las canciones de un tal manuel



es difícil, tan difícil de explicar, una canción que se te pega y otra y después otra más, sentir que con todas ocurre lo mismo, es inexplicable todo esto, lo sé, tal vez me pase solo a mí, no es novedoso, el pop cuando es casi perfecto es así, nos vuelve frágiles y memorables, nos vuelve adictos, como las buenas canciones de los smiths, bowie o pulp, esas canciones que se pegan y son mejores que otras, y hablan de chicas y chicos en un baile infernal, porque ardimos y seguiremos ardiendo, porque sí, porque ese disco suena una y otra vez a lo largo de los años, y sé que la última vez que me enamoré, ella dijo, y yo dije, es difícil, tan difícil de explicar, porque hay discos que nunca olvidamos, lo dice esa misma voz que se nos pega, que dice lo que duele escuchar, que cuenta historias que hacen tan bien, que hacen tan mal, es la voz de manuel, y ya son las diez, es la hora de encarar, me concentro en las imágenes del show de la otra vez, en esos freaks al borde de todo, al borde de la vida, estallando, porque no sé, seguro que sienten que es difícil, tan difícil de explicar, cuando una canción y luego otra se te mete debajo de la piel y te hace sentir mejor, sentir peor, te hace sentir el misterio de todo, cuando la melodía y la palabra se arman, se desarman y cierran eso tan difícil, tan difícil de explicar, por eso escribo, sin parar, porque voy de una canción a otra y tengo muchas preguntas para manuel, y cuando lo tengo enfrente, en la mesa de una cantina de la ciudad vieja, le hago solo algunas, las más innecesarias, porque lo mejor es hablar de cualquier otra cosa o bien de por qué nos pasa todo esto con las canciones… con ustedes, la palabra de manuel moretti, nacido en junín en el sesenta y cinco, cantante y compositor de una banda llamada estelares.

yo amaba las noches / ahora no las amo / los chicos toman drogas / yo ya no tomo nada / qué va a ser de mí / la noche no nos quiere / caer en cualquier lado / el alba no nos espera
fragmento de “América”, del disco Ardimos (2003)

_ Me pasó una cosa muy extraña el otro día. Estaba escuchando algunos temas de Ardimos y me parecieron conectados con Pulp… la orquestación de “Virginia”, la demencia pop de “América”.
_ ¿A Pulp? Qué raro. A lo mejor hay algo. No sé. Pablo (Silvera), el bajista de la banda, los ha escuchado muy bien; y yo también. Hay algo de la melodía de Pulp que tiene que ver con la canción popular que está metida en algunas cosas de Pablo y mías. Puede ser también que haya una cosa medio sonora en Ardimos, en los arreglos y la producción de Juanchi (Baleirón), que puede que lleve al sonido pop eléctrico de Pulp. Era la primera vez que trabajábamos así: yo tenía los demos y Juanchi los agarraba en el laboratorio y empezábamos a trabajar con formas, con cosas de máquinas… Ahora que pienso, Lucas, el manager de Estelares, es fanático de Pulp y es fanático de mis letras y de mis canciones. Alguna relación hay. De alguna manera existen esas cosas.
_ ¿Cómo ves aquel disco a la distancia?
_ Costa, que era capo de Pop Art, siempre decía que no podía parar de escucharlo, que era adictivo. No sé. Para mí hay seis y siete temas muy fuertes, de banda: “La coupé roja”, “Patinar”, “Virginia”. Y los demás eran temas también muy fuertes que yo tenía en demos: “Moneda corriente”, “Mariposas”, “Estrella”, “América”. Fue una mezcla entre lo que trabajaba la banda y lo que yo tenía y habíamos empezado a laburar con Juanchi. Íbamos con Víctor (Bertamoni), el guitarrista, y hacíamos con Juanchi un laburo de laboratorio de esos demos. Después volvíamos a la banda, a buscarle el color eléctrico, pero guiados por los demos y por la mirada de Juanchi. Fue la primera vez que laburamos con un productor. Fueron tres años de trabajo, de grabar primero las bases, después la parte de violas, después las voces, después los coros, una primera mezcla, una segunda mezcla, que lo va a tomar Sony, que no lo toma, que lo toma Warner, que tampoco lo toma… Empezamos a grabar en el 2001 y fue todo un quilombo, al final salió en el 2003 por Pop Art. A la distancia, siento que se dio una cosa súper elástica que hizo que el disco estuviera bueno. De a poco estoy como amigándome de nuevo. No porque me haya enojado sino porque yo no escucho mis discos.
_ El Darno siempre decía que volver a escuchar un disco –para un músico- era algo un poco perverso...
_ Hay algo de eso. Mientras estás trabajando, lo escuchás doscientas veces, hasta que te pudrís. Ahora, pasa que cuando pasan cinco o seis años, alguien te comenta algo sobre el disco y no tengo ni idea. La canción “Mariposa”, por ejemplo, yo no me acordaba de que estaba grabada en ese disco. Entonces, después la escucho y digo “pah, está buena”.
_ Coincide el momento de grabar y lanzar Ardimos con irte de La Plata y radicarte en Buenos Aires… ¿Cómo recordás ese tiempo?
_ Fue tremendo. En la última época en La Plata me picaba y estaba loco como una cabra. Cuando dejé de drogarme, el nivel de angustia era muy fuerte, no soportaba la carga. Por eso, de alguna manera, cuando me vengo a Buenos Aires, como no tengo un mango y deposito todo en que esas canciones me den trabajo y que me den de comer, porque no tenía donde vivir –es una manera de decir, en realidad, porque vivía en casas de amigos, pero no tenía guita-, daba algunos shows de Estelares y algunos solistas que me daban algún peso. Si no me bancaban amigos, no tenía manera de vivir. Entonces, imaginate la ansiedad que deposité en un disco que tardó tres años en salir… llegó un momento en que me volvieron los transtornos de ansiedad y la única manera de bajarla era componiendo y chupando.
_ Hubo otro compositor al que le pasó lo mismo en esa época, Andrés Calamaro, en eso de volverse compulsivo. ¿Cómo es tu relación con él?
_ En esa época nos vimos mucho con Andrés. Yo estaba como loco, y la segunda vez que fui a la casa de él, sin comer, me tomé cuatro whiscolas -yo en ese momento no tomaba merca, ni nada- y después de fumar porro con él me descompuse de una manera que no podía salir del baño. Era un descalabro… En esos días no comía nada, estaba totalmente drogado. Entonces un día se me ocurre llamar a Sadaic y preguntar si tenía plata para cobrar. El primer cheque de Ardimos eran 700 pesos… en un cuatrimestre eran 700 pesos, o sea un poco más de 150 por mes. Llamo unos meses después y me dicen que tengo 3500 mangos para cobrar. No lo podía creer; como en esa época no tenía un mango era mucho dinero. Saltaba en una pata, me ponía a regalar cosas… Era desesperación, porque la verdad es que Ardimos fue: “o me salvan las canciones, o no sé”.

no tengo muy claro el camino / adónde voy, adónde ir / no tengo teléfono a mano / ni qué escribir, ni qué decir / quizás se me pase en un año / quizás en un rato me logre dormir.
fragmento de “Tanta gente”, del disco Una temporada en el amor (2009)

_ Habías tomado la decisión de vivir de las canciones… No es fácil.
_ Todos decían que era muy bueno, pero yo no tenía ni para comprarme un cigarro. Eso fue lo que me pasó en el último tiempo que viví en La Plata. Así que largué la gastronomía y me fui a vivir a Buenos Aires. Y como no tenía otra cosa, porque lo más probable era que tendría que conseguir trabajo en una oficina, en un kiosco, o donde fuera, se convirtió en algo muy angustiante para mí, porque yo seguía componiendo canciones. Todas las que después formaron parte de Sistema nervioso central y varias de Ardimos son de esa época, en la que no tenía un mango. Juanchi me decía: “hijo de puta, tenés unos versos buenísimos y no me escribís ni un estribillo”. Ahí salen los estribillos, después de conocer a Juanchi, porque no soy boludo, no quería volver a ser pobre… Me parece que ahí está la bisagra, cuando se cerró todo, mi compulsión, pude cerrar las canciones.
_ ¿Cómo fue vivir esa bisagra?
_ Fue tremendo. No soportaba –como te dije- el nivel de ansiedad y de angustia. Y mirá que yo soy un tipo entrenado con la angustia… Mi historia es así. Hasta los 17 viví en Junín, después me fui a Buenos Aires a estudiar, estuve dos años y después me fui a La Plata y entré a estudiar Medicina. Venía de una pirotecnia de drogas y cuestiones familiares muy heavies. A La Plata fui a limpiarme de drogas y a seguir formándome, pero en lugar de eso seguí hasta el fondo; en esos años –entre el 86 y el 91- fui merquero adicto y también tomaba clases de teatro, tuve un pasaje por Bellas Artes y fue cuando compuse mis primeras canciones. Y caí en la gastronomía... un laburo que eran pocas horas y buena paga. Trabajé durante nueve años como camarero –hasta el 2000- en un restaurante de La Plata al que iban ministros, y esa gente.
_ Ah, por un momento pensé que me ibas a decir que iban Federico Moura y gente por el estilo…
_ No, eso es cuando recién llego a La Plata, que trabajo en un bar que se llama El Taller. Me hago amigo del hermano de Skay Beilinson, de Quique Mugetti, de Pancho Moura, voy a la casa de Julio Moura. Esto es cuando yo tenía 21 o 22 años.
_ ¿Qué secreto tiene La Plata?
_ Mi teoría es que La Plata tiene una identidad de ciudad de arte. Tienen ganas de eso. Entonces vos tenés los pintores, los fotógrafos, los escritores, los músicos. Hay un pequeño ambiente interesante que hoy sigue existiendo. Tiene cierta lógica, derivada de su racionalismo: La Plata fue fundada por masones y no es casual que siempre aparezcan los raros, los que se resisten.
_ A mí me recuerda a Montevideo, encuentro por ejemplo cierta relación entre el rock platense y el montevideano…
_ Vos sos de determinada manera porque te cocinaron en un caldo con determinados ingredientes… Yo venía de Junín, con un bagaje, escuchaba a Bowie, a Reed… y La Plata me termina de formar. Y es verdad lo que decís de que es similar a Montevideo. No es casual que me sienta tan cómodo acá.
_ ¿Te sentías más hermanado con Virus, o con los Redondos?
_ No tenía particular devoción… lo que me gustaba de Virus era el glamour. Con respecto a Los Redondos, me parecía increíble lo que estaban haciendo y lo que estaban logrando. Los dos primeros discos fueron una cosa que me mató, me parecieron infernales. Pero yo no los tenía en casa, no los escuchaba sino cuando iba a clase de teatro o en casas de amigos. Yo llegué con mucha carga propia a La Plata. Iba muy chiflado, chiflado de verdad… Hay dos personas que me salvan y que pueden darme crédito. Uno es el cantante de Pájaros, que es una banda de La Plata a la que ahora le está yendo bien. El otro es Fernando Migliorina. Ellos vivían conmigo cuando llegué de Buenos Aires la primera vez… Ahí compuse “América”, a finales del 86. En esa época, además de tomar ácidos, le afano los antipsicóticos a mi madre, que estaba pasando por una gran depresión, y eso me termina de volar las chapas. Eso termino de entenderlo mucho tiempo después.

vos decís que nada / nada es como antes / que al final para qué diablos te quedaste / que estoy peor que casi todo el mundo entero / que es mejor quedarse con lo de febrero / mirame tus ojos cristal brillando
fragmento de “Mariposas”, del disco Ardimos (2003)

_ ¿De qué año sos?
_ Nací el 28 de diciembre del 65... soy casi del 66. Pero te sigo con la historia: cuando llego a La Plata como que no estaba muy hermanado con los Redondos ni con Virus, digamos que no estaba muy hermanado con la vida. Un día me emocionó hasta llorar pensar que Ardimos cierra todo, y que después viene Sistema nervioso central, el disco que me permitió vivir de esto… Y que “América” sea una de las canciones con las que la gente hoy se re copa, cuando es un tema que compuse en un momento en que ni siquiera sabía tocar la guitarra, cuando me dormía al lado de las cucarachas porque las amaba…
_ ¿Cuándo sentís que la música te salvó?
_ Cuando empiezo a unir melodía y palabra, como que eso me permite curarme, entre comillas, de mi gravísima neurosis. Las canciones me empiezan a salvar cuando decido que eso es lo que necesito hacer como mecanismo compulsivo. Eso me empieza, de a poquito, a atraer, y fue durante mucho tiempo mi relación con el mundo.
_ ¿Con tu madre cómo te llevás?
_ Muy bien.
_ ¿Y con tu padre?
_ Mi papá vive en Junín con mi abuela. Mis padres están separados desde hace veintipico de años. Parte de esta chifladura mía de la que te hablé, de que le robaba las drogas duras a mi madre, que estaba muy deprimida, tiene que ver con la separación de mis viejos, pero no tanto con la separación en particular sino con cosas difíciles que tienen que ver con la familia, cosas que hizo mi viejo. No sé… en determinado momento todos nos enteramos de que mi padre iba a ser padre de otro pibe y nunca lo habló, después se fue de casa y fue todo un delirio. Todas esas cosas hicieron que tuviera una relación muy buena con mi vieja y no tan buena con mi viejo. Voy mucho a Junín, porque allí vive mi madre. Y además, desde hace cuatro años tengo una hija que vive en Junín, yo la voy a buscar y pasa ocho o diez días conmigo en Buenos Aires. Por el momento podemos llevarla de este modo, porque tiene cuatro años.

sé que no he de perdonarte / que no me hayas vuelto a mirar a la cara / somos tan frágiles / tan memorables / sé muy bien cómo cambiaron las cosas / ya pasó el verano / ya pasaron las playas.
Fragmento de “Cristal”, del disco Una temporada en el amor (2009)

_ Las canciones de los discos de Estelares parecen la punta de un iceberg…
_ Está bueno lo que decís, porque además tengo muy claro que hay más de sesenta casetes que nadie ha escuchado. Hay muchísimo material en ellos, porque en esos años de Ardimos compuse como un animal.
_ ¿Cuáles creés que son tus grandes temas, los que aparecen constantemente en tus canciones?
_ Tengo la sensación de que mi primer gran tema es mi narcisismo, al que le dediqué los primeros discos. Narcisismo de verdad: de la alegría de ser y la dificultad por no poder salir de mí mismo. Yo creo que es el primer gran tema y a partir de eso aparece justamente la carencia por no poder relacionarme, y viene el encuentro y el desencuentro al buscar al otro. Y si me decís, últimamente, empieza a aparecer de a poco el amor. Pero no el amor boludo… sino el amor no narcisista, porque precisamente no hay nada más bonito y generoso que el amor… Son cosas que a veces ni siquiera uno elige, que empiezan a pasar pero no las planeás. Porque yo creo que somos lo que no controlamos, y en función de que vamos conociendo lo que no controlamos empezamos a saber quiénes somos.
_ ¿Cómo hacés para tener una banda? Te lo pregunto porque imagino que debe ser difícil seguirte a vos, tu cabeza...
_ Sí… pero los pibes saben quién soy, todos sabemos. Yo soy respetuoso de los pibes, y cuando me pongo loco se van solos y se ríen de mí. Ya no me pongo tan loco como antes.
_ ¿Desde cuándo están contigo?
_ Víctor está desde el 90, hace muchos años que me conoce. Es como mi hermano en la autoría. Víctor me ha hecho abrir algunos puentes, porque compartimos el arte, la música, por los años que hace que me banca como compañero de trabajo, como compañero de desarrollo. Pablo me conoce desde antes que Víctor, lo que pasa es que ellos tocaban juntos en una banda. Carlitos (Carlos) entró a tocar la batería en el 2000, pero también logró adaptarse. Y todos hacemos un esfuerzo por no perder la banda. Algún día, cuando haga algo como solista, quiero que la banda sea homenajeada con honores… eso lo aprendí hace poco, porque he estado un poco enojado a veces con Estelares, con lo que significa sostener una banda, laburar, a veces hacer concesiones. Obviamente, relacionarte con el otro es hacer concesiones… pero ahora somos conscientes de que Estelares nos ha dado mucho. Mis canciones no serían tales si los pibes no las interpretan y las ponen en los discos como lo hacen. Hay que ser honesto y hay que saber ser agradecido. Porque los pibes han hecho de “Superacción” o “Un viaje a Irlanda” canciones maravillosas.

y todo en un minuto / yo estaba en la cocina / me abrazó por la espalda / y me dijo al oído / que le encanta ir a la cama conmigo / pero no quiere nada más / ella dijo / y yo dije / no eres mi amor
fragmento de “Ella dijo”, del disco Sistema nervioso central (2006).

_ ¿Cómo te sentís con el rock? Porque suele ser un lugar un poco frívolo…
_ ¿Te soy honesto? Yo todo el tiempo estoy empezando. Como siempre, creo que me quedan 20 o 30 años más de seguir grabando discos, y espero que cuando muera haya sido lo más honesto y prolífico posible, haber grabado la mayor cantidad posible de discos. Yo no sé si soy del rock, algunos dicen que sí, que formo parte del rock, pero a veces pienso que soy un tipo que ama más la canción popular que al rock. Hay bandas de rock que me emocionan profundamente y quiero sonar como T. Rex; otras veces quiero sonar como The Smiths… La gente dice que pertenezco al rock y yo lo acepto. Yo siento que todavía no hice ni un cuarto de lo que voy a hacer. Pero a la vez, ¿cuántas canciones publiqué? Cinco discos, unas 55 o 60 canciones. Entonces quiero tener grabadas 200. La idea es conseguir grabar discos de la mejor manera. Después veremos si estamos en el rock o no.
_ Pasaron cosas muy duras… pero como que después de la crisis del 2001 empezaron a pasar cosas lindas.
_ Sí, lo que pasa es que todos esos años de antes de la crisis fueron mentira. Yo los odio. Qué sé yo, no puedo hablar coherentemente porque me sale todo el odio… y yo me había convertido en un yonqui que se picaba con la guita que le daba el tío vendiendo las casas de la familia… era un espejo de lo que hacían los políticos vendiendo toda la nación, vendiendo todo… Era todo mentira, pero claro, además si no me alcanzaba la guita le pedía guita prestada a mi otro tío. En algún momento iba a terminar, y terminó, y –como te dije- me salvaron las canciones.

(Publicado originalmente en revista FREEWAY)

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