar lo ocupará Charly Priario, batero que tiene historia compartida como integrante de Culpables y algunos momentos en HPLE y Reyes Estallar. Ahora pasa a ser un Nuevo Creyente. Le tocará llevar el ritmo hipnótico de la máquina rockera.

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