canciones de la luz y otras fotografías sonoras


“Hola, me llamo Papina, ¿cómo estás?”, dice, y es ella la que se presenta antes de que la primera canción del disco Instantes decisivos arranque. Y así, entre guitarras, percusiones y sintetizadores, lo que se escucha es luz, mucha luz, y como dirá más adelante Papina en otra canción, la siguiente, “el sol entrando por la claraboya / me resulta familiar”. Toda una definición de intenciones: la canción como vehículo para decir, acompañada de sonidos que dan lo justo, lo necesario.
Las melodías de ‘Vuela, vuela’, ‘432’ y ‘Supersticioso’, si hacemos un corte del comienzo del disco, lo dicen todo: las canciones de Papina se sostienen en la fragilidad, con lo mínimo, con toques folk y con orquestaciones que agregan capas pero nunca destruyen las rendijas por donde entran los silencios, el aire, la luz, la claridad. Tal vez en ‘Supersticioso’ sea donde hay más impulso pop, en un punto que recuerda a un mix entre aires a Samantha Navarro y Carmen Pi. Pero todo vuelve pronto a otra densidad, a otros tempos, y en ‘Al mejor postor’ aparecen instantes aun más cargados, tal vez jazzeros, y las baterías y guitarras se dan tiempo para tararear versos diferentes, alejados de facilismos o chicles pop.
“Pasé por tu casa, estaba la luz prendida”, larga la canción siguiente, ‘Estufa a gas’, marcada por un punteo de guitarra que apenas progresa, que deja el aire en tensión para que Papina diga, porque de algún modo la canción parece ser un espacio-tiempo en el que ella encuentra el territorio ideal para decir y decir. Y como escribe muy bien, y los versos encadenan imágenes, sensaciones y emociones, preguntas cotidianas de amor y desamor, se empieza a percibir el disfrute de un inesperado viaje de canción de autor que tiene 13 muy buenas canciones que son 13 fotografías con la misma luz pero con distintos encuadres, escenas y elementos.
Debe destacarse, entre las canciones que siguen el recorrido de Instantes decisivos, ‘La de la luz’, en la que colabora el argentino Ezequiel Borra y se suman chelo y violín a las guitarras, y se remarca ese asunto de la claridad, de la fragilidad. “Y me hablás de la luz, y no sé mucho qué decirte”. Tal vez, un poco más adelante, en ‘Fans’, en las mil maneras de decir y desdecir y gritar “tus fans”, ella revele que sabe muy bien la respuesta, porque en ese pequeño detalle es posible constatar el talento de la cantautora en hacer foco en lo micro para dar vuelta a los sonidos, salir ganándole al silencio y que la canción sea más que necesaria (y urgente).
Después vendrán dos canciones bien rockeras, cuando se suman más voces (las Coralinas) y electricidad, pero es sobre todo en el rockeo de ‘20 narigones’, que recuerda a las primeras canciones de la chilena Francisca Valenzuela, y aparecen más preguntas que se suman: “qué pasa si soy yo, qué pasa si sos vos”, y llega a un punto máximo, en un contrapunto de oscuridad que nos devuelve a las melodías frágiles en ‘Con razón’ y las otras dos fotos/canciones que cierran el disco.
Así es Instantes decisivos, un debut que debe saludarse como uno de los muy buenos discos uruguayos de este año y que muestra además un gran trabajo en producción, arreglos y guitarras varias de Juanito el Cantor. El impulso inicial es referir a predecesoras como las nombradas (por cierto que hay rastros de Samantha, también es inevitable cierto color en los arreglos vocales que viene de Carmen Pi), pero el disco de Papina de Palma también bebe de esa naturalidad que viene de la nueva generación, de artistas muy jóvenes como Florencia Núñez y Ximena Bedó. Pero sobre todo, expone una identidad fuerte, cargada y que desde el vamos se muestra decididamente autobiográfica.


¿De qué manera tu recorrido personal, con residencias en Bogotá, Buenos Aires y Montevideo, se relacionan con tu viaje en la canción?
Viví en Bogotá entre los 14 y los 18. Cada vez que tenía vacaciones en el liceo tenía la suerte de venir a Montevideo de visita y fue en esos períodos cortitos que me volví más prolífica en la creación. La crisis siempre es inspiradora. Cualquier cambio más o menos intenso activa mi creatividad con una fuerza muy superior a la de los momentos más estables de mi vida. Creo que por eso busco todo el tiempo el movimiento, el vértigo. Estar siempre un poquito a punto de caerme me hace mejor compositora. Algunos se van a retiros creativos para poder concentrarse y escribir; yo necesito estímulo y un poco de caos. Hasta hace dos meses, estuve viviendo en Buenos Aires y seguro que los últimos dos períodos de más productividad fueron el mes en el que llegué a vivir allá y el mes pasado, cuando volví a Montevideo. Creo que esa es la relación que tienen los viajes con las canciones; vendrían a ser una herramienta para alborotarme y despertar cosas nuevas. Ojalá pudiera viajar mucho más.

¿De cuándo son las canciones de Instantes decisivos y de qué manera sentís que cada una es una foto?
Las canciones de Instantes decisivos son como un compilado de lo que hice durante toda mi vida creativa. No fueron compuestas especialmente para este disco, aunque me encanta creer que aprendieron a convivir bien. Son todas canciones de amor romántico, porque me encanta el romance y uso el despecho como a los viajes que desatan olas fuertes de creatividad. A veces son fotos de una situación muy específica, de un instante decisivo, pero siempre, aunque hablen de un objeto, o de algo abstracto, las canciones están impregnadas de mí, que estoy en permanente cambio, como todas las personas.

¿Cómo te enmarcás en la tradición de cantautoras uruguayas? Pienso en Samantha, pero también en colegas más jóvenes, como Ximena Bedó o Florencia Núñez.
Hoy somos una cantidad de mujeres uruguayas las que hacemos canciones y yo jamás me sentí marginada o pensé que se me abrían menos puertas por una cuestión de género, pero sé que no siempre fue así y estoy profundamente agradecida con Samantha o Laura Canoura, entre otras pioneras, por haber despejado el camino. En su momento debió significar una dosis alta de valentía y paciencia. Escucho a muchas colegas. A Flor, a Belén Cuturi, a Lu Mocchi, por nombrar unas poquitas y no hacer una lista larguísima, y celebro orgullosa que nos relacionen, pero si soy sincera no creo que lo que tenemos en común sea el sexo sino más bien cuestiones estéticas y sobre todo el deseo profundo de hacer música, que es algo que también comparto con varones.

Antes de Instantes decisivos hubo un par de proyectos que no se concretaron. ¿De qué manera toda esa experiencia se acumula y potencia a un primer disco que fue dando varias vueltas antes de convertirse en realidad?
Algo muy importante que me pasó fue cruzar a Buenos Aires a tocar, y entender lo cerca y lo lejos que estamos de esa gran ciudad. Había vivido en Bogotá y en España... pero nunca había ido a Argentina. Todo empezó hace dos años, cuando Luciana Mocchi me escribió con un delirio suyo de hacer una gira grupal por algunas ciudades de aquel lado y terminamos yéndonos cuatro días con Queyi, Xime Bedó y Samantha. Una vez rota esa barrera se me ocurrió que Juanito el Cantor, el productor del disco, a quien yo ya conocía y admiraba, podía trabajar conmigo si yo viajaba a Buenos Aires. Se lo propuse y aceptó. Y es como decís... anteriormente intenté concretar la producción con algunos uruguayos, pero por alguna razón se cayó todas las veces. Ahora me alegra, porque estoy muy contenta con el resultado. Me gusta mucho el disco y quiero seguir trabajando con Juanito en el futuro.

((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 12/2016))

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