la novela ha pervertido tanto el sentido fetichista de los libros, con tanta exaltación de las lógicas del mercado, que se ha viene perdiendo aquello del “contacto” directo con el papel. todas las novelas son iguales, y ya se ha vuelto casi una utopía aquello de que todos los caminos conducen a la poesía.
es así que la poesía, como género y como reducto militante, permite que un libro -por ejemplo- pueda ser personal. un río de pájaros es uno de esos libros que pueden acompañar un viaje, un buen rato y -más que eso- contagiarnos de la seducción hipnótica que posee la mejor poesía.
máscaró, viajero que hoy anda por suecia, publicó estos poemas -una especie de ‘grandes éxitos’ de su larga cosecha- en colombia, y en ellos se habla y canta de estas comarcas. “quien se especializa en desencanto/ se vuelve infeliz”, escribe mascaró, y en otro giro de tantas vueltas dice, casi canta, “yo quise un día ser una cantante pop”. va y viene por amores, desencuentros, recorriendo geografías muy cercanas.
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