"Inundar de gente la plaza para que no inunden Misiones”, fue la consigna que
reunió en setiembre de 2013 a distintas organizaciones sociales y
grupos ambientalistas del noreste argentino y de la región. La
urgencia era poner freno a un proyecto de megarrepresa, en el alto
Uruguay, en el puerto de Panambí. Se decidió marchar, a pie,
recorriendo pueblos y ciudades, hasta llegar a Posadas, la capital
provincial. Fueron cinco días épicos, con sabor a revuelta popular,
exigiendo al poder político respuestas dignas frente a las grandes
corporaciones y pidiendo la convocatoria a un plebiscito para que el
pueblo sea, en definitiva, el que decida sobre los ríos.
La
marcha fue registrada por las cámaras de los documentalistas Gustavo
Carbonell y Elián Guerin. El tono que eligieron fue el de
registrarlo todo, el que exige el cine urgente y político, pero
ajustándose a un tono de road
movie militante que se
respira en Ríos libres
y que la hace una
película en movimiento, marcada por los avatares de la mítica
marcha hacia la plaza de Posadas.
“Cuando me enteré
de que se estaba gestando esta marcha y vi el contexto, tan adverso
en cuanto a la difusión, a los medios, muchos de ellos comprados por
el gobierno provincial, con la intención de querer hacerla
invisible, como si no existiera, me di cuenta de que como
documentalista tenía que registrarla, estar ahí”, cuenta
Carbonell. No había tiempo para inscribir el proyecto en el Incaa,
pedir subsidios ni para otras minucias. “Había que resolverlo ya;
la marcha iba a ser en unos quince días y yo estaba en Misiones”.
***
O
sea que la marcha ambientalista a Posadas te encontró en Misiones.
Gustavo
Adolfo Carbonell: De
hecho, la marcha me encontró recién llegado de Colombia, después
de haber estado muchos años viviendo allí. Pero me crié en
Misiones; me considero un hijo de la región, de toda la vida, por lo
que me sentí afectado, tanto por el tema como por las ansias de
registrar una acción donde estaban comprometidos muchísimos
compañeros que conocía de toda la vida. Y también por tanta gente
que tiene su vida, su cultura, su economía, en estas dos costas que
tiene la provincia: la del Paraná y la del Uruguay, que si bien es
un río más manso y sereno, y que había sido más preservado
ambientalmente, era esta vez el centro del conflicto. Entonces sentí
que tenía que hacerlo. Lo que pensamos al principio era registrar la
marcha, montar algo y que fuera una herramienta de lucha, de
difusión, para trabajar con las comunidades. No tenía, en un primer
momento, otras aspiraciones.
¿El
plan inicial fue el de registrar, el de estar ahí, en la urgencia de
la acción?
GAC:
Sí. Y te podrás imaginar que más que cine documental era cine de
urgencia... Lo que hicimos fue meter la cámara adentro de la marcha,
por lo que el registro es casi de cine directo. Si bien no podés
tener un guión de hierro, que es lo bueno que tiene el documental,
que te obliga a abrirte a lo que vas encontrando, hay que tener bien
clara una cierta manera de encarar. Y fue eso: hicimos que la cámara
fuera un marchante más. La metimos adentro. Fue muy interesante lo
que generó; porque ese tono ayuda a romper el aislamiento en la
comunicación, que es lo que pasa cuando quieren hacer invisible una
lucha social, o una lucha socioambiental, como en este caso. Este
tipo de documentales tiene una importancia enorme porque rompen el
aislamiento. Alcanza con pensar que Argentina, por ejemplo, produce
tanta television, miles y miles de horas de imágenes, pero esa
televisión que se consume tiene muy poco que ver con la
idiosincrasia de sus habitantes. Aunque sea un trabajo titánico, con
este tipo de obras se puede romper el aislamiento cultural y
comunicacional que nos permita mostrar las realidades de nuestros
pueblos.
¿Les
sorprendió la repercusión que ha tenido Ríos
libres fuera de
la provincia de Misiones?
GAC:
Que el documental haya
trascendido de ser una herramienta local, pequeña, a ser exhibido en
festivales y que haya accedido a pantallas como la red de salas
digitales del Mercosur, o que sea subtitulado al portugués y se vaya
a exhibir en salas de Brasil, o que se hayan hecho giras por
Argentina, Paraguay y ahora en Uruguay, muestra que el tema importa y
que el drama que se expresa en la marcha de Panambí es apenas una
excusa para contar por qué no se pueden seguir haciendo
megarrepresas en zonas subtropicales. Lo que pasó es que la película
ayudó a instalar el tema y el debate en toda la región, cuando
antes era un problema invisible y regional, minimizado por los
grandes medios y los gobiernos. Así que Ríos
libres demuestra cómo
este tipo de cine urgente, documental, se puede comprometer con la
gente, con los grandes temas. Demuestra también la importancia de la
narrativa, de lo que se cuenta. Cuando tengo la oportunidad de hablar
con jóvenes que empiezan a hacer cine, siempre les digo que
privilegien lo que se va a contar, lo que se dice, y no tanto el
empaque. Yo estudié en San Antonio de los Baños, en Cuba, y pasé
por toda esa desenfrenada carrera tecnológica que fue desde el
celuloide a lo digital, que de alguna manera democratiza un poco más
la posibilidad de contar sin tanto presupuesto.
¿Qué
está sucediendo, en definitiva, con los ríos?
GAC:
Lo dicen claramente
los testimonios que se ven a lo largo del documental. Ellos dicen que
las corporaciones y los gobiernos toman al río, al agua, como
combustible, no como elemento natural. En ese sentido, se sigue un
modelo extractivista, de utilización de los recursos. El agua de los
ríos pasa a ser inmediatamente casi una matriz energética. [Adolfo]
Pérez Esquivel, cuando cierra el acto en Posadas, dice que hay
muchas otras alternativas, la eólica, la biomasa y la fotovoltaica,
con las que se podrían sustentar las economías regionales, y
termina preguntando por qué no se piensa en ellas como sustitutas.
Fue muy claro en eso, porque sabe que no hay respuesta a esa
pregunta, ya que la energía de las megarrepresas es para exportar,
para darles energía a los grandes centros urbanos: San Pablo, Río
de Janeiro, Buenos Aires. Es así, y el documental entonces les da
voz a los afectados, que dicen que ya dieron demasiado, que la
provincia va a quedar como una isla pequeña, con un gran impacto
socioambiental, y que además es un gran negocio de la industria del
cemento. Hay cosas de las que no se habla y que están sucediendo en
los ríos: una megarrepresa tiene una vida útil de 50 años, lo que
en términos humanos es muy poco. Porque generar semejante impacto,
atajando un río, hundiendo poblados, relocalizando personas, no es
buen negocio para las comunidades. Eso es lo que está pasando y lo
que se vivió con Yacyretá, con Itaipú y con otras represas. Por
eso se pide una consulta popular, aun sabiendo que el problema excede
a los gobiernos, porque son proyectos superestructurales y
supranacionales. Ahora mismo hay un recrudecimiento en este tema,
porque [el presidente argentino Mauricio] Macri empezó a hablar de
que hay que aprovechar los ríos para darle movimiento
hidroeléctrico. Él sabe mucho del negocio porque viene de la
industria del cemento, así que es un problema, es todo un problema.
De hecho, la situación puntual en Misiones se va a ir radicalizando.
¿Qué
tipo de intercambios, y de experiencias, fuiste encontrando al
exhibir la película en festivales y otros auditorios?
GAC:
Todo es muy
enriquecedor. Porque, al fin y al cabo, lo que se busca al hacer cine
es el contacto con la gente. La película se ha mostrado en todos los
ámbitos que te puedas imaginar: en clubes de fútbol, en gremios y
en salas tradicionales. Lo que te puedo decir es que siempre se
termina hablando de temas socioambientales, de luchas similares y
otros temas relacionados. Acá, en Uruguay, nos han preguntado, y con
mucha preocupación, qué va a pasar con el manejo de las aguas allá
arriba. Pero en Colombia tenían conflictos similares, como en el
sur, donde construyeron megarrepresas a sangre y fuego. Me han
contado de marchas en países de Centroamérica... todo eso hace que
la gente se refleje directamente con lo que se ve en la película. El
documental potencia eso. No pensábamos que fuera a trascender de esa
manera... que la gente se quedara a conversar después de las
proyecciones.
¿Cuál
es el nivel de conciencia sobre temas ambientales en nuestros países?
GAC:
Hace un tiempo, si
planteabas algo así, te miraban como si fuera medio de ciencia
ficción, o como si mostraras algo que no estaba comprobado o que no
iba a suceder. Hoy no es así, sobre todo desde las nuevas
generaciones. La gurisada tiene un grado alto de conciencia sobre lo
que está sucediendo; y no me refiero solamente a no tirar la basura
en el contenedor, sino un poco más allá, a lo macro, sobre el gran
proyecto que tiene que ver con este modelo de acumulación de
capitales. Está todo tan afectado que hoy no se pueden esconder los
desastres. Y más allá de los distintos grados de conciencia
socioambiental de nuestras comunidades, todos nos estamos
preguntando, aunque sea solamente por curiosidad, por qué sólo se
planta soja, por qué tenemos más inundaciones, por qué quieren
hacer minería a cielo abierto y después se derrama cianuro en los
ríos.
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“Misiones
ya dio mucho. Tiene la triste experiencia de la que hasta hace poco
tiempo fuera una de las represas más grandes del mundo, Itaipú,
casi en la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Y
después, 300 kilómetros más abajo, la de Yacyretá, con un impacto
socioambiental aún mayor en cuanto a la afectación directa del
medio ambiente y también de lo que se dio en llamar los barrios de
relocalizados. En Panambí va a ocurrir lo mismo. Se pretende llevar
a los habitantes de la zona a otras áreas urbanas. Les prometen una
casa, como si el tema se cerrara con eso. Pero a personas cuyos
bisabuelos y abuelos fueron pescadores, o fueron campesinos
minifundistas, que vivieron en la orilla del río durante toda su
vida, si las relocalizás en áreas urbanas les hacés un daño
irreparable. Para colmo, en el caso de Yacyretá, los agarró el peor
momento del neoliberalismo y lo que tenés ahora son tres
generaciones de desocupados, algo que los transforma en bombas de
tiempo social. Son barrios de gente sin trabajo, porque los sacaron
de la costa y no los atendieron más”. (GAC)
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