posdramática


Tan simple como que fue uno de esos espectáculos inolvidables, de los que se cuentan con los dedos de la mano en varios años de carteleras teatrales aburrida y anacrónicas. El montaje de Sex, de Pollesch, con dirección del cordobés Marcelo Massa, estuvo sostenido con ritmo y precisión, con un gran compromiso y energía, por un elenco de tres jóvenes actrices integrado por Carolina Faux, Estefanía Machado y Sofia Espinosa. Fue en el Goethe. Un sacudón de energía, con una obra provocativa y una puesta en escena que elude toda posible ilusión teatral.

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¿Cómo llegaste al texto de Sex?
Marcelo Massa: El texto es parte de una trilogía que incluye Ciudad como botínPersonas en hoteles de mierda. Yo ya había realizado esta última en 2008 en Córdoba y la trajimos en 2009 a Montevideo. En esa oportunidad surgió la posibilidad de hacer otra obra en Montevideo y me parecía que la obra correcta para hacer con un elenco local era Sex. En cuanto a trabajar en el espacio del Instituto Goethe, se corresponde con la poética que es un teatro de no representación, es decir, no se construye una ilusión, sino por el contrario permanentemente se trata de indicar de que lo que ocurre ahí es eso y no otra cosa.
¿Cómo fue para ustedes –desde la actuación- enfrentarse a una propuesta como la de Sex?
Sofía Espinosa: Es desligarse de todos los "modos de representación" que nos fueron enseñados. Tener muy claro lo que estás diciendo, y poner una parte de vos en esas palabras. Sex no plantea nada que no sea real ni comprobable en lo cotidiano de la vida, es decir que es muy difícil no estar de acuerdo con lo que estás diciendo... Me parece que desde la actuación hay que tomar el texto como un compromiso, construir lo que estás diciendo.
Carolina Faux: Es difícil encontrar el punto justo de la obra. En un principio es complicado entender más allá de lo racional el concepto de no representación. En principio se trata de no actuar. Pero va más allá de eso. Esta obra implica un estado de presente total. Hay que estar alerta a absolutamente todo lo que ocurre en la sala y entre nosotras a la vez que estamos concentradas en el contenido de lo que estamos diciendo y en el cómo. Somos Estefanía, Sofía y yo sin personajes, en un estado mucho más alerta que el cotidiano, en un nivel de energía mayor.
SE: En Sex tenés que estar colocado en el punto justo para poder atrapar al público. Te sentís siempre activa y dispuesta. Esa debe ser la actitud.
¿Qué tipo de riesgos implica este tipo de abordaje posdramático... desde un texto sin personajes a una escena con las luces encendidas en la platea, entre otros detalles?
MM: El mayor riesgo es la percepción del espectador, es decir, si alguien esta buscando que la obra concuerde con su idea de lo que “es el teatro”, seguramente no podrá ingresar a este universo particular creado acá. La propuesta se condice con el discurso. No tiene sentido hacer un planteo que intente replantear una estructura de pensamiento o condicionamiento social establecido como normal desde una puesta tradicional, de representación, por tal motivo establezco una poética diferente a lo establecido, de ruptura, algo que desencaje la percepción y obligue al espectador a estar activo en el pensamiento para poder ser impactado por el discurso.
¿Qué pasa con la palabra, con la palabra hecha acción, ideología, en esta obra?
MM: La palabra esta tomada en su materialidad como discurso. No hay personajes, sino un discurso que atraviesa a las actrices, es un discurso puesto para reflexionar colectivamente. No hay ideología, en todo caso es una línea que tiene que ver con el pensamiento crítico, de desmenuzar y analizar, aquello que en nuestras sociedades capitalistas se dan como “normal”.
¿Qué reacciones viene teniendo la obra?
MM: La obra tiene reacciones sin términos medios; o es aceptada y gusta fervorosamente o es rechazada violentamente. Es habitual que pase esto, porque pone en tela de juicio los modos de representación de una obra de teatro.
CF: En general durante los primeros minutos hay un desconcierto general entre los espectadores. La mayoría está aturdida por los gritos permanentes. Después de las dos primeras escenas los espectadores, o bien entran totalmente en el código -por suerte parecen ser la mayoría- o quedan totalmente por fuera.

((publicada en revista CarasyCaretas))

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