Son
de la Plata. Dicen que es una ciudad muy húmeda, de inviernos
insoportablemente fríos. Debe ser por eso que los discos que viene
haciendo EL MATÓ desde hace más de una década suenan a
construcciones fuertes, envolventes, que lo cubren todo, entre muros
de guitarras y melodías perfectas. Necesitan ese tipo de discos,
ideales para quedarse a vivir adentro de ellos y tratar de salvarse
del frío, de la humedad y del hastío. La síntesis
O'Konor es un disco de
oro, para descubrir y volverse adicto, un dignísimo sucesor del
emblemático La dinastía Scorpio.
La
Plata tiene más de una historia musical irresistible. No me refiero
a los Redondos. No quería escribir sobre ellos y siento que ya lo
estoy haciendo y que corro riesgos si continúo. Sí, es verdad, los
tengo marcados, para bien o para mal, y también es verdad que podría
discutir horas sobre la manera en que las
canciones de Oktubre
se nos metieron en todo, en absolutamente todo, hasta en entenderlas
como síntomas de alguna verdad tan pendenciera como ridícula. En
todo caso, siento que La Plata tiene otras bandas sonoras que
considero aún más entrañables que el insufrible
artefacto-ricotero-de-rock-para-las-masas.
La
Plata es "Agujero interior", de los Virus, canción capaz
de hacer bailar a un muerto.
La
Plata es poner a todo volumen "Siempre acampa", de los
Peligrosos Gorriones, y no poder contener la sonrisa, porque es de
esas canciones que provocan todo tipo de muecas liberadoras y no me
pregunten por qué, en todo caso preguntenlé a Bochatón.
La
Plata es "América", una genialidad de canción
performática de ese animal llamado Manuel Moretti. Una deformidad
melodramática.
La
Plata es Adicta. "Tu mal". Más deforme, casi queer, casi
rozándose con Virus.
Con
esas cuatro canciones se podría armar un ep platense ideal. Se le
podría agregar, como bonus track, una canción de Embajada
Boliviana, esa banda deliciosamente punk, bien under, bien loser, que
llegado el caso se subió a la lista por ser referencia directa de la
banda platense, estrictamente de rock, más importante de la
historia. No, no me refiero a los Redondos. ¡Basta de caer en el
teatro contracultural del Indio Solari! Estoy hablando de El Mató,
sí, de El Mató a un Policía Motorizado. Porque es una banda que ha
sabido crear construcciones fuertes, envolventes, que lo cubren todo,
entre muros de guitarras y melodías perfectas. Porque es una banda
que ha parido dos discos adictivos y hermosos: La dinastía
Scorpio y La síntesis
O'Konor.
¿Cuál
es el mejor de esos dos discos enormes? Es una pregunta que no lleva
a ningún lado. Lo siento. Por mi experiencia, solo puedo decir que
la adicción que tengo hacia La dinastía Scorpio
es tan grande que hasta hace unos días no me animaba a dejarme
llevar por las ondas sonoras del nuevo disco. Tampoco me animaba a ir
para atrás en el tiempo, pero me regalaron hace poco el libro "La
ruta del sol", que se centra en la trilogía de El Mató y en
donde el periodista Walter Lezcano aprovecha para inmiscuirse en los
comienzos del grupo. Y como sinceramente una de las materias que más
me interesan tiene que ver con el inicio de las cosas, estuve
haciendo un poco ese viaje contrario y me metí en el lo-fi y la
crudeza extrema de El Mató, de lo que los une, entre otras cosas,
con esa banda de culto llamada Embajada Boliviana. Pero es verdad,
también, que en estos días me propuse finalmente escuchar La
síntesis O'Konor con la
atención que merece. Un poco porque estaba la chance de conversar un
rato con Santiago Motorizado y había que pensar preguntas,
disparadores, lo que fuera para obtener algo interesante. Otro poco
porque neces despegarme un poco de La dinastía Scorpio,
y comprobar si existe alguna canción que supere en intensidad a
"Chica de Oro", que por cierto incluiría como primera del
Lado A del ep platense ideal.
Entonces
fue que le pregunté a Santiago Motorizado por esos dos discos, más
bien por qué cosa, para él, diferencia a un disco del otro. Esa fue
la primera pregunta que le hice, que se la mandé enganchada con la
particular manera que tiene el grupo de enhebrar influencias kraut
rock alemán de los 70 con vivencias contemporáneas en una ciudad
tan húmeda y fría como La Plata.
DE
NEU! a CAM: "Mirá,
nosotros somos muy fans del kraut, pero sobre todo de Neu!, de esa
ala del kraut rock, de esa cosa machacante, que toman un poco los
Stereolab. Eso fascina, ¿viste?, está buenísimo, y nosotros lo
mezclamos con varias cosas, con algo más propio, más crudo. Menos
elegante, por decirlo de alguna manera. Y se genera una cosa así,
medio noise kraut, que está buena. Pero lo que pasó con el último
disco, con La síntesis,
fue que un día llegó Gusti a un ensayo con Future Days,
de Cam, que es la otra ala del kraut, a la que no le habíamos dado
mucha bola, y nos pusimos a escuchar ese disco. Y flashamos, ¿viste?,
nos encantó, pero era como nada que ver, porque si bien tiene esa
cosa machacante, está todo sobrecargado, con mucha percusión, con
la vocecita de Damo Susuki ahí, tarareando melodías increíbles. Y
flashamos con eso, y creo que ahora, en esta última etapa, lo que
hay es más influencia de eso que de lo otro, más influencia de Cam
que de Neu! Y nada, está bueno que así sea".
***
No
hay tiempo ni espacio de hacer arqueología kraut alemana en
profundidad. Pero siempre viene bien volver un poco a ese tiempo, a
los primeros años 70, cuando la música se escribía con intención
de futuro, cuando la ciencia ficción tenía el sentido y la
dirección de la modernidad. Ahora es otra cosa. Del otro lado del
apocalipsis la sensación de futuro asfixia, se vuelve insoportable.
Y tiene razón ese gran amigo escritor que sostiene que no hay
nostalgia en escuchar OMD o Gary Numan, porque al escuchar esas
genialidades del synth-pop lo que hacemos es conectar con un tiempo
que todavía no sucedió, que está adelante, por lo que retomar el
kraut de Neu!, o de Cam, no sería exactamente un ejercicio retro,
vaciado de contenido, sino un diálogo con lo que genera más vértigo
y que en este tiempo parecemos tener vedado: el futuro.
Y
vuelve, y se hace más que necesaria, la pregunta de siempre. ¿De
dónde vienen las cosas? ¿O , mejor dicho, cuáles fueron las cosas
que tuvieron que ocurrir para que podamos escuchar, en este 2017,
algo tan perfecto como el nuevo disco de El Mató? (Digresión:
prometo tratar de explicar en próxima columna cómo este disco se
complementa con el nuevo de Arcade Fire, teoría conspirativa tan
personal como errónea. Lo prometo ahora, antes de casi desaparecer y
dejar entrar al relato el testimonio, claro y luminoso, de Santiago
Motorizado).
***
LA
FORMACIÓN: "Tengo un recuerdo de La Plata que es bastante
parecido a lo que es ahora. Ensayábamos en el barrio, y ahora lo
seguimos haciendo, a pocas cuadras de aquellas primeras veces, que
eran en la casa de Diegui (Diego Darrigrán), que ahora tiene su
proyecto que se llama Koyi y está por sacar un disco nuevo por
Laptra. Diegui tenía una casa que estaba a mitad de construir. Uno
de sus hermanos vivía en una casa que estaba adelante, terminada, y
otro hermano vivía atrás, en una casa bastante precaria, que no
tenía ventanas ni paredes revocadas. Parecía un paisaje hostil,
bastante sórdido. Lo era. Pero nosotros nos juntábamos ahí y le
poníamos un poco de magia. Habíamos llevado equipos de guitarra,
instrumentos, y era como una sala comunitaria por donde pasaban
varias bandas. Ahí se gestó El Mató y también muchas otras
bandas. Había bandas que se formaban una tarde y duraban a lo sumo
un par de ensayos; otras duraron hasta el día de hoy. En ese
momento, la banda formaba diferente. Diegui, el dueño de casa,
tocaba la batería. Gato (Javier Sisti Ripoll) y Manu (Manuel
Sánchez) tocaban guitarras, y yo tocaba el bajo. Después Diegui
pasó a la guitarra, cuando entró Willy (Guillermo Ruiz Díaz) en la
batería. Llegamos a tener tres guitarras: Diegui, Gato y Manu. Pero
al final quedó solo una guitarra. Porque Gato no quería ensayar
nunca, medio que se fue yendo de a poco, y se concentró en 107
Faunos. Y porque Diegui trabajaba todo el día y era imposible
coordinar con él. Así que por eso fue que lo invitamos a Gusti
(Gustavo Monsalvo), y ya quedó la formación definitiva".
LAS
CASAS DE SANTI: "Ese tiempo fue de mucho frío,
porque La Plata es una ciudad húmeda y la mayor parte del año hace
frío. Y como cuando llega el verano viene una humedad horrenda, y la
gente se va, así que, bueno, se puede decir que La Plata es una
ciudad fría. Y esa casa, la del fondo de lo de Diegui, sin ventanas,
era todavía más fría. Pero estaba buenísima. Tengo recuerdos
hermosos de todo eso. Me acuerdo que la íbamos tuneando con cosas
que encontrábamos en la calle: sillones, alfombras; le íbamos
poniendo una onda. Era una cosa así, medio jipi pobre, pero era muy
linda, con olor a cigarrillo, cerveza e instrumentos. Todo esto de
los primeros ensayos fue después del secundario, en la época que ya
estábamos en la facultad. Yo estudiaba en Bellas Artes pero no iba
mucho, era mal estudiante... Previo a todo eso, tengo el recuerdo de
la epoca previa de El Mató, como que fue una época oscura. No
pasaba nada grave, pero sí de estar de noche, vagando. Nos
juntábamos mucho en la casa de la abuela de Manu, que es también la
abuela de Morita (Mora Sánchez), porque ellos son hermanos, y ella
es mi novia, tecladista de 107 Faunos... Bueno, era como un refugio
que teníamos ahí, enfrente del Teatro Argentino, que es como el
centro de la ciudad. Es una casona grande, vieja, y como los abuelos
a esa hora estaban siempre durmiendo, nos juntábamos ahí a fumar, a
charlar, en los años del secundario. Ahí, de esos años, me pegó
Embajada Boliviana, que es una banda mítica de La Plata, punk, como
muy ramonera, muy cancionera, con mucho sentimiento.
Cuando conseguí el casete de Embajada, que para comprarlo había
que ir a una concesionaria de autos en la que trabajaba el padre de
uno de los chicos, creo que el bajista, y el tipo te lo vendía, me
acuerdo que lo puse y que entraba el sol por la ventana de mi pieza,
y se veía el polvillo ese que se ve cuando entra el sol. Y me partió
la cabeza. Porque era como muy desprolijo y se notaba que era como la
grabación de un ensayo, pero atrás de esa desprolijidad, de toda
esa cosa cruda que también me generaba empatía directa, había unas
canciones, unos temazos, cantados con mucho sentimiento, mezclados
con urgencia. No sé, todo eso lo transformaba en un combo increíble.
La voz de Julián, ¿viste?, cantando con toda la energía posible,
era una cosa que chau, me partió la cabeza. Y también estaba esa
cosa real de la desprolijidad, de la crudeza, del lo-fi, que era como
motivador. Te daban ganas de accionar, de querer tener tu propia
banda, de estar en un plano más real. Eso pasa mucho con el punk,
que es como más primitivo y uno se anima más a abordarlo, y también
pasa cuando es una banda de tu ciudad, bien cercana".
***
-
¿Sigo?
-
Seguí.
-
¿Para adelante o para atrás?
-
Te propongo un desvío, si querés.
-
Dale.
-
Que me cuentes qué libro estás leyendo en estos días.
***
EN
BUSCA DEL ORIGEN: "Ahora estoy leyendo "Please
kill me", "Por favor, mátame". No sé por qué
lo dije en inglés. "Por favor, mátame", se llama. Es un
libro que siempre quise leer. Me acuerdo de cuando salió, pero no se
conseguía fácil la versión traducida, y ahora en el último viaje
que hicimos a Europa lo pude conseguir. Es la historia del punk, pero
todo narrado a través de testimonios. No hay una voz que relata.
Todo el tiempo son testimonios, sacados de una colección de
reportajes, que van armando una historia. Arranca con la Velvet, pasa
a los Stooges, después a MC5, y bueno, después va entrando en el
mundo de los Ramones y todo eso. Es increíble el formato ese, de los
personajes hablando cada uno, porque por ahí sobre una misma
historia habla Lou Reed y después John Cale dice una cosa diferente.
Eso es lo que estoy leyendo ahora".
***
Me
sorprende un poco. No el hecho de que Santiago Motorizado esté
leyendo ese libro, sino la sensación de que la entrevista se desliza
hacia ese recurrente lugar del testimonio y del origen de las cosas.
De eso trata, se sabe, el imprescindible "Please
kill me", y también es parte de la estrategia a la que recurrí
para escribir el libro que hace unos pocos días terminé (sobre los
orígenes de Los Estómagos y la creación del primer disco del grupo
pandense, el legendario Tango que me hiciste mal),
y que el hecho de poner punto final me habilitó tiempo y cabeza para
volver a esta columna de discos que tenía abandonada. Son varios
meses en los que apenas pude armar una nota sobre el regreso del rey
Charly García. No pude desviarme del viaje a mis orígenes. Los
Estómagos son mi propia Embajada Boliviana. Y por eso toca ahora
concentrarme en un disco de los grandes. Le comento a Santiago de mi
creencia de que La dinastía Scorpio y Jessico de
Babasónicos son los dos grandes discos del rock argento del siglo
XXI. Insuperables.
Entonces,
algo se vuelve a tensionar en la conversa y noto un pequeño gesto de
que quiere tomar otra vez la palabra. De que quiere seguir con esas
historias, las suyas, las de esa ciudad fría y húmeda. No tengo
idea qué mierda piensa Santi Motorizado sobre los Babasónicos. Pero
como hace un rato me dijo que era fan de Queen (una parte de la
entrevista que se fue a la papelera, pido disculpas por ello), y una
vez, en pleno éxtasis glam de los Babasónicos, allá por el año
2000, flashee en uno de sus shows con que eran los mismísimos Queen,
no sé, algo se tensionó, y eso es bueno que suceda en una
conversación.
***
TE
VOY A HABLAR UN POCO MÁS: "Sí, voy a seguir hablando un
poco más, de esos primeros años con la banda, cuando empezamos con
los primeros ensayos y ya con la banda establecida, con Gusti...
Había como un denominador común, ¿no?, que era esa música,
puntualmente, que era nuestro fanatismo por la música independiente
norteamericana de fines de los 90, pero mezclado un poco con Nirvana,
con los Pixies, con lo que pasaba en La Plata. En los noventa éramos
muy fans de los Peligrosos Gorriones, que era como el referente
alternativo en la ciudad, y eran un poco parte también de la camada
que fue Babasónicos, Los Brujos, Massacre. Eso era lo que nos
pegaba; queríamos continuar un poco con ese lenguaje, pero a nuestra
manera. Sentíamos un poco que en ese momento faltaba eso,
que faltaban representantes de un lenguaje alternativo. Un poco la
idea era esa, la idea del comienzo de la banda... Yendo otra
vez más atrás, me acuerdo que en la secundaria teníamos un casete
que era como nuestra Biblia, que era un compilado del sello Matador,
con un tema de cada banda: Guided by Voices, Yo la tengo, Catpower,
Sonic Youth, etcétera. Y nada, era increíble, y un poco eran las
bandas referentes. No solo por el lenguaje artístico y musical, sino
por cómo hacían las cosas, cómo mezclaban todo eso con el arte
visual. Todo eso me enloquecía, era genial, y era un poco lo que nos
marcaba, lo que marcó ahí, en ese momento. Después se fue
ampliando un poco el universo, pero la matriz está por ese lado. Así
fuimos desarrollando el lenguaje de la banda".
EL
PRIMER DISCO: "Antes de salir a tocar, me acuerdo que yo
quería grabar un disco. Porque siempre, con mis bandas anteriores,
bandas del secundario que no duraban mucho, la grabación del disco
había sido un momento conflictivo y después no se llegaba a ningún
lado. Entonces, eso era importante, por lo menos para mí. Y les
dije: 'grabemos un disco, porque si sale bien significa que va a
estar todo bien. Y de paso, empezamos a salir a tocar y ya tenemos
algo para mostrar, para regalar, para vender, para lo que sea'... Ahí
vino otro tema: yo tenía que hacer canciones, escribir letras; así
que me animé un poco a hacer eso y por suerte a Manu le gustaron las
que le mostré, ¿no?, porque en caso contrario habría sido una
catástrofe. Ese momento de mostrar tus primeras canciones tiene como
mucho nervio, pero básicamente fue muy importante el apoyo de Manu,
porque después me animé a mostrárselas a un par más, a todos les
gustó, y eso me envalentonó. Así que juntamos un grupo de
canciones y grabamos el primer disco. Lo grabamos de manera casera,
en un estudio que había armado Miguel Canel, que era amigo de un
amigo. Y nada, un capo Miguel. La verdad que fue muy paciente. Porque
nosotros teníamos claras algunas cosas, pero a nivel técnico
nuestro lenguaje era limitado y pedíamos cosas raras. Estuvo bueno.
Estuvo bueno toda esa experiencia de grabar ahí, probando cosas,
sumando capas".
LA
TRILOGÍA: "Para el segundo disco, Navidad de reserva,
yo ya estaba más seguro con las letras. Yo siento que ahí entendí
un poco por dónde tenían que ir las letras... algunas letras del
primer disco hoy las veo con un poco de verguenza, como que no me
convencen mucho. Pero a partir de Navidad de reserva creo que
están bien, y ya un poco como que la banda, con cierto ruedo, se
asienta en un sonido así, más El Mató, que queda más definido en
ese disco. Después, con Un millón de euros, bajamos un
cambio, porque conceptualmente queríamos que la trilogía fuera
'nacimiento, vida y muerte'. Y como Navidad de reserva era un
disco navideño, pero de Navidad medio rasposa, Un millón de
euros tenía que ser un disco más luminoso, con menos
distorsión, más despojado. Por eso el sonido fue para ese lado,
para después retomar la oscuridad en el apocalipsis que fue Día
de los muertos. Todo eso fue la previa de La dinastía
Scorpio, que básicamente es todo ese sonido acumulado, pero
abandonando la atmósfera de estudio casero para ir a grabar a ION,
que es un estudio mítico en Buenos Aires. Pero sin perder la
esencia, ¿no?"
LAS
COSAS PUEDEN TERMINAR BIEN: "Eduardo Bergallo, que es como
una eminencia en Argentina, que grabó varios discos con Cerati y
Soda Stéreo, que es como muy mainstream, fue el que grabó La
dinastía Scorpio. Él propuso grabar la banda en vivo en lugar
de hacer un disco de laboratorio, que es lo que hacen todas las
bandas cuando llegan a un estudio grande. Tocamos todos juntos en una
sala muy grande que tiene ION y que está muy buena para ese tipo de
proyectos. Nos propuso eso; tocar en vivo, captar esa esencia, no
meter mucha mano. De alguna manera creo ese disco cierra toda esa
primera etapa, de lo que fue el primer disco y la trilogía. Ahora,
cuando encaramos este nuevo disco, La síntesis O'Konor,
decidimos hacer un trabajo más de laboratorio. Estuvimos mucho
tiempo trabajando en preproducción, abandonando esa crudeza de ir al
grano en ciertas cosas, para adentrarnos en profundizar en detalles,
en partes, en sumar ciertas complejidades... Igual siento que es muy
difícil hablar de esto, porque quiero ser cuidadoso y no hablar como
que esto es una idea superadora de lo otro. Es otra elección, es
otro camino, pero esto no es mejor que lo otro, ni lo otro es mejor
que esto. Pero como lo otro ya estaba hecho, quisimos darle un giro
al sonido de la banda, empezar a explorar en cosas que teníamos
muchas ganas de explorar. Fue el momento entonces de juntar todas
esas ideas, que aparecen acá, en este disco, que por eso, de alguna
manera, genera una especie de quiebre en el sonido El Mató. Porque
fueron muchas ideas, mucha información acumulada, y la verdad es que
estamos contentos. Fue mucho trabajo, pero fue muy placentero, muy
divertido, y terminó bien, ¿no?, porque las cosas pueden terminar
mal, pero terminaron bien".
***
Ahora
estoy escuchando el nuevo disco.
Ocurre
la hipnosis.
Me
traga.
Me
lleva hacia un lugar que no conocía aunque lo siento confortable, un
lugar que tengo claro que protege del frío y la humedad. Por eso a
los montevideanos nos sienta tan bien el sonido El Mató. Es una
banda que se lleva bien los Buenos, con La Hermana, con las bandas de
Pau, con Julen, con La Foca, con Buceo, con los Nadadores.
Estoy
en mi casa, una casa con ventanas pero que necesita reparación
urgente de la azotea.
Ese
maldito asunto de la humedad.
Afuera,
la lluvia.
Sigo
escuchando el nuevo disco de El Mató.
No
puedo decir nada sobre él.
O
puedo decirlo todo.
Sólo
diré que se me está volviendo irresistible.
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