No son hermanos, pero son
inseparables. Escriben y dirigen cine de autor desde el culo del
mundo. Pablo Stoll y Juan Rebella debutaban hace un
par de años con 25 Watts, ópera prima que los presentó en
festivales, y ahora, en su segundo largo, derrochan talento en una
agridulce comedia titulada Whisky, ganadora de los
premios Fipresci y Una mirada original en Cannes 2004.
Si podía definirse el retrato
urbano 25 Watts como un elegante trabajo de tesis de dos
inquietos estudiantes de cine, admiradores por igual de Jim Jarmusch
y Raúl Perrone, la melancólica comedia Whisky los consagra
con honores. El juego de la cinefilia los llevó a traducir al
rioplatense el gélido y sutil humor finlandés de los
Kaurismaki, para escapar del “cine adolescente” y entrometerse en
el silencio y la intimidad de un fabricante de medias judío que le
pide a una de sus empleadas que se haga pasar por su esposa durante
la visita de un hermano que vive en Brasil. Así de absurda y
encantadora es la historia de Whisky. Ritmo moroso, diálogos
mínimos y el sopor de una decadencia irresistible, la de una ciudad de Montevideo bien lejos del pintoresquismo del carnaval, el fútbol y
el mate.
Hacer cine en Uruguay parece
permitirles desarrollar una línea decididamente de autor...
juan
rebella: En un punto, sí. Porque si vas a hacer una película
que igual no va a dar guita, la hacés como se te cantan las bolas...
Sería ingenuo intentar una película estándar.
pablo
stoll: Esa es un poco la manera en que pensamos nosotros...
jr:
Aunque también es cierto que hay gente que trata de inventar una
industria y pretende hacer blockbusters uruguayos.
Tal vez en esos intentos –citaría
a En la puta vida y Corazón de fuego como
emblemáticos-, se retrate un Uruguay pintoresco, contrario al de la
mirada de ustedes y de otros realizadores como Garay, Buela o
Bertalmío.
jr:
25 Watts es un retrato de personajes, en algún punto muy
parecidos a nosotros. Buscamos un punto de neutralidad, que no jugara
con la identificación inmediata, con las locaciones más obvias. Le
zafamos a eso para retratar lo cotidiano con cierto grado de
fidelidad. Y en Whisky pasa algo muy parecido. Puede ser que
mucha gente diga que quisimos denunciar un Uruguay decadente... No,
no quisimos denunciar nada. Lo que pasó es que se nos coló la
decadencia y no hay ningún filtro de la cámara que te evite
mostrarla.
¿Les molesta que les digan que la
primera película es muy Jarmusch y esta segunda muy Kaurismaki?
ps:
No.
jr:
Salvo en algunos casos puntuales en los que hay mala leche detrás de
los comentarios, no me molesta... Algunos críticos argentinos fueron
un poco despectivos al hablar de 25 Watts. Quintín nos
estigmatizó y de alguna manera nos presentó ante el público del
Festival de Buenos Aires como “los uruguayitos que quieren ser
Jarmusch”... Justo que estaba él en la vuelta, claro; así que
jugó y coqueteó con eso todo el tiempo y fue bastante innecesario.
ps:
Es un poco la mirada de Argentina hacia lo uruguayo... Siempre es un
poco así.
jr:
Una mirada despectiva hacia lo provinciano... Les parecía divertido.
Seguramente Quintín nos veía como los personajes de los Kaurismaki
que quieren ser rockeros en Finlandia.
ps:
De todos modos, a mí no me parece que sea una cosa de la que tengas
que ofenderte o taparla. Al revés.
jr:
Y nosotros, en 25 Watts, pusimos en los créditos a
Jarmusch y a Perrone, que son las dos referencias más obvias e
inmediatas.
Podría estar Kevin Smith también.
Por Cajeros...
jr:
Esa sí me calienta... Porque Cajeros me parece una película
que si bien tiene muchísimas cosas en común, en un nivel muy
superficial, con 25 Watts, en la esencia son exactamente lo
contrario. A él le interesa mucho más George Lucas que Jim
Jarmusch...
ps:
Pero sí es verdad que tanto Kevin Smith como nosotros pudimos filmar
nuestras primeras películas de una manera muy similar: blanco y
negro, poca plata, amigos haciendo de actores... Él también es de
provincia... Pero después hizo cualquiera. No me gustan nada sus
otras películas. Incluso Cajeros tiene chistes que me parecen
una pedorrada total, en esa onda de chistes de pedos y eructos...
jr:
Lo que sí encontramos en festivales, sobre todo a partir de
charlas y mesas redondas, fue una onda muy Álex de la Iglesia en
gente de nuestra edad. Mucha gente se colgó con 25 Watts por
ese lado. A mí, en lo personal, no me gusta Álex de la Iglesia, me
parece un humor de tablado. Pero hay muchos que tienen una pasión
nerd por ese tipo de humor y ese tipo de cine... Y justo El
Eye (Gonzalo Eyherabide), salía en una escena con una remera de El
día de la bestia... y todos los fanáticos lo veían como un
tributo nuestro a Álex de la Iglesia...
ps:
Cuando tenía más que ver con el personaje que con la película.
Queda claro que no desean afiliarse a
ningún tipo de pintoresquismo y que en el caso del humor parecen
guardar una ética muy férrea para no caer en “eructos y pedos”,
en lo fácil...
ps:
Pero a veces se nos escapa, también... Nosotros le llamamos a eso
humor kalamuchita, que sería algo así como buscar lo
rebuscado para provocar el chiste.
jr:
Es el tipo de humor que va con el carnaval, con la televisión
berreta... y que muchas veces aparece en el cine adolescente.
¿Se refieren a los hermanos Farrelly?
¿Se refieren a los hermanos Farrelly?
jr:
No. No.
ps:
Porque los hermanos Farrelly se van tan al carajo que terminan
estando muy buenos... El Torrente de Álex de la Iglesia también
está en esa onda.
jr:
Me refería más bien a ejemplos como los de American Pie...
Esa cosa bien chota, ese machismo simplón.
ps:
Pero es verdad, el tema del humor en nosotros está presente porque
nos cagamos de risa todo el tiempo de lo que hacemos.
Cuando al principio de la charla
citaba referencias, pensaba más que nada en la universalidad de esas
citas. ¿Cómo fue recibida 25 Watts en el mundo, en cuanto al
hecho de ser, específicamente, un retrato decididamente
montevideano.
ps:
Lo más fuerte que nos pasó fuera de Uruguay, con 25 Watts,
fue una vuelta en Toulousse. Estabámos con Juan y vino un flaco que
nos dijo: “Gracias por hacer una película sobre los últimos cinco
años de mi vida”. Y era un tipo que vivía en Toulousse...
jr:
Y hay que volver a hablar del humor, porque es donde se puede medir
mejor la reacción del público... Sí te puedo decir que de los
chistes se ríen más afuera que acá, y que más allá de algunas
boludeces no hay demasiadas referencias locales.
ps:
Como cuando uno de los protagonistas se pone a leer la etiqueta de
Salus. Si sos uruguayo te vas a cagar mucho más de risa, pero
de todos modos, si no conocés la referencia, es más claro el
absurdo de un tipo que se pone a leer la etiqueta de una botella en
vez de estudiar...
Pienso en otra paradoja: el humor
de Whisky podría ser más digerible para un extranjero,
porque para el público uruguayo puede ser perturbador, ligeramente
agridulce...
ps:
Sí, capaz que afuera se perturban menos.
jr:
En Cannes, lo que pasó, por ejemplo, siento que es lo que yo hubiera
hecho como espectador, que tampoco es la verdad ni lo que tiene que
motivar la película. Lo que digo es que yo me hubiera reído más
parecido a como se rieron en Cannes que a cómo se rieron en
Montevideo.
jr:
Acá lo que sentí fue una euforia casi futbolera, y en algunos
momentos decididamente me molestó que se rieran. Sobre todo en los
últimos tres minutos de la película, que están jugadísimos a una
cosa amarga... Se reían de cosas tan raras como el zoom a un vaso...
Y en esas mismas escenas, en Cannes, pasó que algunos espectadores
lloraron.
ps:
A mí, un par de personas, tanto acá como en Cannes, me contaron que
se reían porque era la única reacción que podían tener frente a
lo pesado que estaba todo. Y eso también está bueno, porque va con
la idea que nosotros tenemos de que la gente se ría un poco
nerviosamente. Lo que sí, en ninguna otra parte del mundo, excepto
acá, se ve a la película como una película uruguaya. Se ve como
una película. Y punto.
jr:
Y más que lo que sucedió con 25 watts. Porque la veían como
una película proveniente de un país con una cinematografía
desconocida y todo eso. Y se veía lo del esfuerzo de los muchachos
que sin plata hicieron la película... pero en Whisky, por
suerte, van a ver una película. Y para nosotros eso es muy
importante.
La otra gran diferencia entre las dos
películas es que la primera es muy cercana a sus respectivas
vivencias, y en Whisky sucede todo lo contrario. ¿Qué no se
permitieron al momento de elaborar el proyecto de la segunda
película?
ps:
En realidad fue un poco inconsciente, pero sí es verdad que quisimos
separarnos totalmente de la idea de hacer una segunda parte de 25
watts.
jr:
Cuando Whisky empezó a ser algo más concreto, nos dimos
cuenta que estábamos en las antípodas... Pero eso tiene que ver
también con lo que nos pasó mientras escribíamos 25 watts.
Íbamos tirando ideas en paralelo, cuando no sabíamos que camino
seguir, y esas ideas murieron con el rodaje de la película.
ps:
Lo que pasa es que fue un proceso muy largo, y muchas veces
cancelábamos el guión de 25 watts queriendo empezar otros
nuevos... Y todos tenían la misma onda. Es lo que dice Juan: todos
esos guiones se murieron. Nació 25 watts para matarlos a
todos. Quedaron por el camino. Y después, cuando nos sentamos a ver
qué hacíamos, que fue en verdad un proceso largo, preferimos tomar
para otro lado.
jr:
De hecho, hay un dato curioso: lo primerísimo, por lo que terminamos
en Whisky, fue que nos presentamos a un concurso de Canal
Plus, de guiones, para el que había que enviar un párrafo y un
breve tratamiento de la posible película. Si aceptaban la idea, te
daban un poco de plata para que lo siguieras escribiendo. Empezamos a
revisar en la carpeta de ideas, donde hay ochenta sugerencias de los
dos, y seleccionamos las tres que nos parecían las más
“comerciales”, por llamarlas de alguna manera, y había una que
era la de un viejo que tiene una fábrica de medias y le pide a la
empleada que se haga pasar por su mujer porque viene el hermano de
Brasil. Punto. Empezamos a escribir eso, que nos colgó hasta cierto
punto, pero nunca nos fanatizamos demasiado, y después, con el
rodaje y toda la historia de 25 watts, nos olvidamos. Y tiempo
después, lo que pasó, fue que vino Gonzalo Delgado, que nos dijo
‘Vo, por qué no siguen escribiendo la del viejo de las medias’...
Que de hecho se llamaba Medias Naranjas... Del concurso jamás
nos dieron pelota, por suerte... y nos pusimos a escribirla ya con la
intención de filmarla. Ahí apareció el nombre de Kaurismaki, en un
momento, porque nos imaginamos una cosa de silencios y con algo medio
absurdo, empezó a generarse toda la historia.
Lo casual nunca está ausente de los
procesos creativos...
ps:
Por supuesto. Así que hoy puedo decir que en un punto nos gustó
alejarnos de 25 watts.
jr:
Hoy estamos orgullosos, sobre todo por el desafío de habernos metido
en una cosa que no sabíamos cómo iba a terminar. 25 watts ya
sabíamos cómo hacerla y prefrimos meternos en otro baile. Eso sí,
teníamos mucho cagazo, porque no sabíamos cómo mierda filmarlo ni
qué ibamos a hacer con los actores, que iban a ser todos viejos y no
eran amigos, como en 25 watts...
Ese cambio generacional implicaba
riesgo... Incluso parte de la crítica llegó a cuestionar que el
personaje de la vieja en 25 watts era un tanto estereotipado.
ps:
Eso es raro, porque yo viví con una vieja igualita. Tal cual.
Precisamente sorprende en Whisky
la composición de esos personajes, de otra sensibilidad y
lenguaje...
ps:
Lo curioso fue esos personajes, a priori tan distantes, se empezaron
a parecer a nosotros mucho más de lo que nosotros habíamos pensado.
Como una suerte de caricatura nuestra, o una proyección nuestra. De
todos modos, fue una duda que tuvimos todo el tiempo presente, hasta
el día del estreno. De si lo habíamos hecho bien o no, de si
estábamos en el camino correcto... Nos persiguió durante mucho
tiempo el hecho de preguntarnos qué estábamos haciendo con esa
gente...
jr:
En esencia fue un trabajo de observación... Y siento que tengo mucho
de Jacobo Köller, de su hermano Herman, y también de Marta. Pienso
que todos tenemos algo de ellos; además, conozco tipos de la edad de
los personajes y sé cómo hablan, las cosas que me gustan de ellos y
las cosas que no, y cómo se comportan ante determinadas situaciones.
También está presente lo que decía Pablo en la conferencia de
prensa, un poco en broma, cuando preguntaron qué experiencia
teníamos nosotros con judíos de esa edad... ‘La misma que Ray
Bradbury con los marcianos’, dijo. Pero la verdad es que cuando
entrás en una historia te involucrás con los personajes y...
ps:
Lo importante es cerrar el personaje dentro de la lógica propia del
relato... Más allá de que tenga asidero con la realidad fuera de la
película.
Y en las composiciones de los
personajes está presente un cierto tratamiento a la
Kaurismaki...
jr:
En realidad, no lo siento como alguna gente ha dicho... Sí hay un
tratamiento Kaurismaki, por decirlo de alguna manera, en el
equilibrio entre el realismo y el no realismo, en situaciones
totalmente verosímiles pero con reacciones un poco exageradas. En
cuanto a lo maquinal de los personajes y la poca expresividad, eso
también está en película de los Kaurismaki, pero pienso que los
personajes de Whisky son un poco más realistas... Cuando vi
La chica de la caja de fósforos, un año antes de filmar la
película, en lo que más me colgué no fue con el tono sino con lo
narrativo... ¿Te acordás del final, cuando ella lo envenena al
pibe?... Eso es lo que más me interesó, el hecho de cómo los
tipos, con acciones de los personajes y no a través de los diálogos
-que es una de las cosas que más me molesta en el cine, de cuando
los personajes se autoexplican o viene un amigo y les dice ‘porque
Johnny, tu eres no sé qué’, sobre todo en el caso de los
porteños- con sencillez te provocan una emoción muy fuerte. Puta
madre, esas cosas son las que me interesaron más, más incluso que
el tratamiento actoral. Me parece que la actuación en Whisky es
más emotiva.
ps:
Lo que quisimos hacer fue un cine simple, de historia simple y
basarnos en el cómo contar usando imágenes. En ese sentido, está
al alcance de cualquier tipo que tenga una cámara y una máquina de
escribir.
De algún modo era mi intención
llegar a esto, porque lo que ustedes dicen habla de que la cercanía
con Kaurismaki, en ese tratamiento, marca la diferencia de un cine
diferente al pintoresquismo habitual en otras películas uruguayas...
jr:
Eso sí que es consciente. Pero a mí, lo que me pasa, es que no lo
veo como un problema uruguayo o no uruguayo, sino cinematográfico.
Es que me molesta el pintoresquismo. Es una cosa que me saca de
quicio, y que en el cine latinoamericano, en particular, me molesta
muchísimo. Es eso de mostrar al campesino humilde como el vivo, de
que en el fondo, con su simpleza y humanidad, es más bueno que los
demás... Es el landriscinismo, una cosa que me rompe mucho
las pelotas, porque me parece un poco cobarde y por cierto muy
efectivo. Un truco barato. Ojalá aparezcan muchas otras películas
que no caigan en eso. Que ese cine muera...
ps:
Juan, creo que nunca vas a poder acabar con el pintoresquismo.
jr:
Sabés que capaz que sí.
ps:
Yo creo que no.
jr:
Ojalá que tenga razón yo.
Estás decidamente en contra de lo
mágico...
jr:
Totalmente. Y en contra del tratamiento que hacen de los personajes,
de las imágenes... Esos formulismos de Eliseo Subiela o de Walter
Salles, por ejemplo.
¿Lo ves como una ideología, además
de una manera de hacer cine?
jr:
Sí, es una ideología y entiendo que es un concepto bastante amplio.
Es el director parado por encima del espectador y por encima del
personaje. Es el poder de decir ‘enternecete con este que es
divino’.
ps:
Te pongo un ejemplo. En el primer plano de En la puta vida, de
Beatriz Flores, está la mina hablando por teléfono en una cabina,
mientras llueve, y la vienen a buscar en una moto con sidecar. Ahora,
¿cuántas motos con sidecar viste vos en tu vida en montevideo? Yo,
ninguna. Nunca vi una moto así ‘en la puta vida’... Lo digo en
una buena, pero en esa elección, que parece una elección boluda,
porque hablamos de un objeto de utilería, ya se dice mucho de la
película que se va a ver.
jr:
El asunto también está en cómo introduzcas un elemento así...
Pienso que los Kaurismaki podrían meter uno, en una película rodada
en Uruguay, pero seguro estarían jugados al absurdo... Pero la
película de Flores Silva está jugada al pintoresquismo... y ese es
el punto en donde me empieza a molestar.
ps:
Estoy de acuerdo con Juan. Esas cosas a mí también me sacan de
quicio. Me queman mucho la cabeza.
jr:
En Whisky, hubo una cosa expresa de no mostrar a Marta
como un personaje tierno y no sé qué, que sensibilizara al
personaje y al espectador sobre qué tonta qué fue ellaen la
fábrica, siempre pensando en el negocio... Todas esas cosas me pegan
en el forro, y porque a decir verdad, esta historia de la fábrica de
medias, si la querés agarrar para el pintoresquismo, sos Gardel,
porque tenés por todos lados para meterle. Tenés el viaje a
Piriápolis para meter, por ejemplo.
Eso me lleva a otro tema, al de la
dirección de arte. ¿Es posible que después de haber escrito una
historia amarga, con toques de comedia, las locaciones montevideanas
estén en sintonía con el tono que buscaron, que no haya que agregar
ni exagerar nada? Porque eso es lo que se recibe como espectador... y
en cuanto a Piriápolis sorprende por ser de una decadencia más
fina.
jr:
En realidad sabíamos qué Piriápolis íbamos a buscar, porque
conocíamos bien el balneario. Y no tuvimos que esforzarnos mucho por
buscar una decadencia, sin caer en el pintoresquismo de la decadencia
que, a propósito, también me rompe las bolas. Eso sería
Kusturica... Y en ningún momento quisimos romper una pared, porque
de lo contrario caes en eso, en sobreactuar la decadencia... Si ya
estaban rotas. Así que en las escenas del balneario buscamos una
decadencia creíble, que sí tuviera una fuerte poética.
ps:
Pero, a lo que decías, hay algo interesante, porque Piriápolis, en
la película, es un ambiente que la refresca. En ese viaje los
personajes salen de sus ámbitos cotidianos y rutinarios...
jr:
Se sale de la claustrofobia de la fábrica y la casa.
ps:
Y en definitiva, como dice Juan, ya sabíamos lo que íbamos a
encontrar... Si no hubiéramos ido a Punta del Este.
jr:
Hay una cosa, que nosotros llamamos lo fabulesco de la
película, que son ciertas escenas más artificiales, referidas a los
personajes, al arte, incluso al guión. En la escena en que están
jugando al tejo, marcada por el guión, cuando fuimos al salón de
maquinitas de Piriápolis, encontramos lugares llenos de máquinas,
demasiado feos. Por eso terminamos filmando en una locación
totalmente extraña, que es una pista de patinaje que está al fondo
del Hotel Argentino... Después de buscar por todos lados, y pese a
estar jugados al realismo, nos gustó más rodar esa escena en ese
lugar, donde no hubiera ningún extra... apenas si una nena patinando
y ellos tres jugando. Tiene algo de absurdo. Pero es verdad, a
Piriápolis fuimos también a inventar un Piriápolis, porque la
imagen que se tiene, asociada con lo turístico y publicitario, es
absolutamente pintoresca.
El último tema que me parece
interesante de abordar es el estrictamente musical. Y para esa
escena del tejo utilizaron a los chilenos de Petinellis. ¿Cómo
dieron con ellos?
ps:
Fue una gran casualidad. Habíamos terminado de editar la escena del
tejo, que no funcionaba mucho... y justo fui a la casa de una amiga y
tenía el disco de los Petinellis.. Lo escuché y lo llevé al otro
día a la isla. Lo probamos y anduvo bárbaro...
jr:
Le da un contraste que queda muy bien.
A lo que iba es que el hecho de
utilizar música de Petinellis y Reincidentes en Whisky, como
de Mockers y Exilio Psíquico en 25 watts, los define a ambos
como melómanos de cierto tipo de rock... ¿Prima el homenaje
personal o la necesidad del momento en cada elección?
jr:
Creo que las dos cosas... 25 watts, que en un
principio el guión se llamaba Stooges y giraba en torno a un
casete de los Stooges, cuando nos enfrentamos al asunto de los
derechos, que fue imposible, terminamos en Los Mockers, una banda que
entonces yo había escuchado de pedo... La mayor parte de los que ven
25 watts piensan que es una banda norteamericana... Y son Los
Mockers, de acá, del Montevideo de los ‘60... Después fuimos a
buscar músicos amigos, y por eso está un tema de Maxi (de Exilio),
muy melancólico, que tiene un toquecito de Tom Waits. Están los
Buenos Muchachos. Y hay también un tema mío, al final, porque soy
el director y hago lo que quiero. Lo que sí hay un concepto que
defendimos a rajatabla: que si los personajes no escuchaban la
música, el espectador tampoco... No queríamos trabajar con música
incidental, de pique, porque esa película así lo pedía. En Whisky
la idea era que tampoco hubiera música incidental, pero si
pintaba que una escena la requería...
Volvimos a la escena del tejo con los
Petinellis... de la que ya hablamos. Pero el papel fuerte en Whisky
lo juega la Pequeña Orquesta Reincidentes.
jr:
Y también fue complicadísimo lo de Reincidentes... casi como lo del
blanco y negro de 25 watts, que por un lado nos gustaba y por
el otro fue una decisión obligada por lo económica. La inclusión
de Reincidentes tiene que ver con que hubiera una banda argentina,
por el asunto de la coproducción. Los probamos en una escena y
quedaron muy bien... pero a mí, personalmente, también me tentaba
muchísimo incluir música de Fernando Cabrera. Porque me parece que
la película tiene un cierto espíritu cabreriano.
ps:
A los Reincidentes los conocíamos de antes; tenemos muy buena onda
con ellos, así que en definitiva fue muy fácil de lograr con ellos
el clima que queríamos para la película... Esa cosa medio
melancólica, que no tenía por qué ser específicamente tanguera;
que fuera con influencias centroeuropeas, además de estar bueno,
enriquecía el tono que buscábamos...
Y a través de la música se generó
algún que otro encuentro... por ejemplo el hecho de conocer en
España a Esteban Hirschfeld, legendario integrante de Los Mockers...
ps:
Eso fue rarísimo... Él estaba muy contento y nosotros también.
jr:
Los Mockers eran de verdad. Fue una banda que se te caen las pelotas.
Si hubiesen nacido en otro lado habrían roto absolutamente todo.
ps:
Cuando conocimos a Esteban, él estaba reuniéndose por esos días
con el cantante, Polo, después de veinte años... Así que también
nos encontramos con él, un tipo que tiene una onda increíble y
canta mejor que Mick Jagger... En el caso de Esteban, estaba
sorprendido de que alguien se acordara de esa música y que la
metiera en una película. Estaba recontra copado... Después nos
contó toda la historia de Los Mockers, de cuando tocaban en Buenos
Aires cuatro veces por noche...
En definitiva hemos ido de una
película a otra buscando diferencias... ¿Qué
une a 25 watts con
Whisky?
ps:
Todo el mundo pregunta por las diferencias y nadie lo hace por las
similitudes… Y para mí, subterráneamente, encuentro más cosas
parecidas que diferencias. La base sería parte de lo que hablamos:
el manejo del humor y la mezcla de melancolía con comedia.
jr:
Y el tener tres personajes...
ps:
Temponi, por ejemplo, decía de 25 watts que era una comedia
pero en tiempos raros... Y eso se da también en Whisky. Está
bueno seguir en esa tensión...
¿Se consideran...?
jr:
¿Mods?
Eso seguro que lo son, pero pienso en
si se consideran más narradores que cineastas...
jr:
Ninguna de las cosas. Pero si tengo que elegir una, me siento más
narrador.
ps:
Entendiendo el cine como una forma estupenda de narrar, por
supuesto... porque el cine que me interesa es que narra, el que
cuenta historias.
A lo que voy es que con la generación
de ustedes es posible que se acabe con dos mitos criollos: el de los
malos guionistas y el de la discusión de si los actores de teatro
pueden o no hacer cine...
jr:
Esos son los dos mitos del cine uruguayo, que los van a decir hasta
la muerte... Eso de que en Uruguay no hay buenos guionistas y que en
Uruguay está lleno de excelentes actores. Son dos falacias que no
tienen ningún sentido. Porque no te olvides que los que dicen que no
hay guionistas, seguro que les chupa un huevo Whisky o
cualquier película, y los que dicen que hay excelentes actores, lo
dicen mientras están mirando una película de Luis Nieto, que son de
las peores actuadas en Uruguay.
ps:
El problema no es que haya buenos o malos actores, o buenos o malos
guiones... Lo que hay son malos directores.
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