Pep Tosar en "La historia del señor Sommer". |
Los espectáculos que se verán en el festival Temporada alta de Girona (*), tienen rodaje de años de
escenarios y festivales, y de diferentes maneras han marcado el
camino actoral de cada uno de ellos. En el caso de Pep Tosar, su señor
Sommer, adaptado a un showman de cabaret literario, se estrenó en
Barcelona en 1994 y lleva un recorrido de más de 1.500 funciones. Óscar Muñoz sorprendió en el prestigioso festival de Avignon, donde su
versión de uno de los textos más crudos y poéticos de Koltès fue
considerado por la crítica una “obra maestra”. Acorar, tour de
force actoral de Toni Gomila, después de 300 funciones en catalán inició
una segunda vida en castellano que fue presentada por primera vez en
el festival de Huesca.
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Se suele afirmar que el formato
unipersonal es el más exigente para un actor, tanto en lo físico
como en lo emocional. ¿Cuánta es la exigencia, para ustedes, en
este tipo de espectáculos en los que hay que salir a escena solo,
con el personaje?
Óscar Muñoz: Mucha. Al cien por
ciento. En mi caso, que en la obra interpelo al público a tres
metros de distancia, incluso a veces tocándolo, siento muy fuerte
esa exigencia. Pero, al mismo tiempo, no puedo encarar el trabajo
desde la sensación de exigencia, sino que debo trabajar desde la
sencillez, haciéndolo fácil, sin esfuerzo, con ligereza. Sin el
peso de la exigencia ni la carga de reivindicación social y humana
que el texto trae implícito. Todo eso reluce por sí solo, a pesar
del personaje; él está en lo humano, en lo sencillo.
Toni Gomila: La concentración es
básica. Y también el respeto al montaje. Siento que uno nunca puede
confiarse, no puede perder nunca las ganas de contarlo. Por todo
ello, el monólogo teatral –no el stand up comedy, que es otra
cosa– no permite tregua, nunca va a ser salir, decirlo y marcharse,
siempre será ahora o nunca, dejando toda la energía y emoción.
Nunca será una rutina ni permitirá la relajación del intérprete.
Pep Tosar: Bueno, les aseguro que
no conozco nada tan exigente, en todos los sentidos, como el
espectáculo que voy a presentar en Montevideo. De hecho, después de
más de 1.500 representaciones de La historia del señor Sommer, creo
que estas van a ser las últimas.
¿Qué lazos encuentran, en común
o no, entre las tres propuestas del festival, que de alguna manera
representan al teatro de Cataluña en Montevideo?
Toni Gomila: Posiblemente las
tres propuestas tengan en común la búsqueda de respuestas a la
relación entre el individuo y la sociedad donde vive: cómo se forja
una cultura común, cómo se mantiene, cómo se sobrevive a los
cambios culturales y a la presión de los grupos dominantes. Y, más
que importante, en qué lugar quedan los sentimientos.
***
De Süskind a Koltès
¿Qué tiene de especial el
personaje creado por Süskind, que te ha acompañado a lo largo de
tantos años y funciones?
Pep Tosar: Creo que el secreto de
la novela de Süskind, y del espectáculo teatral, es que el
espectador consigue experimentar una suerte de catarsis al poder
reírse de las tragedias que enfrentan al niño protagonista con los
adultos que lo rodean. Y como esto es algo que hemos vivido todos, en
el fondo el espectador se ríe de sí mismo, experimentando cierta
liberación.
O sea que el espectador se
reconoce en lo que pasa en la escena...
Pep Tosar: Bueno, es que todos
llevamos al niño escondido dentro de nosotros. El tema de la obra
es, sin lugar a dudas, la pérdida de la inocencia, y creo que
Süskind consigue tratarlo de forma bellísima y divertida.
Óscar Muñoz. |
¿Qué sucede en La noche justo
antes de los bosques, con el personaje delineado por la poética tan
particular de Koltès?
Óscar Muñoz: El personaje apela
a la confraternidad humana. Busca desesperadamente un compañero, un
abrazo, lo que es esencial en la condición humana. Busca algo que
todo el mundo necesita y para lo que, en el fondo, creo que
básicamente luchamos en nuestras vidas: amor. La dimensión poética
del texto reluce a pesar del montaje en sí. Precisamente en nuestro
montaje buscamos huir totalmente de la poesía, bajar el personaje y
la situación al ámbito de lo real, de lo terrenal, buscar con el
público un contacto totalmente humano y directo. Hemos bajado el
personaje a su sitio, a la calle; huimos del artificio teatral, de lo
poético; y buscamos que el personaje tenga un contacto directo con
el público, mirando a cada espectador a los ojos e incluso
tocándolo. Y todo eso, paradójicamente, ha hecho que la dimensión
poética sea más potente. Generamos dudas en el espectador. ¿Cuándo
empieza la función y cuándo termina? ¿Qué es realidad y qué es
ficción? ¿Quién me está hablando? ¿El personaje? ¿El actor? ¿La
persona que está ejerciendo de actor porque está interpretando un
personaje? ¿Koltès?
¿De qué manera el espectador se
reconoce en el personaje, o en ese otro desconocido que encuentra en
una esquina?
Óscar Muñoz: Eso es lo potente
del texto. Ver que realmente el personaje les está hablando de ellos
mismos. De cada espectador en concreto, de sus miedos. Este texto,
debido a la convención teatral, hace que escuches a alguien que te
interpela por la calle, quizá alguien que tacharías de loco y que
normalmente rehuirías. Pero en cuanto lo escuchas te das cuenta de
que eres tú mismo, con tus miedos.
La esencia de Acorar
¿Cuál fue el punto de partida,
en tu caso, para la creación de Acorar, que puede enmarcarse en lo
que se ha dado en llamar “dramaturgia de actor”?
Toni Gomila: En mi caso, estuve
dos meses trabajando con Rafael Spregelburd, en Buenos Aires, para la
versión en catalán de su obra Todo. Entre otras cosas, pude ver
Vestuario de hombres, el espectáculo de Javier Daulte, del que me
impactó su reflexión sobre Argentina y los argentinos. Salí
convencido de que quería hacer algo sobre mí y mis paisanos
mallorquines. A partir de ese impulso y de algunos hechos sucedidos a
finales de los años 90, como la moneda única en Europa, los
alemanes comprando territorios en Mallorca, la sobrasada –nuestro
emblemático producto gastronómico– conquistada por la química,
construí la metáfora y escribí Acorar.
Toni Gomila. |
¿De qué manera el espectador de
diferentes lugares se reconoce o no en la propuesta?
Toni Gomila: El sentimiento de
pérdida de valores culturales que causa la globalización, la
modernidad en su conjunto, es común en todos lados: conocemos mejor
el mundo anglosajón y tecnológico que el nombre del árbol que
crece frente a la puerta de casa. La desconexión con el medio, la
pérdida de lenguaje, la nostalgia del recuerdo del abuelo o la
impotencia frente a la incapacidad de dominar el código de
referentes culturales de nuestras comunidades para transmitirlos a
mis hijos son comunes en todos lados.
Entre dos lenguas
¿Cómo manejan, en cada caso, el
moverse entre dos territorios lingüísticos, entre el catalán y el
castellano?
Óscar Muñoz: Perfectamente, sin
ningún problema. Somos una sociedad bilingüe. Es más, el hecho
afortunado de poder hablar con soltura dos lenguas enriquece la obra
en sí misma. Es verdad que aunque seamos una sociedad bilingüe hay
una lengua que es la que domina en el subconsciente, la lengua
materna, la de la cuna, la de la familia, que en mi caso es el
catalán. Pero una vez hecho el pequeño esfuerzo de trabajar un poco
más la versión castellana, el texto corre con fluidez y las dos
lenguas se enriquecen una a la otra.
Pep Tosar: Llevamos haciendo esto
toda la vida. Estamos acostumbrados. De hecho, resulta bastante
enriquecedor viajar por los matices de los dos idiomas.
Toni Gomila: No sólo es traducir
las palabras, es adaptar el sentido de la historia, encontrar la
horma del zapato como si fueran otros pies.
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Teatro contemporáneo
“En estos tiempos se usa muy
poco el teatro como espacio de reflexión, y mucho menos como
herramienta de combate o de provocación. Ya lo dijo Lorca en 1931
–y, por cierto, el panorama no ha cambiado mucho–, aquello de que
mientras autores, actores y directores estén en manos de empresas
absolutamente comerciales, sin control literario de ninguna clase, el
teatro entero se hundirá cada día más. El teatro, como él decía,
debe imponerse al público y no el público al teatro” (Pep Tosar).
(*) Festival a realizarse en Montevideo entre el viernes 10 y el domingo 12 de febrero de 2017.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 02/2017))
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