Desde que
me enteré que Albert Pla es un artista genial o que, al menos,
despierta la admiración de unos cuantos amigos a quienes respeto
incondicionalmente, su figura se fue convirtiendo en una suerte de
mito a desentrañar. Y como para este mes de marzo de dos mil diez se
anuncian en Montevideo shows de Caetano Veloso y de Guns n Roses, tan
previsibles y aburridos como escuchar por enésima vez a esos Olimareños que siguen regresando y regresando con canciones viejas y
cansadas, preferí buscar para otro lado, precisamente a ese
cantautor catalán que estará en el Solís haciendo el espectáculo
más punk y bizarro que se vaya a celebrar en mucho tiempo en la
confortable y correcta sala principal de nuestra ciudad. Si no tienen
idea de lo que hablo, simplemente vayan a verlo, a escucharlo, a
darse de frente con algo inesperado. Les aseguro un shock. Albert es
alguien para quien el escenario funciona como una trinchera, un lugar
ideal para sacar todos sus demonios afuera. Decidí entrevistarlo,
acaso una buena oportunidad para darle lugar en estas páginas. Intenté el camino más largo: que su amiga uruguaya Martina Gadea conversara con él a distancia y así poder driblear una de las
facetas más conocidas e irritantes del artista, el hecho de que no
le gustan las entrevistas y mucho menos los periodistas culturales. El primer intento fue fallido. Intenté luego otros caminos y tampoco
tuve buena suerte. Harto de dar vueltas y vueltas, logré llamarlo
por teléfono a España. Esa noche que hablé con él acababa de dar un show en un
teatro de un pueblo cercano a Barcelona. Su voz sonó tranquila,
amable. Volví a fallar. Ya no había más fichas para jugar. Me
rendí y comprobé que el tipo simplemente no tiene ganas. Pero por
una razón muy diferente a la de la megalomanía, la mala onda o el
hecho de creerse el más bestia de todos. Todo intento de
entrevistarlo es inútil. No queda otra que ir a verlo al Solis y
aproximarme a él por intermedio de algunos de sus fans. Un camino
más largo aún, aunque entrañable. La única certeza que tengo es que
mi fascinación por su arte empezó la vez que mi amigo Marcelo Bertalmio se
puso a tararear algunas de sus canciones en una perdida ruta
española.
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intro:
camino a la casa de buñuel
Marcelo
quiere hacer otra película después de Ruido. El plan
que tiene en mente se llama 1983 y es una comedia negra
ambientada en la dictadura uruguaya de los 70. Me cuenta el
disparatado argumento mientras viajamos a la casa donde vivió Luis
Buñuel, en un pueblo perdido de Teruel. La conversación gira en
torno al recital que vio unos días atrás. Albert Pla en Barcelona,
con su banda, con una puesta en escena demente que juega con el cine
y la literatura, el surrealismo y el punk, y Marcelo que me dice que
acaba de publicarse Vida y milagros, disco y dvd que incluye
parte de lo mejor de su obra. Me canta un fragmento de “La dejo o
no la dejo”, cuando el tipo se despacha con “un policía
muerto/ un policía menos”, y me recomienda una de las grandes
de Lou Reed, convertida por Pla en “El lado más bestia de la
vida”. Muchos datos en un solo viaje.
Por una u otra razón me pierdo, en los años sucesivos, los dos o tres shows que el catalán da en Montevideo, tan lejos de Sabadell y de carreteras que se vuelven brumosas con el paso el tiempo. Asisten a esos shows algunos amigos que luego no paran de hablar de él. Dicen que El malo de la película fue una experiencia increíble. Dicen que el tipo es único. Dicen muchas cosas sobre Albert Pla. La gran barrera para explicar de qué se trata parece ser el carácter performático de su arte: en otras palabras, sus discos no son para escucharlos todos los días ni tampoco –dicen- se ajustan a lo que provoca en directo. Hay que verlo en acción. Ahí. En el escenario. Amarlo u odiarlo. Me gusta cuando el arte se vuelve tan caprichoso. No puedo evitar entonces confundirlo todo: mi primera imagen de Albert Pla es una carretera en el desierto de Teruel, repleta de molinos de viento gigantes y el tono de comedia metalera surrealista que Marcelo quiere que tengan todas sus películas. Como un homenaje al gran Buñuel.
Por una u otra razón me pierdo, en los años sucesivos, los dos o tres shows que el catalán da en Montevideo, tan lejos de Sabadell y de carreteras que se vuelven brumosas con el paso el tiempo. Asisten a esos shows algunos amigos que luego no paran de hablar de él. Dicen que El malo de la película fue una experiencia increíble. Dicen que el tipo es único. Dicen muchas cosas sobre Albert Pla. La gran barrera para explicar de qué se trata parece ser el carácter performático de su arte: en otras palabras, sus discos no son para escucharlos todos los días ni tampoco –dicen- se ajustan a lo que provoca en directo. Hay que verlo en acción. Ahí. En el escenario. Amarlo u odiarlo. Me gusta cuando el arte se vuelve tan caprichoso. No puedo evitar entonces confundirlo todo: mi primera imagen de Albert Pla es una carretera en el desierto de Teruel, repleta de molinos de viento gigantes y el tono de comedia metalera surrealista que Marcelo quiere que tengan todas sus películas. Como un homenaje al gran Buñuel.
parte
uno: martina se va al polonio
Una de las
primeras personas que escuchó las canciones de Martina Gadea antes
de ser publicadas en el debut Volvé a jugar fue Albert Pla.
Cuando me entero que el catalán viene a Montevideo junto la
información con esa divertida anécdota. No dudé en pedirle a ella
que oficiara de entrevistadora. Armó un cuestionario pero al final
decidió dar marcha atrás. “Lo mejor es que la entrevista la
hagas vos”, me dice al teléfono. “No me veo en el rol de
entrevistadora. Me cuesta montones dejar de pensar en el artista, en
que las entrevistas son necesarias pero a veces molestas, en que a
veces se pregunta lo mismo y si no, son cosas íntimas que no
deberían interesarle a nadie”. Me cuenta además que tiene un
par de actuaciones en Cabo Polonio y que esa misma tarde se va para
el este con Martín Buscaglia. “Te mando las preguntas que se me
habían ocurrido por si querés usar algo de eso”. Le traslado
entonces mi gran temor.
_¿Y si
me contesta con monosílabos?
_En ese
caso va a ser lo mismo que lo entrevistes vos o que lo haga yo... Hay
que entender que él es bastante austero. No creo tampoco que la
diversión sea algo que le preocupe a la hora de hablar de su arte,
sobre todo porque esa veta le sale casi naturalmente, la ironía, el
cinismo. Es eso que canta en una canción de su ultimo disco, "No
me gusta como soy", que canta con voz de niño. Creo que tiene
que ver también con que no le gusta lo que ven sus ojos y por eso no
le gustan sus ojos. Pero tá, no sé, ya estoy inventando.
_Me va
a ayudar mucho que me cuentes algo más sobre él...
_No sé
mucho cómo es, pero seguro que tiene una veta que no desea madurar,
como yo, como tantos, como que hay que mantener un pequeño tesoro
intacto, inocente, que no aprenda de la experiencia, que nos proteja
de lo que nos llega a través de los sentidos que muchas veces puede
ser engañoso. Ya lo decía Platón... Tiene otro lado muy sensible,
que se caga en todas las convenciones, en el qué dirán. Pero quién
sabe qué estará pensando hoy en día. Hace un año o más que no
tenemos contacto directo.
parte
dos: más pesquisas sobre albert
Compré el
disco que me recomendó Marcelo y las canciones me vuelan
instantáneamente la cabeza. Es así que cuatro años después llamo
por teléfono a mi amigo para que me cuente algo más que yo no sepa,
y de paso colabore con el cuestionario. Sigue siendo incondicional de
Pla y sigue peleando para rodar su comedia sobre la dictadura, aunque
estima que antes rodará otro proyecto que lo tiene muy entusiasmado:
una comedia ambientada en Barcelona y protagonizada por
preadolescentes nerds.
_¿Cuándo
escuchaste por primera vez a Albert Pla?
_Lo
escuché por primera vez en 1996, cantando en la mejor canción del
mejor disco de Extremoduro. Y después lo vi en 1998 en el
supertaquillazo español Airbag, haciendo de cura cantautor de
prostíbulo. Me pareció un tipo interesante y original, pero no lo
bastante como para comprarme un disco suyo, y esta opinión no cambió
después de verlo actuar allá por el 2001 en un concierto bastante
flamenco-rumbero. Lo que sí me llamaba la atención era las pasiones
que despertaba en Cataluña este hombre, que siendo un artista muy
minoritario era conocido por absolutamente todo el mundo y denostado
por la mayoría. Un amigo me pasó su disco Canciones de amor y de
droga, donde ponía música a textos de un poeta maldito
barcelonés, y ahí sí me volví un converso al culto de Pla.
_¿Cómo
lo definirías?
_Es un
artista excepcional, absolutamente intransigente y genuino
tocapelotas: hace lo que quiere, y lo que quiere suele ser lo
contario de lo que se supone que un artista catalán debería hacer.
Por ejemplo, se dio a conocer ganando un concurso musical en
Andalucía, en 1988; después de ganar el premio catalán de la
música saca un disco de rumba en castellano; se mete en muchos
problemas haciendo unas canciones sobre un republicano que se enamora
de una de las infantas y sobre alguien que descubre que su novia es
miembro de ETA; es el terror de los periodistas culturales porque en
las entrevistas oscila entre ser poco cooperativo y francamente
hostil; dice siempre lo que piensa, lo que puede incluir denostar a
la policía, los periodistas, el teatro nacional de Cataluña, Miguel
Bosé y Arturo Pérez-Reverte. Y así y todo, sin cambiar ni ceder en
nada, ficha por una
multinacional,
sale frecuentemente en televisión, colabora con músicos
excepcionales y con artistas "de masas" como Estopa...
_¿Es
cierto que detesta que lo encasillen como músico, como artista?
_Es como
decís... además, insiste en que está donde está porque ha tenido
suerte, pues dice que él ni tiene mucho talento ni le gusta nada
trabajar, que nunca ha terminado una canción, que nunca se ha
esforzado nada ni tiene nada que sugerir a la gente que quiere hacer
música. Y dice esto, y me lo creo, pero también ves su espectáculo
El malo de la película, que es absolutamente demoledor, una
conjunción de música, teatro y cine sin fisuras, genial como pocas
cosas he visto en un escenario, y piensas "Este loco se pasa
una hora y tres cuartos hablando y cantando sin parar, y no está
improvisando... hay toda una historia debajo y unas pantallas detrás
con películas que él mismo ha hecho, y todo es brillante y... ¡se
supone que no se ha esforzado nada!".
parte
tres: crónica del fracaso
Envío las
preguntas por e-mail y espero varios días. Prefiero las entrevistas
cara a cara, pero la distancia obliga y me da un poco de temor
hacerla por teléfono. Me juego a que el tipo se siente más
tranquilo escribiendo que hablando. Cuando llega el ansiado e-mail
con las respuestas a mis preguntas, las de Martina y las de Marcelo
siento que todo el esfuerzo fue en vano. Preparar el cuestionario,
repasar su obra para inspirarse, pensar algunas interrogantes que lo
entusiasmen. La seducción a distancia no funcionó. Un verdadero
desastre que temo me deje sin nota de portada para el mes de marzo.
El resultado, más o menos, fue el siguiente:
_¿Cuál
es el concepto del espectáculo que presentarás en Montevideo?
_Ir
solo, cantar con mi guitarra.
_Dicen
que es una vuelta a tus primeros tiempos, que el monologuista deja a
un lado al cantautor... que está tu personaje a flor de piel...
_En el
escenario yo siempre estoy a flor de piel, por llamarlo de algún
modo.
(...)
Todas las
respuestas son sinceras y casi invisibles: “Yo hago lo que
puedo”, “Siempre fue así… o no?”, “Sí,
entre otras cosas”. No hay dónde agarrarse. Cuenta que de
Uruguay –musicalmente hablando- conoce a Martina, a La Vela, a Leo
Masliah, al Cuarteto de Nos. La cosa no mejora con las preguntas de
Martina. Vaya un botón de muestra.
_¿Alguna
cosa que hayas aprendido de tu pequeño hijo?
_Todo
(...)
Es la
última de las veinte respuestas la que termina por hacerme perder la
compostura. Le pido que se autodefina, y escribe: “Soy nadador.
Nada por la mañana nada por la tarde”. ¡Fuck Pla! Pero no me
rindo. Queda la última carta: insistir a la productora del show y al
manager por una entrevista telefónica. Acceden. Tienen muy buena
disposición. El malo de la película es él. El manager me escribe
que lo llame el viernes 19 a las 23 horas de España, después de
terminar un show en Valldoreix, un sitio cerca de Barcelona.
(...)
Atiende
Pla, como si acabara de salir de un spa. Hiper tranquilo, relajado,
amable, transparente. Da la sensación de que se pondrá a hablar
horas si le hago la pregunta adecuada. Pero no. Vuelvo a equivocarme.
Responde con extrema brevedad y deja flotando la sensación de que
las palabras no son necesarias, de que es mejor así. Siento,
paradójicamente, que no tengo nada de qué quejarme: Albert está de
muy buen humor y no le ve sentido a explicar lo inexplicable. “Este
show es muy simple”, dice. “Salgo yo solo, voy cantando
las canciones, las acompaño con mi guitarra, un amplificador un poco
atómico y una máquina de humo”.
_¿Qué
estás haciendo ahora?
_Saliendo
del bar...
_¿Cansado
del show de esta noche?
_La verdad
que no... después de los shows siempre quedo con la energía
renovada.
_¿Cómo
son las canciones del nuevo disco?
_Son
largas... son canciones largas.
_¿Por
qué te salen largas?
_Si fuera
por mí no acabaría nunca las canciones... pero me tengo que cortar,
me tengo que autocensurar.
_Tenés
mala fama con la prensa. Como que tus respuestas suelen ser muy
cortas...
_No soy
muy hablador.
_Sos
como Leo Masliah... a él tampoco es fácil entrevistarlo.
_ ¡Qué
bueno! Él es mi artista preferido.
_¿Hay
otros como él, en otros sitios?
_Si
hubiera otro igual sería raro, ¿no te parece?
(...)
No hay
vuelta. No queda otra que hablar del tiempo, agradecerle el tiempo
robado y que la despedida sea también breve. Le cuento que en
Montevideo llueve, que hay tormenta. “Acá, desde que empezó el
tema del calentamiento, nos estamos muriendo de frío”, dice.
Todo es literal en sus respuestas. No parece existir la reflexión,
ni la evocación, ni otro tiempo que el presente. Sé que no lo hace
por maldad. Creí que había un solo Leo Maslíah en el mundo, pero
compruebo que hay uno en España que se le parece demasiado, en una
versión punk y tiernamente bestial. Me despido con la satisfacción
de haberlo entrevistado, aunque lo que haya conseguido no sean
exactamente palabras.
bonus
track: canciones para jugar
Imagino
una situación imposible: Leo Maslíah y Albert Pla, frente a frente,
hablando horas, sin parar. Esa sería una buena idea. Pero
seguramente la transcripción sería imposible y solo quedaran
puntos, comas, signos extraños que no dicen nada pero lo dicen todo.
Suena el teléfono a la mañana siguiente. Martina quiere saber de mi
suerte. Yo también quiero y necesito saber más, así que sigo
preguntando.
_¿Cómo
fue que lo conociste?
_Lo conocí
luego de un espectáculo en que vestía como medieval, en el que
estaba acompañado por su mujer Judith y su guitarrista, ambos gente
sencilla y talentosa. Me acerqué a darle mis canciones grabadas, en
plan bien casero, con las letras escritas a mano por mí. Le había
puesto mucho cariño a ese arte y cartones y colores y dibujitos. Lo
ví apenas un minuto, le entregué el disquito, y me fui, porque no
quería molestar. Pasado un mes o dos, recibo un e-mail de Albert, en
nombre de todos, contando que de aquí habían seguido la gira por
Latinoamérica y que en tantas horas de camioneta se habían
entretenido escuchado mi disco, que cantaban y tarareaban las
canciones porque eran pegadizas.
_Ese sí
que fue un buen momento...
Fue de los
mejores días que he tenido... la sorpresa al leer un e-mail con
tanto cariño dentro. Me hablaba de las canciones como si hubiera
estado jugando con cada una de ellas. Fue muy emocionante. A partir
de ahí tomamos contacto y nos vimos las veces siguientes que ha
venido acá, él y su equipo, todos muy cariñosos conmigo.
Intentamos algunas cosas, musicalmente, con Albert y con Judith,
intercambiando letras, melodías, pero no con objetivos definidos o
para algo en especial.
_Y de
hecho vas a estar abriendo el show en el Solis...
_
Me emociona mucho abrir su show, poner mi granito de arena a esa
noche, mostrar algunas de mis canciones al público que vaya a verlo.
Pero lo que más me va a emocionar es ver su show, disfrutarlo todo
lo que pueda, pensar, sentir, como cada vez que ha venido.
((publicada originalmente en revista Freeway, marzo de 2010))
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