Analía Torres en "Parada Olivera". |
Laura Almirón, Analía Torres
y Lucía Trentini son las tres actrices seleccionadas para la
convocatoria Ellas
en la Delmira. Protagonizan
tres unipersonales que revelan la fuerte visibilidad que en los
últimos años está teniendo, en la escena teatral, una dramaturgia
uruguaya con una fuerte y necesaria mirada de género. 1975,
Parada
Olivera y
Música
de fiambrería pueden
verse durante marzo.
El teatro uruguayo actual, y esto es perceptible sobre todo en la última década, se ha abierto a otras voces, y la dramaturgia dejó de ser un territorio casi exclusivamente masculino. Siempre hubo grandes actrices, en las últimas décadas también grandes directoras y técnicas, pero no hace mucho que la palabra dramatúrgica femenina se ha vuelto visible.
“Nuestras obras son textos contemporáneos creados por mujeres y representados por mujeres”, dice Lucía Trentini. Además de una definición, la autora y protagonista de Música de fiambrería deja entrever una nueva realidad, no tan habitual hace 20 o 30 años. Aprovecha Trentini, en la conversación, para dejar claro que las obras seleccionadas en el ciclo "Ellas en la Delmira" “tienen en su canto y en su expresión una mirada femenina, que no deja de ser una mirada amplia y que abarca también temáticas universales que involucran directamente al ser humano, independientemente de su género”.
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¿Qué signos comparten las obras que presentan ustedes, y de qué manera recurren a temas como la memoria y la identidad?
Laura Almirón: Creo que lo que tienen en común es que en algún punto todas pasan por estados que son comunes a todos los seres humanos: el amor, la soledad, la muerte. En 1975, específicamente, está más que presente el tema de la identidad y la memoria. Es la historia de una mujer que mantiene vivo el recuerdo de su hermano desaparecido. Habla de la pérdida de esa familia, pero también nos habla de la historia de un país, y en esa pérdida está representada la desaparición de tantos otros; esa herida que aún sigue abierta.
Analía Torres: En Parada Olivera el tema de la identidad es algo que casi estructura toda la dramaturgia. El tema de aceptar lo que uno es, de donde uno viene, de que te miren por lo que sos: una persona, antes que todo. Y trabajé sobre mi identidad para escribir y luego actuar este texto. De dónde vengo yo. De dónde viene mi madre. Mis raíces. Y al buscar en ese sentido me encontré con el campo. Con el lugar donde vive una parte de mi familia materna. De ahí surgió la necesidad de traducir esas vivencias en un material escénico de ficción. Yo soy lo que escribo.
Lucía Trentini: A partir de charlas que hemos tenido, coincidimos en que queremos hablar de los vínculos; del amor en todas sus expresiones. Hay un universo común que tiene que ver con el interior profundo de nuestro país en mi obra y en la de Analía [Torres], y hay un pasado añorado en el caso de los tres trabajos. Está muy presente también un delicado abordaje hacia el abuso en el caso de Parada Olivera, y hay abuso sexual propiamente dicho en Música de fiambrería, pero también aparece un abuso que subyace a las tres piezas y que se relaciona con la violación de los derechos y un grito desesperado frente determinados hechos que vivencian los personajes.
¿Sienten que hay un cambio en la escena teatral uruguaya, en los últimos años, en cuanto al rol de la mujer en la escena?
LT: Siento que la escena teatral uruguaya está colmada de mujeres talentosas e incluso referentes. Esto es algo que se mantiene; tal vez lo que ha cambiado en los últimos años es el lugar que se les da y el protagonismo que, producto de su trabajo, estas mujeres empiezan a tomar.
LA: Hay grandes directoras y dramaturgas, mujeres que tienen estilos bien definidos, con voz propia, y que desde hace años trabajan sin parar. Eso seguramente, en algún punto, ha ido alimentando también la posibilidad de que muchas otras se animen a escribir, a dirigir, a hacer oír su voz desde el teatro.
¿Cómo es la experiencia de ustedes dos, Lucía y Analía, específicamente como dramaturgas?
AT: Yo percibo que hay más mujeres que están iniciando sus propios proyectos teatrales, y que están empezando a escribir como vehículo para llevar a la escena sus universos, sus discursos. Creo también que en el tema de la política cultural y de género se están abriendo espacios para estimular iniciativas femeninas.
LT: Considero también que el rol de la mujer dramaturga está surgiendo en respuesta a una necesidad de hablar de determinados tópicos que nos interesan, así como del propio hecho de actuar y encontrar textos que nos colmen y no resulte estimulante abordar. Una cosa viene de la mano de la otra, del mismo modo que sucede con la dirección.
Laura Almirón en "1975". |
AT: Si hay un cambio en el teatro uruguayo, es en parte resultado de acciones que se vienen gestando no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo. Desde esta perspectiva, este ciclo es un gran ventanal para mostrarle a la sociedad uruguaya que hay mujeres jóvenes que están escribiendo, que están creando, que son líderes de sus proyectos. Todavía queda mucho por hacer. Porque, si mirás con atención, los ciclos de festivales, las carteleras, los roles como la dramaturgia y la dirección, siguen siendo casi monopolizados por el componente masculino.
LA: Es muy importante que existan este tipo de convocatorias y ciclos; haber sido seleccionadas es sin duda una gran alegría para nosotras, y cuando digo nosotras también me refiero a Sandra Massera, que es quien escribió y dirige el monólogo de 1975.
LT: Que Música de fiambrería sea parte de este ciclo implica una linda oportunidad para seguir compartiendo este trabajo y volver a hacer una pieza que se va resignificando según el contexto y el paso del tiempo.
* 1975. Actriz: Laura Almirón. Dramaturgia y dirección: Sandra Massera. Descripción: una mañana de fines de verano, una mujer ve algo en la orilla del mar que no olvidará nunca. Premio Florencio a mejor texto de autor nacional 2015.
* Parada Olivera. Actuación y dramaturgia: Analía Torres. Dirección: Yamandú Fumero. Descripción: Parada Olivera es el lugar donde nació y creció la protagonista de esta historia: una prostituta. Transcurre entre el presente urbano y el recuerdo del campo.
* Música de fiambrería. Actuación y dramaturgia: Lucía Trentini. Dirección: Diego Arbelo. Descripción: performance que explora el paisaje montevideano nocturno y narra las transformaciones de una actriz para entrar y salir de cada uno de los seres que la habitan.
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SÓLO UNA ACTRIZ DE TEATRO
Gabriel Calderón escribe, por encargo de la productora teatral Reverso, un monólogo para una gran actriz, nada más y nada menos que Estela Medina. De la dirección de escena se encarga Levón. La obra se titula Sólo una actriz de teatro. El equipo se completa con Laura Pouso, que ofició en el doble rol de producción artística y de dramaturgista, lo que equivale a decir que acompañó el proceso de Calderón. “Ella me acompañó durante todo el proceso”, dice el dramaturgo. “Me guió, y esto fue muy importante en este proyecto, en cómo y en cuándo estar o no presente, porque claro... para mí, tanto con Levón como con Estela, no hay sólo un tema de respeto de roles, sino de respeto a las figuras que ellos son en el teatro nacional. A veces pude sentirme intimidado, pero ahí siempre estuve muy acompañado por Laura, que también aportó –con su talento– en la dramaturgia”.
La obra tiene como punto de partida un recurso escénico que lleva directo a la autoficción, o por lo menos a un juego de roles entre Estela Medina y su maestra Margarita Xirgu. Incluso podría hablarse de un tratamiento documental. Porque, en la escena, Estela ha sido invitada a dar una conferencia en España sobre Margarita. Mientras el público espera, aparece una servidora de escena que, de a poco, irá iluminando el camino de un viaje a la memoria. “Es la vez que he estado más próximo a Margarita”, cuenta Calderón. “Sobre todo por intermedio de Estela, que la conoció y admiró. Es una gran admiración a una mujer que dejó una impronta muy fuerte, que cambió muchas cosas, que fue arriesgada, que trajo autores nuevos, que pedía y exigía que se estrenaran autores emergentes. A veces se tiene una visión de Margarita, y también de Estela y Levón, como si ellos defendieran a los clásicos, y en realidad –a las pruebas me remito– ellos siempre están esperando autores emergentes... La verdad es que trabajar con ellos ha sido una gran lección, pero creo que la lección más grande va a venir ahora, cuando se estrene”.
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