apuntes contra el pintoresquismo y los pedos

No son hermanos, pero son inseparables. Escriben y dirigen cine de autor desde el culo del mundo. Pablo Stoll y Juan Rebella debutaban hace un par de años con 25 Watts, ópera prima que los presentó en festivales, y ahora, en su segundo largo, derrochan talento en una agridulce comedia titulada Whisky, ganadora de los premios Fipresci y Una mirada original en Cannes 2004.

Si podía definirse el retrato urbano 25 Watts como un elegante trabajo de tesis de dos inquietos estudiantes de cine, admiradores por igual de Jim Jarmusch y Raúl Perrone, la melancólica comedia Whisky los consagra con honores. El juego de la cinefilia los llevó a traducir al rioplatense el gélido y sutil humor finlandés de los Kaurismaki, para escapar del “cine adolescente” y entrometerse en el silencio y la intimidad de un fabricante de medias judío que le pide a una de sus empleadas que se haga pasar por su esposa durante la visita de un hermano que vive en Brasil. Así de absurda y encantadora es la historia de Whisky. Ritmo moroso, diálogos mínimos y el sopor de una decadencia irresistible, la de una ciudad de Montevideo bien lejos del pintoresquismo del carnaval, el fútbol y el mate.

Hacer cine en Uruguay parece permitirles desarrollar una línea decididamente de autor...
juan rebella: En un punto, sí. Porque si vas a hacer una película que igual no va a dar guita, la hacés como se te cantan las bolas... Sería ingenuo intentar una película estándar.
pablo stoll: Esa es un poco la manera en que pensamos nosotros...
jr: Aunque también es cierto que hay gente que trata de inventar una industria y pretende hacer blockbusters uruguayos.
Tal vez en esos intentos –citaría a En la puta vida y Corazón de fuego como emblemáticos-, se retrate un Uruguay pintoresco, contrario al de la mirada de ustedes y de otros realizadores como Garay, Buela o Bertalmío.
jr: 25 Watts es un retrato de personajes, en algún punto muy parecidos a nosotros. Buscamos un punto de neutralidad, que no jugara con la identificación inmediata, con las locaciones más obvias. Le zafamos a eso para retratar lo cotidiano con cierto grado de fidelidad. Y en Whisky pasa algo muy parecido. Puede ser que mucha gente diga que quisimos denunciar un Uruguay decadente... No, no quisimos denunciar nada. Lo que pasó es que se nos coló la decadencia y no hay ningún filtro de la cámara que te evite mostrarla.
¿Les molesta que les digan que la primera película es muy Jarmusch y esta segunda muy Kaurismaki?
ps: No.
jr: Salvo en algunos casos puntuales en los que hay mala leche detrás de los comentarios, no me molesta... Algunos críticos argentinos fueron un poco despectivos al hablar de 25 Watts. Quintín nos estigmatizó y de alguna manera nos presentó ante el público del Festival de Buenos Aires como “los uruguayitos que quieren ser Jarmusch”... Justo que estaba él en la vuelta, claro; así que jugó y coqueteó con eso todo el tiempo y fue bastante innecesario.
ps: Es un poco la mirada de Argentina hacia lo uruguayo... Siempre es un poco así.
jr: Una mirada despectiva hacia lo provinciano... Les parecía divertido. Seguramente Quintín nos veía como los personajes de los Kaurismaki que quieren ser rockeros en Finlandia.
ps: De todos modos, a mí no me parece que sea una cosa de la que tengas que ofenderte o taparla. Al revés.
jr: Y nosotros, en 25 Watts, pusimos en los créditos a Jarmusch y a Perrone, que son las dos referencias más obvias e inmediatas.
Podría estar Kevin Smith también. Por Cajeros...
jr: Esa sí me calienta... Porque Cajeros me parece una película que si bien tiene muchísimas cosas en común, en un nivel muy superficial, con 25 Watts, en la esencia son exactamente lo contrario. A él le interesa mucho más George Lucas que Jim Jarmusch...
ps: Pero sí es verdad que tanto Kevin Smith como nosotros pudimos filmar nuestras primeras películas de una manera muy similar: blanco y negro, poca plata, amigos haciendo de actores... Él también es de provincia... Pero después hizo cualquiera. No me gustan nada sus otras películas. Incluso Cajeros tiene chistes que me parecen una pedorrada total, en esa onda de chistes de pedos y eructos...
jr: Lo que sí encontramos en festivales, sobre todo a partir de charlas y mesas redondas, fue una onda muy Álex de la Iglesia en gente de nuestra edad. Mucha gente se colgó con 25 Watts por ese lado. A mí, en lo personal, no me gusta Álex de la Iglesia, me parece un humor de tablado. Pero hay muchos que tienen una pasión nerd por ese tipo de humor y ese tipo de cine... Y justo El Eye (Gonzalo Eyherabide), salía en una escena con una remera de El día de la bestia... y todos los fanáticos lo veían como un tributo nuestro a Álex de la Iglesia...
ps: Cuando tenía más que ver con el personaje que con la película.
Queda claro que no desean afiliarse a ningún tipo de pintoresquismo y que en el caso del humor parecen guardar una ética muy férrea para no caer en “eructos y pedos”, en lo fácil...
ps: Pero a veces se nos escapa, también... Nosotros le llamamos a eso humor kalamuchita, que sería algo así como buscar lo rebuscado para provocar el chiste.
jr: Es el tipo de humor que va con el carnaval, con la televisión berreta... y que muchas veces aparece en el cine adolescente.
¿Se refieren a los hermanos Farrelly?
jr: No. No.
ps: Porque los hermanos Farrelly se van tan al carajo que terminan estando muy buenos... El Torrente de Álex de la Iglesia también está en esa onda.
jr: Me refería más bien a ejemplos como los de American Pie... Esa cosa bien chota, ese machismo simplón.
ps: Pero es verdad, el tema del humor en nosotros está presente porque nos cagamos de risa todo el tiempo de lo que hacemos.
Cuando al principio de la charla citaba referencias, pensaba más que nada en la universalidad de esas citas. ¿Cómo fue recibida 25 Watts en el mundo, en cuanto al hecho de ser, específicamente, un retrato decididamente montevideano.
ps: Lo más fuerte que nos pasó fuera de Uruguay, con 25 Watts, fue una vuelta en Toulousse. Estabámos con Juan y vino un flaco que nos dijo: “Gracias por hacer una película sobre los últimos cinco años de mi vida”. Y era un tipo que vivía en Toulousse...
jr: Y hay que volver a hablar del humor, porque es donde se puede medir mejor la reacción del público... Sí te puedo decir que de los chistes se ríen más afuera que acá, y que más allá de algunas boludeces no hay demasiadas referencias locales.
ps: Como cuando uno de los protagonistas se pone a leer la etiqueta de Salus. Si sos uruguayo te vas a cagar mucho más de risa, pero de todos modos, si no conocés la referencia, es más claro el absurdo de un tipo que se pone a leer la etiqueta de una botella en vez de estudiar...
Pienso en otra paradoja: el humor de Whisky podría ser más digerible para un extranjero, porque para el público uruguayo puede ser perturbador, ligeramente agridulce...
ps: Sí, capaz que afuera se perturban menos.
jr: En Cannes, lo que pasó, por ejemplo, siento que es lo que yo hubiera hecho como espectador, que tampoco es la verdad ni lo que tiene que motivar la película. Lo que digo es que yo me hubiera reído más parecido a como se rieron en Cannes que a cómo se rieron en Montevideo.
jr: Acá lo que sentí fue una euforia casi futbolera, y en algunos momentos decididamente me molestó que se rieran. Sobre todo en los últimos tres minutos de la película, que están jugadísimos a una cosa amarga... Se reían de cosas tan raras como el zoom a un vaso... Y en esas mismas escenas, en Cannes, pasó que algunos espectadores lloraron.
ps: A mí, un par de personas, tanto acá como en Cannes, me contaron que se reían porque era la única reacción que podían tener frente a lo pesado que estaba todo. Y eso también está bueno, porque va con la idea que nosotros tenemos de que la gente se ría un poco nerviosamente. Lo que sí, en ninguna otra parte del mundo, excepto acá, se ve a la película como una película uruguaya. Se ve como una película. Y punto.
jr: Y más que lo que sucedió con 25 watts. Porque la veían como una película proveniente de un país con una cinematografía desconocida y todo eso. Y se veía lo del esfuerzo de los muchachos que sin plata hicieron la película... pero en Whisky, por suerte, van a ver una película. Y para nosotros eso es muy importante.
La otra gran diferencia entre las dos películas es que la primera es muy cercana a sus respectivas vivencias, y en Whisky sucede todo lo contrario. ¿Qué no se permitieron al momento de elaborar el proyecto de la segunda película?
ps: En realidad fue un poco inconsciente, pero sí es verdad que quisimos separarnos totalmente de la idea de hacer una segunda parte de 25 watts.
jr: Cuando Whisky empezó a ser algo más concreto, nos dimos cuenta que estábamos en las antípodas... Pero eso tiene que ver también con lo que nos pasó mientras escribíamos 25 watts. Íbamos tirando ideas en paralelo, cuando no sabíamos que camino seguir, y esas ideas murieron con el rodaje de la película.
ps: Lo que pasa es que fue un proceso muy largo, y muchas veces cancelábamos el guión de 25 watts queriendo empezar otros nuevos... Y todos tenían la misma onda. Es lo que dice Juan: todos esos guiones se murieron. Nació 25 watts para matarlos a todos. Quedaron por el camino. Y después, cuando nos sentamos a ver qué hacíamos, que fue en verdad un proceso largo, preferimos tomar para otro lado.
jr: De hecho, hay un dato curioso: lo primerísimo, por lo que terminamos en Whisky, fue que nos presentamos a un concurso de Canal Plus, de guiones, para el que había que enviar un párrafo y un breve tratamiento de la posible película. Si aceptaban la idea, te daban un poco de plata para que lo siguieras escribiendo. Empezamos a revisar en la carpeta de ideas, donde hay ochenta sugerencias de los dos, y seleccionamos las tres que nos parecían las más “comerciales”, por llamarlas de alguna manera, y había una que era la de un viejo que tiene una fábrica de medias y le pide a la empleada que se haga pasar por su mujer porque viene el hermano de Brasil. Punto. Empezamos a escribir eso, que nos colgó hasta cierto punto, pero nunca nos fanatizamos demasiado, y después, con el rodaje y toda la historia de 25 watts, nos olvidamos. Y tiempo después, lo que pasó, fue que vino Gonzalo Delgado, que nos dijo ‘Vo, por qué no siguen escribiendo la del viejo de las medias’... Que de hecho se llamaba Medias Naranjas... Del concurso jamás nos dieron pelota, por suerte... y nos pusimos a escribirla ya con la intención de filmarla. Ahí apareció el nombre de Kaurismaki, en un momento, porque nos imaginamos una cosa de silencios y con algo medio absurdo, empezó a generarse toda la historia.
Lo casual nunca está ausente de los procesos creativos...
ps: Por supuesto. Así que hoy puedo decir que en un punto nos gustó alejarnos de 25 watts.
jr: Hoy estamos orgullosos, sobre todo por el desafío de habernos metido en una cosa que no sabíamos cómo iba a terminar. 25 watts ya sabíamos cómo hacerla y prefrimos meternos en otro baile. Eso sí, teníamos mucho cagazo, porque no sabíamos cómo mierda filmarlo ni qué ibamos a hacer con los actores, que iban a ser todos viejos y no eran amigos, como en 25 watts...
Ese cambio generacional implicaba riesgo... Incluso parte de la crítica llegó a cuestionar que el personaje de la vieja en 25 watts era un tanto estereotipado.
ps: Eso es raro, porque yo viví con una vieja igualita. Tal cual.
Precisamente sorprende en Whisky la composición de esos personajes, de otra sensibilidad y lenguaje...
ps: Lo curioso fue esos personajes, a priori tan distantes, se empezaron a parecer a nosotros mucho más de lo que nosotros habíamos pensado. Como una suerte de caricatura nuestra, o una proyección nuestra. De todos modos, fue una duda que tuvimos todo el tiempo presente, hasta el día del estreno. De si lo habíamos hecho bien o no, de si estábamos en el camino correcto... Nos persiguió durante mucho tiempo el hecho de preguntarnos qué estábamos haciendo con esa gente...
jr: En esencia fue un trabajo de observación... Y siento que tengo mucho de Jacobo Köller, de su hermano Herman, y también de Marta. Pienso que todos tenemos algo de ellos; además, conozco tipos de la edad de los personajes y sé cómo hablan, las cosas que me gustan de ellos y las cosas que no, y cómo se comportan ante determinadas situaciones. También está presente lo que decía Pablo en la conferencia de prensa, un poco en broma, cuando preguntaron qué experiencia teníamos nosotros con judíos de esa edad... ‘La misma que Ray Bradbury con los marcianos’, dijo. Pero la verdad es que cuando entrás en una historia te involucrás con los personajes y...
ps: Lo importante es cerrar el personaje dentro de la lógica propia del relato... Más allá de que tenga asidero con la realidad fuera de la película.
Y en las composiciones de los personajes está presente un cierto tratamiento a la Kaurismaki...
jr: En realidad, no lo siento como alguna gente ha dicho... Sí hay un tratamiento Kaurismaki, por decirlo de alguna manera, en el equilibrio entre el realismo y el no realismo, en situaciones totalmente verosímiles pero con reacciones un poco exageradas. En cuanto a lo maquinal de los personajes y la poca expresividad, eso también está en película de los Kaurismaki, pero pienso que los personajes de Whisky son un poco más realistas... Cuando vi La chica de la caja de fósforos, un año antes de filmar la película, en lo que más me colgué no fue con el tono sino con lo narrativo... ¿Te acordás del final, cuando ella lo envenena al pibe?... Eso es lo que más me interesó, el hecho de cómo los tipos, con acciones de los personajes y no a través de los diálogos -que es una de las cosas que más me molesta en el cine, de cuando los personajes se autoexplican o viene un amigo y les dice ‘porque Johnny, tu eres no sé qué’, sobre todo en el caso de los porteños- con sencillez te provocan una emoción muy fuerte. Puta madre, esas cosas son las que me interesaron más, más incluso que el tratamiento actoral. Me parece que la actuación en Whisky es más emotiva.
ps: Lo que quisimos hacer fue un cine simple, de historia simple y basarnos en el cómo contar usando imágenes. En ese sentido, está al alcance de cualquier tipo que tenga una cámara y una máquina de escribir.
De algún modo era mi intención llegar a esto, porque lo que ustedes dicen habla de que la cercanía con Kaurismaki, en ese tratamiento, marca la diferencia de un cine diferente al pintoresquismo habitual en otras películas uruguayas...
jr: Eso sí que es consciente. Pero a mí, lo que me pasa, es que no lo veo como un problema uruguayo o no uruguayo, sino cinematográfico. Es que me molesta el pintoresquismo. Es una cosa que me saca de quicio, y que en el cine latinoamericano, en particular, me molesta muchísimo. Es eso de mostrar al campesino humilde como el vivo, de que en el fondo, con su simpleza y humanidad, es más bueno que los demás... Es el landriscinismo, una cosa que me rompe mucho las pelotas, porque me parece un poco cobarde y por cierto muy efectivo. Un truco barato. Ojalá aparezcan muchas otras películas que no caigan en eso. Que ese cine muera...
ps: Juan, creo que nunca vas a poder acabar con el pintoresquismo.
jr: Sabés que capaz que sí.
ps: Yo creo que no.
jr: Ojalá que tenga razón yo.
Estás decidamente en contra de lo mágico...
jr: Totalmente. Y en contra del tratamiento que hacen de los personajes, de las imágenes... Esos formulismos de Eliseo Subiela o de Walter Salles, por ejemplo.
¿Lo ves como una ideología, además de una manera de hacer cine?
jr: Sí, es una ideología y entiendo que es un concepto bastante amplio. Es el director parado por encima del espectador y por encima del personaje. Es el poder de decir ‘enternecete con este que es divino’.
ps: Te pongo un ejemplo. En el primer plano de En la puta vida, de Beatriz Flores, está la mina hablando por teléfono en una cabina, mientras llueve, y la vienen a buscar en una moto con sidecar. Ahora, ¿cuántas motos con sidecar viste vos en tu vida en montevideo? Yo, ninguna. Nunca vi una moto así ‘en la puta vida’... Lo digo en una buena, pero en esa elección, que parece una elección boluda, porque hablamos de un objeto de utilería, ya se dice mucho de la película que se va a ver.
jr: El asunto también está en cómo introduzcas un elemento así... Pienso que los Kaurismaki podrían meter uno, en una película rodada en Uruguay, pero seguro estarían jugados al absurdo... Pero la película de Flores Silva está jugada al pintoresquismo... y ese es el punto en donde me empieza a molestar.
ps: Estoy de acuerdo con Juan. Esas cosas a mí también me sacan de quicio. Me queman mucho la cabeza.
jr: En Whisky, hubo una cosa expresa de no mostrar a Marta como un personaje tierno y no sé qué, que sensibilizara al personaje y al espectador sobre qué tonta qué fue ellaen la fábrica, siempre pensando en el negocio... Todas esas cosas me pegan en el forro, y porque a decir verdad, esta historia de la fábrica de medias, si la querés agarrar para el pintoresquismo, sos Gardel, porque tenés por todos lados para meterle. Tenés el viaje a Piriápolis para meter, por ejemplo.
Eso me lleva a otro tema, al de la dirección de arte. ¿Es posible que después de haber escrito una historia amarga, con toques de comedia, las locaciones montevideanas estén en sintonía con el tono que buscaron, que no haya que agregar ni exagerar nada? Porque eso es lo que se recibe como espectador... y en cuanto a Piriápolis sorprende por ser de una decadencia más fina.
jr: En realidad sabíamos qué Piriápolis íbamos a buscar, porque conocíamos bien el balneario. Y no tuvimos que esforzarnos mucho por buscar una decadencia, sin caer en el pintoresquismo de la decadencia que, a propósito, también me rompe las bolas. Eso sería Kusturica... Y en ningún momento quisimos romper una pared, porque de lo contrario caes en eso, en sobreactuar la decadencia... Si ya estaban rotas. Así que en las escenas del balneario buscamos una decadencia creíble, que sí tuviera una fuerte poética.
ps: Pero, a lo que decías, hay algo interesante, porque Piriápolis, en la película, es un ambiente que la refresca. En ese viaje los personajes salen de sus ámbitos cotidianos y rutinarios...
jr: Se sale de la claustrofobia de la fábrica y la casa.
ps: Y en definitiva, como dice Juan, ya sabíamos lo que íbamos a encontrar... Si no hubiéramos ido a Punta del Este.
jr: Hay una cosa, que nosotros llamamos lo fabulesco de la película, que son ciertas escenas más artificiales, referidas a los personajes, al arte, incluso al guión. En la escena en que están jugando al tejo, marcada por el guión, cuando fuimos al salón de maquinitas de Piriápolis, encontramos lugares llenos de máquinas, demasiado feos. Por eso terminamos filmando en una locación totalmente extraña, que es una pista de patinaje que está al fondo del Hotel Argentino... Después de buscar por todos lados, y pese a estar jugados al realismo, nos gustó más rodar esa escena en ese lugar, donde no hubiera ningún extra... apenas si una nena patinando y ellos tres jugando. Tiene algo de absurdo. Pero es verdad, a Piriápolis fuimos también a inventar un Piriápolis, porque la imagen que se tiene, asociada con lo turístico y publicitario, es absolutamente pintoresca.
El último tema que me parece interesante de abordar es el estrictamente musical. Y para esa escena del tejo utilizaron a los chilenos de Petinellis. ¿Cómo dieron con ellos?
ps: Fue una gran casualidad. Habíamos terminado de editar la escena del tejo, que no funcionaba mucho... y justo fui a la casa de una amiga y tenía el disco de los Petinellis.. Lo escuché y lo llevé al otro día a la isla. Lo probamos y anduvo bárbaro...
jr: Le da un contraste que queda muy bien.
A lo que iba es que el hecho de utilizar música de Petinellis y Reincidentes en Whisky, como de Mockers y Exilio Psíquico en 25 watts, los define a ambos como melómanos de cierto tipo de rock... ¿Prima el homenaje personal o la necesidad del momento en cada elección?
jr: Creo que las dos cosas... 25 watts, que en un principio el guión se llamaba Stooges y giraba en torno a un casete de los Stooges, cuando nos enfrentamos al asunto de los derechos, que fue imposible, terminamos en Los Mockers, una banda que entonces yo había escuchado de pedo... La mayor parte de los que ven 25 watts piensan que es una banda norteamericana... Y son Los Mockers, de acá, del Montevideo de los ‘60... Después fuimos a buscar músicos amigos, y por eso está un tema de Maxi (de Exilio), muy melancólico, que tiene un toquecito de Tom Waits. Están los Buenos Muchachos. Y hay también un tema mío, al final, porque soy el director y hago lo que quiero. Lo que sí hay un concepto que defendimos a rajatabla: que si los personajes no escuchaban la música, el espectador tampoco... No queríamos trabajar con música incidental, de pique, porque esa película así lo pedía. En Whisky la idea era que tampoco hubiera música incidental, pero si pintaba que una escena la requería...
Volvimos a la escena del tejo con los Petinellis... de la que ya hablamos. Pero el papel fuerte en Whisky lo juega la Pequeña Orquesta Reincidentes.
jr: Y también fue complicadísimo lo de Reincidentes... casi como lo del blanco y negro de 25 watts, que por un lado nos gustaba y por el otro fue una decisión obligada por lo económica. La inclusión de Reincidentes tiene que ver con que hubiera una banda argentina, por el asunto de la coproducción. Los probamos en una escena y quedaron muy bien... pero a mí, personalmente, también me tentaba muchísimo incluir música de Fernando Cabrera. Porque me parece que la película tiene un cierto espíritu cabreriano.
ps: A los Reincidentes los conocíamos de antes; tenemos muy buena onda con ellos, así que en definitiva fue muy fácil de lograr con ellos el clima que queríamos para la película... Esa cosa medio melancólica, que no tenía por qué ser específicamente tanguera; que fuera con influencias centroeuropeas, además de estar bueno, enriquecía el tono que buscábamos...
Y a través de la música se generó algún que otro encuentro... por ejemplo el hecho de conocer en España a Esteban Hirschfeld, legendario integrante de Los Mockers...
ps: Eso fue rarísimo... Él estaba muy contento y nosotros también.
jr: Los Mockers eran de verdad. Fue una banda que se te caen las pelotas. Si hubiesen nacido en otro lado habrían roto absolutamente todo.
ps: Cuando conocimos a Esteban, él estaba reuniéndose por esos días con el cantante, Polo, después de veinte años... Así que también nos encontramos con él, un tipo que tiene una onda increíble y canta mejor que Mick Jagger... En el caso de Esteban, estaba sorprendido de que alguien se acordara de esa música y que la metiera en una película. Estaba recontra copado... Después nos contó toda la historia de Los Mockers, de cuando tocaban en Buenos Aires cuatro veces por noche...
En definitiva hemos ido de una película a otra buscando diferencias... ¿Qué une a 25 watts con Whisky?
ps: Todo el mundo pregunta por las diferencias y nadie lo hace por las similitudes… Y para mí, subterráneamente, encuentro más cosas parecidas que diferencias. La base sería parte de lo que hablamos: el manejo del humor y la mezcla de melancolía con comedia.
jr: Y el tener tres personajes...
ps: Temponi, por ejemplo, decía de 25 watts que era una comedia pero en tiempos raros... Y eso se da también en Whisky. Está bueno seguir en esa tensión...
¿Se consideran...?
jr: ¿Mods?
Eso seguro que lo son, pero pienso en si se consideran más narradores que cineastas...
jr: Ninguna de las cosas. Pero si tengo que elegir una, me siento más narrador.
ps: Entendiendo el cine como una forma estupenda de narrar, por supuesto... porque el cine que me interesa es que narra, el que cuenta historias.
A lo que voy es que con la generación de ustedes es posible que se acabe con dos mitos criollos: el de los malos guionistas y el de la discusión de si los actores de teatro pueden o no hacer cine...
jr: Esos son los dos mitos del cine uruguayo, que los van a decir hasta la muerte... Eso de que en Uruguay no hay buenos guionistas y que en Uruguay está lleno de excelentes actores. Son dos falacias que no tienen ningún sentido. Porque no te olvides que los que dicen que no hay guionistas, seguro que les chupa un huevo Whisky o cualquier película, y los que dicen que hay excelentes actores, lo dicen mientras están mirando una película de Luis Nieto, que son de las peores actuadas en Uruguay.
ps: El problema no es que haya buenos o malos actores, o buenos o malos guiones... Lo que hay son malos directores.

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