No
es casual que las últimas obras de Jorge Soto y Vladimir Muhvich
sean parte de la colectiva Tecnología Social que
formula el curador Raúl Álvarez en el espacio principal del Subte (*).
Ambas fueron exhibidas a finales de 2014 en el Salón Nacional,
en el Museo de Artes Visuales de Montevideo, y estuvieron entre los principales
impactos de la selección.
Los
contadores digitales de Soto, en tiempo real, en una pantalla de gran
formato, manifiestan el tiempo que transcurre entre la detención de
cada desaparecido de la dictadura de los años 70 y el instante de
visualización de la obra. El soporte digital de la representación,
que traslada al espectador la sensación del presente como herida
abierta, logra un efecto superlativo y convierte a Países
sin tiempo para la memoria en
uno de los ensayos políticos, desde el arte, más relevantes de los
últimos años. Un efecto similar sucede con Engrama
oficial del campo del arte uruguayo II,
proyecto de Muhvich que reflexiona sobre la producción artística
uruguaya a partir de visualizaciones obtenidas mediante modelos
matemáticos de representación.
Ambas
obras, al igual que otras de las presentadas en la colectiva
Tecnología Social,
toman recursos y herramientas tecnológicas para proponer reflexiones
no exentas de atractivo lúdico. Una de ellas es Privacidad
impuesta, del Colectivo Mihaly
Meszaros, que interpela la intervención policial del espacio público
con cámaras de vigilancia y coloca al espectador en una situación
de invasión de la privacidad.
Otra obra de lectura directa es
KillAllTheMemes, de
Fabián Barros, quien propone un sistema que escanea la red en busca
de "memes" y los distorsiona despojándolos de su sentido
original.
La
saturación visual y de información es punto de partida de Where
X and Y, video de Liliana
Farber, uno de los puntos más altos de la selección que puede verse
en el Subte. En forma similar a la obra de Barros, la creación de un
software que combina trailers de promoción cinematográficas permite
la representación de una imagen caótica e imposible de
decodificar. La realidad, o más bien la construcción subjetiva de
ella a partir de imágenes, es tema central de
Catástrofe-Acontecimiento, de
Alberto Lastreto, de las fotos superpuestas de paisajes cotidianos en
la obra Recorridos compuestos,
de Guillermo Sierra, y enlas redundancias fotográficas de la
propuesta Los deshabitados,
de María Inés Arrillaga.
El
punto más autoreferencial de la muestra está en Vida
portátil, de Francisco Cunha,
una serie de viñetas que vinculan los diferentes avatares sociales
del artista y la manera en que lo conectan o lo distraen en un loop
acaso asfixiante. Más allá de los avatares y acercándose a la
indumentaria propiamente dicha, dialogan dos obras bien diferentes en
cuanto a sus reflexiones y resoluciones formales: Valentina Mondada y
Pablo Benítez proponen un sistema robótico, +M, mediante
el cual los espectadores manipulan o son manipulados por una serie de
sensores, y Leonora Checo presenta la instalación Traje
costoso para una familia tipo,
haciendo énfasis en el reciclaje de basura como manera de escapar
del consumo.
En
definitiva, una serie de obras -once en total- que muestran y
provocan reflexiones inesperadas y alientan al debate público. Como
bien aclara el curador Raúl Álvarez, la colectiva Tecnología
Social no está centrada
en el tipo de registro sino en obras que se relacionan con el
concepto de tecnología. "La inquietud de hacer la muestra se
genera a partir de percibir que la sociedad actual está ligada
profundamente a lo que es la tecnología, tanto por su uso como por
su consumo", dice Álvarez.
Dilemas
del arte
La
muestra Tecnología Social continúa,
y este parece ser uno de los propósitos de la dirección del Subte,
una serie de muestras colectivas que exponen diversidad de miradas
sobre un tema en particular. Así fue la reciente selección
de retratos, con similar tratamiento curatorial. "Esta
diversidad de miradas permite acercarnos al público menos
familiarizado con el arte contemporáneo", explica Álvarez, "ya
que siempre es factible que el individuo encuentre más conexión con
una obra que con otra, y dado el numero de propuestas aumenta la
posibilidad de hacerse una idea del tema adquiriendo herramientas de
decodificación de los discursos".
Otro
de los objetivos explícitos del Subte, cumplido también en
Tecnología Social, es
el de brindar una espacio de reflexión que otros lugares de la
cultura no se plantean, porque no lo consideran relevante, o porque
no está dentro de sus inquietudes particulares. "Esta muestra
en particular intenta de forma poco pretenciosa, casi inicial,
comenzar a reflexionar sobre los problemas que la tecnología genera:
ansiedad, déficit atencional, pérdida de la riqueza en el uso del
lenguaje, e infinidad de secuelas tanto en las relaciones humanas
como en la percepción del mundo".
Tecnología
Social, según el curador, supone un recorte epistemológico. Por lo tanto, no se puede (ni se debe) hablar de
tendencia. "El campo uruguayo es muy rico y ciertamente los lenguajes
y temas empleados por los artistas son muy distintos. El uso o la
reflexión sobre la tecnología no es central ni protagónico, ya que
nos encontramos tan imbuidos de ella que no podemos poner una
distancia para cuestionarnos sobre los problemas que esta genera solo
viendo ventajas operativas y prácticas".
(*) La muestra colectiva Tecnología Social, incluye las obras Países sin tiempo para la memoria, de Jorge Soto, y la segunda parte del proyecto Engrama del Arte Uruguayo, de Vladimir Muhvich, junto a una
decena de obras que reflexionan sobre la tecnología y su influencia
en una cultura contemporánea en la que predominan los relatos
visuales. 06/2015, Centro de Exposiciones Subte, Montevideo, Uruguay.
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