Hace algunos años,
casi veinte si me atrevo a contarlos, te podía pasar que tomando
algo en un bar, de esos con nombres de la época -Taberna de
Licnobio, Utopías, La Bastilla o Amarcord- alguien se sentara a tu
mesa. Esa noche vino a la mesa una chica muy joven. Lo hizo casi en
un descuido, despreocupada, dijo “hola, ¿puedo?”, algo así, y
al instante se largó a contar una historia personal, o no tan
personal, ya no lo recuerdo, porque lo que quedó fue esa brumosa
sensación de la intimidad, de un momento único, de estar (no
presenciar). Esa conversación, como otras tantas que se
multiplicaron en ese tiempo, formaba parte de Menú de cuentos,
un espectáculo diferente, para uno, dos o tres espectadores. Teatro
íntimo. La actriz que se sentó a mi mesa fue Roxana Blanco.
La
escena es otra, o tal vez la misma, veinte años después. Explanada del Solís, una tarde de octubre de dos mil trece. Seis camas.
En cada una de ellas, una actriz le cuenta una historia a un
espectador. La intimidad se entromete entre el murmullo citadino y la
monumentalidad del Solís. Transcurrre la primera jornada de Todo
lo que está a mi lado (*) en
Montevideo, intervención escénica del artista argentino Fernando
Rubio. La misma obra que acaba de ganar el premio principal en
el Festival Noorderzon de Groningen, Holanda, y que se viene
presentando en diferentes espacios públicos de Argentina, Chile,
España y otros países.
“El disparador de
Todo lo que está a mi lado fue un recuerdo olvidado durante
más de 25 años”, cuenta Fernando Rubio, que observa cada detalle
del estreno de su obra en Montevideo. “El primer momento en mi vida, a los
cuatro o cinco años, en que me quedé solo. Fue un recuerdo
traumático, que me acompañó varios años durante mi infancia y lo
había borrado durante mucho tiempo”. Después de activarse la
idea vinieron las imágenes, el concepto y las sucesivas puestas en
escena que fueron completando el actual proyecto. “Este espectáculo
es el más extremo entre los que vengo desarrollando desde hace quince años en relación a mis
pensamientos y acciones acerca de la intimidad, el espacio y el
cuerpo de los espectadores”.
Rubio dice que una de
las claves de Todo lo que está a mi lado es
hacerlo con artistas del lugar. La propuesta implica economía
en gestos y movimientos, hasta el punto de extremar lo mínimo. Una
de sus premisas es la de “buscar en el otro ese espejo que
les permita atravesar la obra como un acontecimiento imborrable e
irrepetible”. Una de las derivaciones más importantes de este
trabajo está en el intercambio: entre los espectadores y las
actrices, y para él, acaso sea un saludable escape del pasado trauma
infantil: “Me ha sorprendido, acá en Montevideo, el diálogo
enriquecedor que tuve con las actrices y con otros artistas al pensar
el teatro y el arte general. Un diálogo en el que lo estético se
cruza directamente con lo ideológico y una mirada esencial sobre lo
que hacemos. En ese sentido, ver la obra Bienvenido a casa, me
provocó todo eso como espectador. Una obra genial de la que hablaré,
sin lugar dudas, como una de mis mejores experiencias como espectador
en los últimos años”.
(*) El espectáculo se repone durante marzo de 2014 en la Explanada de Teatro Solís. Horarios: 19, 19.15, 19.30, 19.45 y 20 horas. Localidades a la venta en red UTS y Teatro Solís. Actrices: Vicky Novick, Estefanía Acosta, Soledad Frugone, Ana Pañella, Victoria Pereira, Josefina Trías, Valeria Fontán.
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