el camino templadista

Los discos Vacío, Micromundo y Mar abierto, de Daniel Drexler, siguen -además de una línea de tiempo- una misma matriz conceptual. El cantautor decidió cerrar la trilogía con un libro-dvd que oficia de resumen de estas búsquedas sonoras en pos de diluir fronteras entre lenguajes expresivos. Se llama Tres tiempos.
El recorrido cancionístico que viene haciendo Daniel Drexler, en una última década en la que construyó tres discos muy disfrutables, tan intimistas como abiertamente expansivos, es una muestra de lo bien que pueden llevarse -no exento de alguna que otra crisis- el pensamiento científico (la teoría pura y dura) y una fina sensibilidad poético-musical. El centro conceptual del camino emprendido por el músico se afirma en un término, templadismo, territorio musical que abarca el sur brasileño, el litoral argentino y los más cercanos barrios rioplatenses. Drexler siempre tuvo muy claro que cuando las fronteras se diluyen, la comarca se ensancha; pero no solo en el discurso, sino que se fueron sumando amigos de Rio Grande do Sul y de Buenos Aires, siendo uno de los nodos principales las canciones y la amistad compartida con el gran Vitor Ramil.
La primera vez que tocó en Brasil fue en Porto Alegre, en el año 2009, con las canciones del disco Vacío. "La verdad que no me imaginaba encontrar un terreno tan receptivo", recuerda Drexler. "Creo que a la familiaridad musical que tengo, en mi caso, con el sur de Brasil, se sumó el hecho de que el templadismo dio en una tecla muy sensible para los gaúchos, porque ellos, al igual que nosotros, son gente de frontera y con varias problemáticas de identidad en su relación de pertenencia a ese continente que se llama Brasil".
Muy pronto comenzaron fermentales intercambios con otros colegas de Rio Grande, cancionistas de su generación: Zelito, Pirisca Grecco, Mario Falcao, Marcelo Delacroix, Duca Duarte, Paulinho Gularte, Shana Muller. Se fueron sucediendo conciertos, alguno grande compartido con Vitor Ramil, y muy especialmente los idayvuelta con Delacroix y su prima Ana Prada, en el Bourbon Country de Porto Alegre y en el Solis de Montevideo. En el 2011 presentó Micromundo en Brasil. Similar desarrollo realizó en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, obteniendo después de un largo trajinar de años un más que merecido Gardel de la crítica musical, en el 2013, para el disco Mar abierto, en la categoría Canción Testimonial y de Autor.
Tres tiempos es un libro en el que Drexler cuenta parte de este recorrido, introspectivo en lo estrictamente musical y expansivo en los caminos que fueron encontrando las nuevas canciones. Desde el Vacío hasta el Mar abierto, pasando por esa certeza de encontrar la esencia en el Micromundo. Lo cuenta en palabras, en anécdotas, bajando al papel y siempre equilibrando emociones y pensamiento templadista. Es también un dvd, con varias de las mejores canciones que ha escrito: "Vacío", "La simiente", "Sabado", todas grabadas en los estudios ION de Buenos Aires, con una banda de once músicos, encabezada por sus amigos de siempre Dany López en el piano, Gonzalo Gutiérrez en el bajo, Eduardo Mauris en la guitarra eléctrica y Martín Ibarburu en la batería.

En el año 2002, empezaste a hablar de templadismo. ¿Qué desarrollo ha tenido esta noción en la música de la región y de qué manera oficia como un marco de trabajo, de concepto, para tu obra desde entonces?Ya pasaron más de diez años desde que lancé al ruedo el término templadismo. Es interesante mirar con la perspectiva del tiempo las cosas que se fueron generando en torno de esa idea, e incluso es interesante ver cómo el concepto fue mutando dentro de mi propia percepción. Si tuviera que definir, en pocas palabras, lo que hoy en día el templadismo significa para mí, diría que es una herramienta de agitación cultural, un marco para el debate y el intercambio de reflexiones sobre la creatividad en la cuenca del Plata. Y no diría mucho más que eso. Me alegra sentir que aporté un grano de arena en la construcción de un espacio regional, porque creo que es importante que ese espacio cobre vigor. Y creo que es importante, en particular para nosotros, los uruguayos. El impacto de empezar a pensar en coordenadas templadistas lo sentí sobre mi trabajo como músico, pero también en una forma más amplia; lo sentí y siento en la forma que llevo adelante mi vida en general. Ahora ya no me siento una especie de exiliado europeo hemipléjico que solo mira hacia Buenos Aires. En un punto creo que recuperé un hemicuerpo y estoy parado en el centro de una realidad nueva.
¿Cuándo vas tomando conciencia de que el disco Vacío te iba llevando a un camino de trilogía, que se continuaba con las canciones de los discos que fueron viniendo después?Cuando empecé a entender que Vacío había sido la calma previa a la tormenta de Micromundo. Pero también cuando empecé a sentir que la propia energía del Vacío había “parido” a Micromundo y que el proceso de descarte, de lastre por la borda de los últimos diez años, me había conducido hacia Mar abierto. Llegar al punto en el que estoy, con la sensación de liviandad y de horizonte de 360 grados que tengo, con la impresión de que cualquier dirección es posible a partir de esta encrucijada, fue parte de un proceso que se empezó a gestar, en el 2003, en la época que escribí Vacío.
Tres tiempos es, en primera y última instancia, un libro. Y la escritura permite, de alguna manera, ahondar un poco más sobre conceptos. ¿Qué riesgos implica el tratar de poner en palabras los mecanismos de la creación artística?El riesgo principal creo que es la posibilidad cierta de caer en una sobre-racionalización de las cosas. Perder el equilibrio entre emoción y razón puede ser muy peligroso en cualquier disciplina artística. Pero al mismo tiempo, negar la dimensión racional que los humanos tenemos, me resulta bastante empobrecedor. Cuando empecé a escribir Tres tiempos, sabía el riesgo al que me exponía y la verdad que me dio mucho miedo. Poner en tinta y papel cosas que uno piensa, o conversa en ruedas de amigos, fue un desafío considerable. Tratar de describir realidades que necesariamente involucran a otras personas puede herir sensibilidades y al final el tiro puede terminar saliendo por la culata. En fin. ¿Existe la posibilidad de hacer algo creativo sin asumir riesgos?
¿Cuál dirías, en todo caso, que es la frontera entre la escritura y la canción? ¿La noción de tiempo?No siento que sea la noción de tiempo. En mi caso, percibo un tiempo bastante “musical” en la escritura. Al escribir un capítulo, por ejemplo, busco el mismo tipo de equilibrios temporales que busco al escribir una canción. Para mí, la principal diferencia está en la menor evidencia de la melodía que hay cuando uno se sumerge en el proceso de escritura. El lenguaje claramente tiene musicalidad, solo que estamos sordos de tanto oírlo. Basta hablar con un cordobés para tomar conciencia de hasta qué punto cantamos al hablar. Cuando escribo, escucho dentro de mi cabeza esa musicalidad. Cuando compongo canciones, la melodía está en un plano mucho más evidente, pero aún cuando escribo, puedo escucharla. Lo que más me sorprendió y cautivó del proceso de escribir es la deliciosa sensación de estar en silencio absoluto, escuchando la melodía de las letras.
Tres tiempos es también un disco musical, grabado en vivo. ¿Qué sonoridades y tipos de arreglos elegiste para grabar?Con Dany López decidimos buscar el mismo camino que tanta alegría nos dio en la grabación de Mar abierto. La idea fue tomar canciones de Micromundo y Vacío y pasarlas por el mismo esquema de producción que usamos en Mar abierto: grabar las canciones en vivo en un estudio, con mucha presencia de la guitarra y el piano y con arreglos escritos en partitura para las cuerdas y los vientos. Arrimar la tímbrica y la expresividad de instrumentos de la llamada música “clásica”, a un cuerpo de canciones “populares”, fue un proceso muy estimulante. Hay una lógica constructiva totalmente diferente a la arreglística a la que estoy acostumbrado a usar en la música popular pura y dura. Y una vez más, la intención vuelve a ser la de seguir en el camino de diluir fronteras entre lenguajes expresivos.

* Vacío. Random Records, 2006. "No hay centro, ni fuera, ni dentro, ni punto de inicio, ninguna secuencia en el tiempo, ni tiempo propicio". (Fragmento de "Vacío")
* Micromundo. Ayuí, 2009. "Volver al principio, al inicio del inicio, a la luz de la pradera, al olor de la madera, al amor que brilló por vez primera". (Fragmento de "Lo que siempre fue").
* Mar abierto. "Digo que el horizonte, es sólo una bella ilusión. Nada de lo que digo, tiene arraigo ni pasión. Sé que no digo nada, si no te lo digo a vos". (Fragmento de "Digo")

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