La memoria de las artes escénicas debe ejercitarse y alentarse, por ser esta una actividad afirmada en el presente y en la imposibilidad de una reproducción que conserve su acción, como en el caso de la música y la literatura, por ejemplo. Es más que necesaria en el caso de obras teatrales -y por ende, sus creadores e intérpretes- que confirmaron puntos de inflexión en una escena teatral como la uruguaya que carece de un aparato crítico consistente y mucho menos reflexivo, con la excepción de dos o tres críticos y un puñado de investigadores que trabajan de manera casi invisible desde Facultad de Humanidades.
Por
eso la importancia, hace unos pocos años, de acciones como la
reconstrucción -apoyada desde el INAE- de tres obras emblemáticas
de la posdictadura: El herrero y la muerte
(símbolo del teatro de la resistencia, de la dupla Curi-Rein),
Salsipuedes (obra
clave del eterno provocador Alberto Restuccia) y ¡Quién
le teme a Italia Fausta? (punto
de partida de la compañía dirigida por Omar Varela). A la
posibilidad de verlas, o reverlas, se plantean vasos comunicantes
entre contextos, generaciones y estéticas que pueden y deben estimularse.
El
anuncio del festival Radical Calderón -un
hecho inédito en cuanto a concentrar su programación en un solo
creador, aunque esto sea relativo- es sumamente auspicioso. De plano,
estamos hablando de una producción prolífica y esencialmente
provocadora, que guarda estrecha relación con la emergencia de una
nueva generación de creadores en la primera década del siglo XXI,
marcada a fuego por la crisis del 2002 y el posterior desarrollo de
un Uruguay de bonanza, muy diferente al de generaciones anteriores.
Si bien el homenajeado es Calderón, al ser el teatro un hecho
colectivo su nombre es inseparable al de Ramiro Perdomo, Martín
Inthamoussú, Mariana Percovich y Sergio Blanco, además de las
decenas de actores y actrices que participaron de sus obras, desde Mi
Muñequita hasta La
mitad de Dios, desde elencos
uruguayos hasta brasileños y franceses.
Todo
comenzó con Mi muñequita,
o tal vez un poco más atrás, con el montaje de Las buenas
muertes, pero fue "la
muñequita" en el Circular, el primer gran golpe de Calderón. Humor
negrísimo, cargado, al borde del punk, en un estilo escénico
frontal evidenció la que luego sería marca de fábrica de su teatro, alejado de las
grandes puestas de los directores montevideanos de los noventa. Los
temas centrales de esas primeras obras, que luego se volverían recurrentes en
Morir, Las
nenas de Pepe, Obscena,
la trilogía, en los trabajos más experimentales con Inthamoussú:
la familia disfuncional, la dictadura, las ideologías, todo con un
manejo de una pluma capaz de ir del drama a la farsa en una misma
escena.
"Mi
Muñequita para mí lo significa todo; es un espacio de juego y
libertad que nos marcó y marcó a muchos espectadores aquí y afuera
de Uruguay", dice Calderón. "En Colombia seguimos yendo
con otras obras y tenemos espectadores fieles, seguramente por haber
sido tocados e impactados por "la muñequita". Me siento
muy afortunado de haber sido parte de esa obra que cambió la
inserción de los jóvenes en el teatro nacional, que generó amores
y odios, de la que se han escrito tesis, ensayos, artículos aquí y
afuera. Volver con el elenco original, después de diez años es
para, justamente, festejar esto".
La
piedra angular de la muestra Radical Calderón es
probablemente esta obra, que contó con la codirección de Ramiro
Perdomo desde su primera temporada en el Circular. "El teatro de
Gabriel, y más específicamente sus textos, tienen de particular una
gran contundencia discursiva que sin caer en mensajes moralizantes o
panfletarios, encierra cierta visión ideológica del ser humano y el
mundo que lo rodea, sumada a un excelente equilibrio entre
situaciones o fragmentos profundamente trágicos y situaciones o
fragmentos descacharradamente cómicos, los cuales se entrelazan y
mezclan con una naturalidad que sorprende". Perdomo trabajó
junto con Calderón en Mi muñequita y
también en Or, dos
viajes escénicos muy diferentes pero que guardan cierta esencia en
común: "Trabajar con Gabriel -asegura Perdomo- es
siempre una fiesta, un abrirse al juego incierto, un gran desafío,
un tremendo aprendizaje".
Al
tiempo que consolidaba un nombre en el Circular, con los trasnoches
de Mi muñequita y el apoyo
de público y crítica con Morir,
se sumaron varias colaboraciones con el bailarín y coreógrafo
Martín Inthamoussú. Conformaron una pareja creativa que tuvo su
mayor impacto con Los restos de Ana,
estrenado en la ACJ, posiblemente una de las grandes ausencias del ciclo Radical Calderón.
El
espectáculo que sí puede verse de la dupla es SIA,
un intercambio de baile, música y textos que explota la veta más
experimental de Calderón. "Trabajar con Martín es puro juego",
dice. "Con Martín puede pasar de todo y nada a la vez;
no puedo decir mucho más... Mientras pienso en SIA no me
puedo sacar la sonrisa de la cara". SIA, sigla de "Sistema Interactivo Abierto" le permitió a la
dupla hacer una pequeña gira por todo el país, en el año 2009. "La
idea fue dejarnos sorprender", resume Inthamoussú. "Después
de varios años trabajando juntos fue un desafío más difícil pero
muy rico". El bailarín, sin embargo, no puede evitar el
recuerdo de Los restos de Ana:
"Fue el espectáculo que más me acercó a Gabriel, por su
creación en residencia, las giras internacionales y las temporadas
en Montevideo".
Las
colaboraciones con Perdomo e Inthamoussú, y las coincidencias
estéticas con Mariana Percovich y el dramaturgo Sergio Blanco,
fueron asimismo consolidando el germen de la productora Complot,
asociación que le ha permitido a Calderón mover sus obras en
festivales internacionales, desde las primeras giras de Mi
muñequita hasta hitos como el
estreno de La mitad de Dios en
Colombia, o la primera parte de este ciclo Radical
Calderón, en París, en el año
2013.
Los
espectáculos Uz, Or
y Ex conforman
una trilogía (o acaso una pentalogía, pero todavía no hay noticias
de ello, más que esbozos y deseos del autor), en la que Calderón
investiga en la ciencia ficción llevada a la escena, agregando
-según una definición que él toma de Bioy Casares- elementos
fantásticos que alteran una historia en principio realista.
Esas tres obras conforman el núcleo duro de Radical Calderón y
fueron mostradas el año 2013 en París.
En
Radical Calderón se verán
cuatro versiones: la uruguaya de Ex,
la brasileña de Uz y
dos en francés, una de Uz dirigida por
el propio Calderon y otra de Or por
Adel Hakim. "Todo el episodio en París fue y es muy
emocionante", dice Calderón. "Por un lado conocer y
reconocer que el teatro es un lenguaje universal, que ensayar,
fallar, la verdad escénica, la actuación, los miedos, el ridículo,
son todas cosas universales. Sin embargo, ensayar con actores en otra
lengua, te hace pensar mucho en los mecanismos que usás naturalmente
con tu grupo y que nunca reflexionás. ¿Qué es la energía o la
pasión, para un actor uruguayo o para uno francés? ¿Cómo llegar
al humor en ambos casos? Cosas así". Se hicieron 37 funciones
de Uz en París: "Es muy
fuerte ver las reacciones de espectadores que ríen y lloran con
algo que yo escribí en Uruguay, con mis miedos e inseguridades,
pensado para ensayar con un grupo de amigos. Es como inimaginable.
Son esas cosas que te superan".
Adel
Hakim se encargó de la dirección de Or. De
esa experiencia, Calderón recuerda que la compañía francesa de
Hakim funciona muy articulada con la comunidad. "Íbamos
a dar charlas a liceos, a dar cursos a las cárceles, venían
comunidades uruguayas a vernos. Otro capítulo es la calidad de los
actores, artistas que se dedican todo el día a entrenar y a
perfeccionar su arte. Ensayábamos ocho horas por día, lo cual era
todo un reto para mí, que estaba acostumbrado a ensayar de tres a
cuatro horas. La verdad es que solo tengo palabras de admiración y
agradecimiento para el trabajo que Le Théâtre des Quartiers d'Ivry
ha realizado con Complot".
Dos de Complot
Entre los espectáculos
programados en el ciclo se incluyeron dos exitosas producciones de
Complot en las que aparece el sello de Calderon y que tienen en común
el ser trabajos unipersonales. Como autor de Algo de Ricardo,
montaje dirigido por Mariana Percovich y protagonizado por Gustavo
Saffores, y como director en la notable Kassandra,
sobre texto de Sergio Blanco y actuación de Roxana Blanco.
"Una
de las ideas que estamos proponiendo en Complot es la de cruzarnos en
diferentes proyectos", precisa Mariana Percovich. "Yo ya
habìa trabajado con Calderón actor en Chaika, trabajé con
su dramaturgia en la versión de El balcón de Felisberto
Hernández en Proyecto Felisberto y ahora puedo estrenar su
texto Algo de Ricardo... una tragedia de Shakespeare en sus
manos. Su texto es poderoso, como el resto de su dramaturgia, pero
además evidencia su estudio, su investgación y lecturas profundas.
Demuestra su capacidad de plantear una versión/traducción de un
clásico, acercándolo a la platea contemporánea, sin perder la
libertad de una creación propia". Para Percovich fue una
hermosa experiencia de creación, un espectáculo dedicado a un actor
que mientras quiere hacer Ricardo III se va transformando en él.
Kassandra,
por último, es el único espectáculo del ciclo no escrito por
Calderón. "Si yo tuviese más hermanos, ellos serían
Sergio y Roxana Blanco", dice. "Ellos son dos artistas
enormes, pero sobre todo son personas que me han ayudado e impulsado
en momentos muy importantes y difíciles. Trabajar con ellos fue un
gusto que ellos me dejaron darme".
A
la hora de las "ausencias", de los espectáculos que no
pudieron integrarse al cilo, Calderón no puede evitar nombrar a Las
nenas de Pepe ("era
un montaje tan bello y excesivo, me gustaba por su exageración")
y Los restos de Ana ("pensamos en reponerla, pero no me
dio el cuerpo, queremos reponerla el año que viene).
((Artículo publicado en revista CarasyCaretas, 10/2014))
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