no le temerás a albert pla

Albert Pla y Pedro Páramo, abril de 2019.

Hace exactamente nueve años escribí un artículo bastante largo sobre Albert Pla. Se publicó en la desaparecida revista Freeway con el título "El malo de la película se llama Albert Pla". Iba a ser una entrevista y terminó siendo un texto sobre la imposibilidad de hacer una entrevista. El resultado de un primer cuestionario vía email y luego de una breve y exasperante charla telefónica con alguien llamado Albert Pla, que mostró una pasmosa tranquilidad, como si acabara de salir de un spa, no pasó de monosílabos y la constatación de que Leo Masliah es uno de sus artistas preferidos. Tuve que optar esa vez por un relato alternativo, para el que me ayudaron dos buenos amigos: Marcelo Bertalmío (el cineasta uruguayo radicado en Barcelona, quien me inició en la literatura de Roberto Bolaño y es fan ultradical de Pla) y Martina Gadea (cantautora uruguaya y amiga personal de Pla). Ambos dieron algunas buenas pistas sobre quién es Pla y ayudaron a alimentar el misterio.
Al manager del artista le gustó aquella nota y hace unos días decidió contactarme vía email para ofrecer una previa al espectáculo que vendrá a presentar Albert Pla las noches del 11 y 12 de mayo de 2019 al Solís. Me recomendó hablar a distancia, por whatsapp. Le contesté que sí, pero que prefería por correo electrónico, valorando tener más chances en un intercambio escrito que en una conversación que derivara en respuestas breves y silencios incómodos. Sabía que igual iba a perder, que todo iba a salir mal, como la primera vez, como le pasó a decenas de periodistas que intentaron, intentan o intentarán entrevistar a Albert Pla.

Parte uno: Albert Pla
El espectáculo 2019 del catalán se llama Miedo. No tengo exactamente "miedo" al fracaso, ni tampoco parece importante ese detalle, aunque la primera pregunta que decido enviarle refiere a lo que dice Charly García en "No bombardeen Buenos Aires" ("tengo hambre, tengo miedo"). O sea, busqué acertar algún punto de interés inesperado. Tenía otras cartas en la manga, entre ellas la sabida decepción (por decir una palabra suave) de Albert respecto a España y hacia la monarquía, y su adhesión histórica y radical a causas independentistas.
Recibí, algunas horas después, las respuestas. Calificarlas de respuestas es una interpretación optimista. Una serie de evasivas y desvíos más o menos erráticos derrumbaban las mínimas esperanzas que tuve al escribir las preguntas. No conocía a Charly García (era lo más lógico, pocos conocen a Charly fuera de-la-Argentina y el Río de la Plata) y tampoco la canción a la que refería la pregunta. Dijo que tenía miedo de sí mismo y de mil ochocientas cincuenta cosas más, entre ellas los smartphones, y se excusó elegantemente de responder preguntas de coyuntura política ("mis opiniones están penadas en España con entre cinco a quince años de prisión"). A la pregunta de por qué se puso a escribir un espectáculo sobre el miedo, de si era por la votación de Vox y las declaraciones de Andrés Calamaro, responde que miedo le pareció "una palabra muy corta con significados larquísimos".
Entre los pocos aportes logrados por el cuestionario, se puede destacar que elige la linterna como la aplicación más útil de su teléfono móvil y que se divirtió mucho dirigiendo el clip que hizo de la canción "América es más grande", cantada a dúo por Kiko Veneno y Martín Buscaglia. Poco, muy poco, o más bien nada que pudiera ser interesante para armar y sostener una nota digna. Pero encontré un detalle nada menor. La pregunta más naïf (¿por qué le había gustado la nota publicada en Freeway?), tuvo una respuesta desconcertante: "Jamás leí una nota mía", escribió. Este detalle, lejos de lastimar mi ego periodístico me alentó a pensar varias estrategias para seguir dando pelea. La primera fue que debía entrevistar al manager, con la convicción de que el verdadero diálogo de hace nueve años, y también el del aquí y ahora, sigue siendo entre periodista y manager. Pla es meramente el pretexto. Viene a ser, ni más ni menos, un artista genial que se desentiende de cuestiones triviales. Y el manager, supuse, podría (y debería) tener la secreta chance de contestar algunas preguntas interesantes. ¿La actitud de Pla es signo de estupidez, de alguna incapacidad comunicacional, o simplemente un juego, con algo de pose o de reivindicación de un secreto? Cosas por el estilo. En efecto, Pedro Páramo es el responsable de reavivar el desafío en este año 2019. Sí, leyó bien estimado lector: el manager se llama Pedro Páramo y no es un gafe ni un recurso literario. ¿Quién mejor que él para contarnos algo privado y que no sepamos sobre Albert Pla?

Parte dos: Pedro Páramo
No vayan a pensar que Pedro Páramo solucionó el problema. No hubo magia alguna en la conversación ni el espíritu de Rulfo le escribió el guion adecuado a mis intereses de hacer "la nota distinta". Tal vez no fueran interesantes las preguntas. Me dejó, eso sí, perplejo. Sentí el fracaso al tropezar con una segunda piedra. Pedro Páramo dice que llamarse así lo lleva estupendamente, porque "le da un plus cuando habla con un gestor o un programador cultural o un periodista, sobre todo si es mexicano" (¿debería desviar la conversación a la novela de Juan Rulfo, alejarme definitivamente de la novela catalana?). Me cuenta luego que Albert y él "empezaron a trabajar juntos en el año 1995" (lo que indica que lo conoce muy pero muy bien) y que lo vive como "un laburo muy gratificante donde hay que poner aptitud, pasión y trabajo para obtener buenos resultados" (temo dormirme si siguen más respuestas por el estilo). Y agrega: "Albert es un artista muy creativo que propone cosas nuevas constantemente y yo como productor me encargo de conseguirlas" (más bostezos).
El error estaba ahí, explícito: el manager no daría un solo paso en falso. Ninguno. No entregaría un mínimo desliz, nada que lo pusiera en aprietos. Seguramente Pedro Páramo tenga mucho para contar sobre Albert Pla. Veinticuatro años son muchas horas, muchas carreteras, muchas copas. Pero no es este el momento. Tal vez exista una futura oportunidad, pero habrá que esperar y sobre todo jugar en un mano a mano. Imposible "a distancia". Otra prueba más que da la razón a los que detestan las entrevistas telefónicas y las entrevistas por email con personas que no están dispuestas a decir/escribir absolutamente nada fuera del libreto. No se puede mirar a la cara. No se puede ejercer ningún tipo de persuasión. Le pregunto, ya tirado en la lona y humillado, si a él le gustaría que Albert fuera más "razonable", entendiendo como razonable una mejor comunicación con los entrevistadores. Le pregunto aquello de si es estupidez, incapacidad, juego, pose o secreto. Juego fuerte, más allá de toda elegancia. "Nada de eso, simplemente son sus señas de identidad. Le cuesta hacer entrevistas y no le gusta mucho hablar de sus proyectos... Prefiere, en todo caso, que lo contéis los periodistas".
Así que, en este momento del relato, me toca "trabajar" y seguir los deseos del artista. Me toca entonces informar que Miedo es una apuesta multimedia muy original, que cuenta una historia a través de la música, textos teatrales y tecnologías vanguardistas, entre ellas el video mapping y que además es una puesta en escena que sorprenderá a todos los asistentes. El superlativo último se debe a que estoy siendo (casi) literal con palabras de Pedro Páramo, y ahora lo seré también con otras que me había dicho antes Albert Pla: eso de que en Miedo se sacó las ganas de compartir el escenario con gente que no está en realidad en el escenario y de que, por si alguien lo dudaba, no tiene miedo alguno de subirse a un escenario (siempre pensé ingenuamente que todos los artistas lo tenían).

Parte tres: deconstrucción
Pasé a un tercer y último intento: la mirada de los otros. No sabía que con esa simple estrategia podría recomponer cierto relato de las varias veces que vino Albert Pla a Montevideo (siempre acompañado por su fiel escudero Pedro Páramo), algo que no deja de tener interés en el juego de desenmascarar a Albert Pla. ¿Hay algo especial en su historia con Montevideo? De hecho, tiene bastantes amigos por acá, entre ellos la citada Martina Gadea (decidí que no la consultaría para esta nota) y Nicolás López (músico electrónico más conocido como Loopez). Pero cuando se le pregunta a él sobre qué le gusta de nuestra ciudad, dice cosas como "el tamaño de las aceras y la justa altura de las ventanas a nivel del suelo da una luz muy bonita". Y que también le gustan "los parangones y las esquivas que deslumbran las coronas del amanecer y sus suturales y reviescos caminares de las randas". O sea, dan ganas de reventarlo si sigue escribiendo cosas así. Exaspera.
¡Basta, Albert! Me llevaste a algo que siempre me resistí a hacer: a pedir ayuda por una red social, a exponer públicamente mi desgracia. Era de noche y no resistí la tentación. Escribí temeroso un post con el siguiente texto: "Busco fans incondicionales de Albert Plá. Busco testimonios de gente que lo haya visto en escena, o fuera de escena, acá en Montevideo, o en Barcelona, o en Teruel, donde sea (esto suena un poco desesperado de más, pero es textual). Todo sirve. Quiero, como en la primera nota que le hice, saber algo sobre Albert Plá, porque la verdad es que siento que es uno de los personajes más esquivos y frikis que he conocido en el ejercicio del periodismo cultural. Desde el año 1989 hasta la fecha"
Adjunto los resultados obtenidos y un bonus track inesperado con Loopez. Son, en todos los casos, recuerdos que mienten un poco, como los de un señor llamado Carlos Ricotero que será protagonista de una próxima nota.

Parte cuatro: los otros (los fans)
Renee Ferraro: Lo vimos en el sótano del Tabaré a finales de los 90. Gabriel Galli puede contar más cosas, porque en esa época tenía un programa de radio con Malena Fabregat que hacían desde el sótano del bar. Él estuvo en la movida de traer a Pla, creo que por sugerencia de Daniel Villar que lo conocía de antes en Europa. El programa de Radio se llamaba Lo mismo que hacemos todas las noches. ¡Estaba buenísimo! Podías ir al bar a escuchar el programa en vivo. Pepe y David, los dueños del Tabaré en esa época, también pueden contar cosas de ese momento.

Daniel Villar: En alguna parte está el video... ¿Lo tendrá Pepe, o se habrá perdido con tantas cosas en la inundación del sótano de su casa? Fue la primera vez que vino Pla, pero me parece que es anterior al programa de Malena y Galli. Pepe me llamó para ver si lo conocía, porque Pla estaba en Buenos Aires y le ofrecían cruzarlo a Montevideo. Año 1996, creo, yo había escuchado el año anterior en Madrid su disco No solo de rumba vive el hombre, y claro que sí, lo trajeron al Tabaré y grabamos todo el show. Un crá Albert Pla. Fue increíble tenerlo ahí con su guitarra colgada caminando por el sótano del bar en penumbra. Estaba Maslíah, estaba Seba Teysera; alguno más se acordará.

Javier Etchevarren: La segunda vez que vino a Uruguay fue en la Casa de Andalucía. Ni mi novia de aquel momento ni yo teníamos dinero para pagar la entrada. Se lo dijimos al manager y nos dejó pasar, sin dudarlo. Siempre pagué la entrada las siguientes veces que vino.

Florencia Martinelli: Lo vi primero en Buenos Aires hace muchos años y luego en Montevideo, en el Solís. En ambas ocasiones me pareció genial, tanto su música como la escena y la lógica desplegada. En el Solís tenía un dispositivo lumínico en su cuerpo, muy interesante, y en un momento prendió un pucho y se lo fumó tranquilamente durante el concierto.

Sebastián Santana: El del Solís fue una puesta sutil pero muy bien armada. Las lucecitas en su cabeza, el tremendo guitarrista que lo acompaña, su manejo del tiempo y el pulso del público, estirando hasta casi romper el aguante, la paciencia, dándolo todo como improvisando pero sabiendo que no, que hay tremendo guión, mucho estudio y compromiso con el acto de hacer que parece que no sabe lo que hace. Ese show fue genial. Pero lo vi antes en lo que era la Casa de Andalucía, en el Parque Rodó, hace mil años, capaz que en el 2000 o 2001. Un show chiquito, pero chiquito en serio, con gente sentada en mesas con sus cenas y sus botellas de vino (nosotros, con un amigo, también, pagándonos una botella de vino de boliche, algo casi imposible de afrontar para nuestros bolsillos, pero lográndolo, dándonos ese lujo burgués de colados a la fiesta, felices). Ahí Pla estaba también con el mismo guitarrista gigante, el escudero perfecto, con un micrófono apuntando al piso para registrar los zapateos del tipo, y el Albert dando vueltas, haciendo su show de que todo puede caerse pero no, siendo genial, pero siendo, en ese escenario, peligroso en serio: durante alguna canción de esas muy ambientales, largas y sinuosas, el tipo sale del escenario y empieza a caminar arriba de las mesas, la gente sonríe un poco, luego no tanto, y llega hasta una mesa de cuatro, dos parejas, zapatos caros, carteras caras, camisas caras, gente que sintió el peligro del tipo parado entre sus platos acercándose a sus caras, a dos centímetros, haciéndoles saber que todo puede ser peligroso. Eso es lo que me acuerdo, que fue genial, que fue peligroso, que fue bello, que fue rocanrol, y que según sé, lo sigue siendo.

Alfredo Soderguit: Hay una tercera vez que lo viste, Sebastián. Fuimos juntos a verlo al sótano de Paullier y Guaná. Esa noche Albert estaba solo y más bien rodeado de afines. Tal vez fue menos memorable, como una charla entre conocidos. No hubo 'peligro', pero el flaco estaba ahí haciendo lo suyo.

Aldo Marchesi: Yo lo vi en un bar de Queens, en Nueva York. Un lugar medio raro, más bien tipo Rodelu pero latino. Y tocó ahí. Éramos dos uruguayos y quince españoles.

Francisco Alves Francese: En el año 2005 fui a visitar a mi padre a Barcelona. Me acuerdo que trabajaba en una imprenta y uno de los compañeros, muy freak, tenía en cassette varios de los discos de Pla. La primera canción que escuché fue la de la chica que va al baño y tiene un niño. No entendía nada, pero algo me gustó, no sé. Mi padre después me regaló Veintegenarios en Alburquerque y, en julio de 2006, fui a verlo en el ex cine Central, con un espectáculo teatral-musical rarísimo que se llamaba El malo de la película. Fue el primer concierto que fui a ver solo (tenía 14 recién cumplidos, me acuerdo que mi madre y mi abuela me llevaron hasta la puerta, me dejaron ahí y me fueron a buscar a la salida, porque siempre fui un niño mimado). Una cosa que pasó cuadra de manera interesante con el gran debate de hoy, porque trataba de un cigarrillo que hacía arder Estados Unidos... Tiempo después, me compré en Montevideo Vida y milagros y de otro viaje a España me traje La diferencia. Con una amiga nos hicimos bastante fans por esa época y la última vez que lo vi fue en el Solís. Me acuerdo especialmente de que fumó un porro.

Parte 5: entrevistas para linkear o no
Roberto Balestrino: ¿Por qué preferiste el correo sobre el whatsapp para entrevistarlo?

Gabriel Peveroni: 1. Porque no uso whatsapp. 2. Porque me dan miedo las conversaciones-entrevistas telefónicas con personas que no conozco personalmente (fallé una vez con La Mala Rodríguez, fallé con otros, y creo que el único gran éxito lo tuve con Loquillo). 3. Porque tengo bien claro que Albert Plá, en ese terreno, es como Leo Masliah elevado a la enésima potencia.

Roberto Balestino: Increíblemente esto último es lo mismo que le acabo de decir a mi hijo mientras le contaba de tu post.

Milton Ramírez: Justo venía pensando en Leo Masliah. Escuché varias entrevistas con él que son exasperantes.

Santiago Salles: Por lo que tengo entendido, Albert Pla odia las entrevistas. Pero el show es una hermosa experiencia, completa. Lo vi en el Solis hace años y está muy despegado en los detalles y la interpretación. Creo que Albert Pla tiene sentido y se explica/expone solo en el escenario.

Gabriel Peveroni: Está bueno eso que escribís de "tiene sentido y se explica/expone solo en el escenario". Ese es -me da la impresión- parte del problema planteado. Porque vos tampoco podrías decirme nada más que eso sobre él. ¿Me explico? Pero, ¿quién es en definitiva Albert Plá? ¿Por qué pasa eso con él? También es raro que alguien que odia las entrevistas las solicite (como me pasó en este caso). Más allá de que el pedido real sea por el manager, es como un laberinto.

Santiago Salles: Si, y ese laberinto casi contradictorio (asumiendo que no le gusta dar entrevistas y a la vez las precisa o lo obligan) es, quizá, una de las pocas cosas que se puede conocer de él desde afuera del escenario.

Marcos Wasem: Creo que esta entrevista es prueba fehaciente de lo que decís (#EnLaFrontera122, Juan Carlos Monedero para Diario Público, 2018).

Juan Pablo Chiappara: O esta (#LaResistencia para Movistar, Entrevista a Albert Pla, 2018). Hay también una buena entrevista en Radar (Un maldito de vacaciones, por Martín Pérez, 2002).

Eduardo Burgues Martínez: A mí me divierten y me encantan esas no entrevistas que se ven con Albert Pla. Es parte de lo que es como artista.

Pablo Ferrer: Lo he mal entrevistado dos veces. No se dejó; prefirió divagar. Solo tuve éxito una vez, cuando convoqué a otra artista que le abría cartel, les pedí que se entrevistaran mutuamente y transcribí su charla con una simple entradilla a modo de encabezamiento.

Danielo Silva: Recuerdo que en Mundo cañón de Guillermo Amexeiras y Rufo Martínez le hicieron una entrevista en vivo a Albert Pla que salió bastante buena... Creo que lo llevaron a visitar el Polonio y a la vuelta, mientras sucedía la entrevista, no se cansaba de mencionar que el Uruguay era campos y vacas, más vacas y más vacas. Fue muy gracioso. No sé si quedará el registro de ese audio.

Xime de Coster: Hay una entrevista muy buena con Escohotado y Bebe hablando sobre drogas. También otra muy buena en Leit motiv, con Buenafuente.

Fabián Jara: A mí, en fin... me obligó a ver una obra de teatro con él. Y a otro par de cosas más. La obra era una de las pésimas cosas neofachas del sobrevalorado Fernando Peña.

Pabloski Zzi: Yo me lo crucé y le dije que había leído España de mierda. Me preguntó si tenía fuego y como yo no tenía siguió de largo. Escupí en el suelo. Pero mi saliva estaba seca.


Bonus track: un tal Loopez
Nicolás López: Acabo de leer tu post sobre la imposibilidad de entrevistar a Albert Pla y decidí escribirte porque creo que la situación amerita. No tengas miedo de un tipo como Pla. Tuve el gran gusto de conocerlo personalmente y compartir varias instancias en la intimidad, con amigos y familia de ambos, y no tengo más que buenos recuerdos y conceptos sobre él. En su última visita a Uruguay tuvimos el placer de recibirlo por unos días, junto a su familia, en nuestra casa de La Paloma, donde llegué a conocerlo todavía un poco más. En resumen, creo que más que nada, además de la cuota friki, Albert es un tipo simple y de bajo perfil; es también un padre afectuoso y de relacionamiento muy agradable. 
Espero que estas pocas líneas puedan ser de ayuda. Ahora ando por Río de Janeiro por unos días y estoy muy poco online, pero si puedo colaborar en algo más, lo haré con gusto. Te mando un abrazo y una foto de Albert que me llegó unos días después de su estadía en casa... 
(Nico me pide especialmente que no publique esa foto. Evito entrar en detalles de que no me resulta extraño que sea un gran tipo. Le escribo entonces, por última vez a Pedro Páramo, para que me envíe una foto suya con Albert y alguna del espectáculo Miedo para que elija el diseñador de CarasyCaretas a la hora de armar una nota que me gustaría llamar "No temerás a Albert Pla").


((artículo publicado en la revista CarasyCaretas, 05/2019))

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