la fuerza del contraste

Hace casi una década empezaron a conocerse las oscuras canciones de Música para niños tristes y casi enseguida las de Cierro los ojos y todo respira. El colectivo alternativo Buceo Invisible había decidido salir al ring y boxear con lo que viniera. Fueron años agridulces: la excelente repercusión del disco se mezcló con la muerte en un accidente de uno de los integrantes. En esos años hicieron muchas presentaciones en boliches y teatros, casi rituales de canciones mezcladas con actos poéticos y visuales. La identidad de Buceo se hizo sentir, continuadora del lenguaje rock urbano de Dino y el Darno, con un muro de guitarras potente y lisérgico, y muy especialmente el destaque de un letrista y cantante de bajo perfil, finísimo, sobrio, llamado Diego Presa.
Al mismo tiempo que se consolidó el trabajo colectivo y Buceo editaba un tercer disco llamado Disfraces para el frío, se conoció la noticia de que el cantante había decidido sacar un disco en solitario. Y se mandó, en paralelo, un cancionero más despojado, intimista, aunque inseparable de la identidad sonora del grupo. Este año 2014, mientras con sus amigos prepara el cuarto disco de Buceo Invisible, acaba de publicar un segundo disco, Trece canciones, en el que asegura "buscar otros ángulos de visión, probar nuevas sustancias". No se trata esta vez de desvestir las canciones y probarles ropas diferentes, como hizo en su primer disco solista, sino de llevarlas a las texturas de una nueva banda, acompañado en guitarras por Nacho Durán y Guillermo Wood, en bajo por Sebastián Peralta y Ariel Iglesias en batería. Todo bajo el atento oído de Alejandro Ferradás, que terminó oficiando de productor artístico del disco.
El nombre Trece canciones indica algo superlativo y difícil de lograr, pero que de algún modo es marca de fábrica en Presa y Buceo Invisible. Es un disco sin altibajos, en el que se alternan momentos luminosos y oscuros, que engarzan en un sinuoso e hipnótico diálogo entre guitarras y voces. No hay canciones que rompan los ojos. No hay canciones sueltas. Hay que escucharlo todo y sentir la épica de "S.Fair", la entrañable oscuridad de "El humo quedará al final" o lo inquietante de "Alejandra", que como bien apunta Presa -que la elige entre sus preferidas- "nada de lo que parece obvio lo es". No hay misterios, no los busquen, sobre la elección del trece: "Me acordé de los Nueve cuentos de Salinger y quería subrayar el hecho de que son canciones, nada más, no hay otro concepto que encierre lo que quiero decir".
Tal vez, si haya que marcar alguna diferencia entre su participación en Buceo Invisible y su actividad como cantautor solista, sean decisiones que resultan un tanto paradójicas. Porque si bien en su primer cancionero se mostró más íntimo, más personal, como pidiendo permiso, en Trece canciones aparece en un plan "solo+banda", con más densidad y cantando más lanzado, con una voz más fuerte y cruda. "La idea fue cambiar totalmente el modo de producción con respecto al disco anterior", asegura Presa. "Si aquel fue un disco de factura casera este tenía que ser grabado en un estudio profesional. Si aquel era un disco totalmente solitario en el que ejecuté todos los instrumentos, este tenía que ser un disco tocado por una banda. Si aquel fue un disco en el que tomé todas las decisiones, en este quise trabajar con un productor artístico y con músicos que propusieran. Fue Ferradás el que propuso un sonido más crudo, más natural y directo. Y yo estuve de acuerdo".
Todo funciona, en un disco que se vuelve entrañable y -para quienes le gusten las definiciones- contiene canciones más luminosas y continúa, con elegancia, la poética de Presa, tamizada por el rock sureño del linaje Dino, ese sonido que tan bien sabe hacer sonar y conoce Ale Ferradas. Y para el arte de Trece canciones, y de alguna manera cerrar en concepto, convocó al artista Sebastián Santana, integrante del colectivo Buceo Invisible. "Como le tengo absoluta confianza a su talento e intuición, le dejo el campo libre. Me interesa que mi trabajo genere diversas interpretaciones, una multiplicación de significados. Me gusta mucho esa austeridad, y la fuerza del contraste que eligió".

Tiempos nuevos
"El ambiente artístico que yo conocí del Montevideo de mediados de los noventa era más árido, también más caótico. Quizás las cosas importaban más, lo que se decía tenía otro peso. Todos estábamos quemados, pero buscando algo, con desesperación. Ahora hay más espacios -por supuesto que existe el espacio virtual-, quizás más apoyos y más orden. Pero también reina cierta indiferencia, y esa sensación de que todo importa la misma mierda". (D.P.)

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