la imagen proyectada

El orden de los factores, si hablamos de historia y fotografía, altera sensiblemente el producto. Una posible historia de la fotografía, por ejemplo, es una cosa muy diferente que utilizar la fotografía como herramienta de estudios históricos. Tampoco se recorrerán los mismos caminos de investigación si la decisión es hacer un estudio más o menos dinámico entre ambos parámetros y centrarse en un espacio-tiempo determinado (Uruguay, 1840-1990), objetivo de la empresa en la que se embarcó el Centro de Fotografía hace algunos años, con miradas diversas y anclaje fotográfico y un fuerte énfasis en la producción de conocimientos historiográficos.
El equipo integrado por Magdalena Broquetas, Mauricio Bruno, Alexandra Nóvoa, Isabel Wschebor y Clara von Sanden exhibe un sesgo definido y particular: todos ellos tienen formación universitaria en ciencias históricas y todos han trabajado en numerosos proyectos de investigación relativos a documentación y preservación de imágenes, o bien en la organización de exposiciones y publicaciones sobre fotografía histórica. Tres de ellos -Broquetas, Bruno y von Sanden- son coautores además del primer tomo de Fotografía en Uruguay. Historia y usos sociales: 1840-1930, primera parte de un largo trabajo que culmina con la edición este año 2018 del tomo dos, que se ocupa del periodo 1930-1990.
El libro reúne ocho trabajos que entrelazan grandes líneas temáticas que permiten abordar distintos "usos" de la fotografía en Uruguay, articulando el terreno de lo público y de lo privado, y dando cuenta de buena parte de la producción de imágenes en el periodo estudiado. Hay enfoques muy específicos: Isabel Wschebor analiza, en el artículo 'Capturar el conocimiento', los usos científicos de la fotografía y el cine en Uruguay, mientras que Clara von Sanden se centra en el ámbito de lo privado, en la fotografía en la vida familiar. Alexandra Nóvoa, por su parte, se encarga de mapear la fotografía en el terreno del arte y su investigación diferencia dos periodos: 1930-1967 (amateurismo y modernidad) y 1966-1990 (la renovación del Foto Club Uruguayo y el surgimiento de la fotografía "de autor").
Los restantes cuatro trabajos son decididamente políticos y relativos a la utilización de la imagen principalmente por parte del estado (propaganda y construcción de identidad nacional) y por los medios de comunicación (en diarios y semanarios). Mauricio Bruno desarrolla la difusión propagandística del Uruguay, desde el estado, con cierto énfasis en lo turístico, en dos artículos: predictadura, 1929-1972; y dictadura, 1973-1983). El propio Bruno firma también un estudio sobre la fotografía periodística ('Entre la información y el entretenimiento', 1930-1966), mientras que Magdalena Broquetas analiza el fotoperiodismo en tiempos de movilización social y dictadura (1959-1985).

Miradas y puntos de vista
El primer acierto de los autores reside en neutralizar el sentido que suele tener la difusión de imágenes antiguas. Todas las fotografías que ilustran los artículos -relevadas de archivos públicos o privados, publicaciones, instituciones, museos- tienen similar carga simbólica a las miles de fotografías que circulan y se comparten en foros y redes sociales dedicadas al ejercicio superficial de la nostalgia. Sin embargo, la resignificación, la puesta en contexto, permite que esas mismas imágenes oficien de 'pruebas' y de sólida base de construccion de necesaria y bienvenida reflexión histórica.
Las imágenes utilizadas por el equipo de investigación dejan de ser simples representaciones de un tiempo pasado, o la definición que se elija del mágico acto fotográfico, para asumir la condición de esencia de lo que se relata y teoriza en cada artículo de este bienvenido segundo tomo de Fotografía en Uruguay. De ese modo, las fotografías exhibidas -desde una portada de Mundo Uruguayo donde se ve a una mujer votando, una foto privada de tres niños en un balneario o una toma aérea de la inauguración del Mausoleo en Plaza Independencia, por poner tres ejemplos al azar- expresan, proyectadas al presente de la investigación, y luego del lector (o del espectador de la exposición que se exhibe en la fotogalería del Parque Rodó), algo más que sus respectivas singularidades: el punto de vista de quien la tomó, la técnica utilizada, la buena fortuna o no de la composición. Lo que asoma, en cada foto y en la construcción colectiva del ensayo, y como centro del asunto, es el hecho de que cada fotografía pone en debate su propia identidad y el "uso" posterior para el que fue tomada y ahora nuevamente mirada, como objeto histórico cargado de sentido.
Otro gran acierto tiene que ver con las temáticas elegidas. Si bien puede ser debatible la pertinencia de incluir otras miradas específicas complementarias, sobre temáticas como "fotografía y fútbol", "fotografía en las artes escénicas" o "fotografía y espacios urbanos", las elegidas y analizadas permiten cubrir espacios sociales de relevancia, tanto públicos como privados y que aportan novedad al ser disparadoras de investigaciones no transitadas anteriormente. Tal vez, en el futuro, podría pensarse en unidades de estudio con lineamientos más cerrados, especialmente en lo que tiene que ver con profundizar en el uso de la fotografía en el ámbito de lo privado (no solamente lo familiar, también en sociedades civiles como clubes deportivos, asociaciones de inmigrantes, etcétera) y en ese universo interminable que tiene que ver con la prensa gráfica y los archivos de diarios, semanarios y revistas.
En definitiva, un libro que significa un gran aporte al conocimiento historiográfico del siglo XX uruguayo y que muestra el riquísimo diálogo e intercambio de ideas propuesto desde el Centro de Fotografía con la academia. También configura un buen punto de partida para futuras investigaciones, teniendo en cuenta el vacío existente en la materia, a excepción del libro Historia de la fotografía en Uruguay, de Juan Antonio Varese.

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