No
es exacto hablar de proyecto paralelo, o solista, aunque a primera
vista lo parezca. Santiago Tavella viene componiendo canciones
freaks, junto a sus amigos de El Cuarteto de Nos, desde los primeros
años ochenta. Y esas canciones, que
a veces fueron grabadas por el grupo, siempre estuvieron ahí,
tomando formas diferentes y mutando a través del tiempo, siendo parte
de proyectos con otros amigos, como los Verduleros de Verdi, banda
con la que Tavella probó suerte a finales de los años noventa.
Esta vez el artista empezó solo,
guitarra y voz, presentándose en escenarios pequeños. Grabó
algunos demos. Se puso a estudiar canto y a revisar discos de Cohen y
Dylan. Siguió adelante. Y se empezaron a sumar los otros, los ahora
Embajadores del Buen Gusto: su hijo Martín, el Chamaco Abdala (socio
en los viejos Verduleros), Agustín Lanzani. Y vinieron las ganas de
armar una presentación a lo grande, con canciones como "Ella es
mi novia", "Lady Leia" y "Las vecinas de Satán".
Es así que la nomenclatura se
vuelve más que importante a la hora de acercarse a este proyecto
llamado Otro Tavella. Porque es en apariencia el Tavella de siempre,
en formato casi íntimo, como si tuviéramos acceso a los demos de
grandes canciones como "Nuevamente" o "Pobre papá"
(por citar solo dos de las grandes firmadas por Tavella para El
Cuarteto), pero en otro contexto, más libre, más surreal, más en
serio, como le gusta decir a Santiago, que busca despojarse -incluso-
del humor y el coqueteo con el kitsch.
¿Qué
ventajas artísticas te otorga esta otredad del nuevo proyecto?
Cuando
surgió el nombre Otro Tavella la verdad es que lo veía como algo
más antojadizo, pero no, resultó ser un concepto bastante profundo
en relación con el "verdadero Tavella", que es ese que va
más allá del discurso racional, conciente. Este otro se atreve a
salir del yo y esto se puede apreciar en una lectura entre líneas,
no solo de las letras, me refiero a todo lo musical interpretativo.
Si en el Cuarteto de alguna forma estamos muy atados a los textos en
sus significados más racionales, acá me parece que se establece una
circulación de sentido más dentro del ámbito de lo inconciente. Se
podría decir que en la medida en la que trato de olvidarme de mí,
es que se hace posible salir de la enumeración de los padecimientos
de la conciencia para poder dar vida al otro, ese otro que aparece
retratado en las canciones, esos personajes que para poder
aproximarnos a su esencia debemos olvidarnos de nosotros mismos.
Y
el Cuarteto sería más "autoreferencial", más "nos"...
Sí.
En lo temático, en Otro Tavella, está todo eso de las relaciones,
de los vínculos con el otro, de ponerse en el lugar del otro a
través de historias. También el hecho de que son canciones
noveladas, en las que está más claro un principio, un nudo un
desarrollo y un fin, en cotraposición a lo que escribe Roberto, que
es más una enumeración de cosas o estados de ánimo referidos a un
momento preciso... Por último, creo que el formato canción está
mucho más presente en este proyecto, a diferencia de otros formatos
muy presentes en la etapa actual del Cuarteto, como el hip hop y el
rap.
¿Como
se fue definiendo ese estilo que llamás "erodélico", en
el que están presentes obsesiones eróticas y cierto aire bizarro?
Tiene
que ver con el hecho de que son historias de gente, de otros y otras,
y en sus relaciones está presente el erotismo, no de una forma
explícita como en canciones del Cuarteto de los noventa, pero si de
manera implícita, sugerida, cosa que es muy distinta de las
canciones actuales del Cuarteto, que son claramente aneróticas...
Pero no creo que tengan un aire bizarro, te diría más bien que son
algo perversas, no en el sentido clínico del término, sino más
bien por lo retorcido.
¿Cómo
van apareciendo los Embajadores del Buen Gusto?
Primero
arranqué yo solito, con la guitarrita y las canciones, y sobre eso
fui agregando cosas. Eso creo que le da una estabilidad importante al
proyecto. Después fueron entrando Martín y los otros.... El nombre
surge medio bromeando, pero también resultó muy significativo,
porque tiene que ver con el hecho de que el universo de referentes
que habita las canciones que hacemos está totalmente por fuera de la
parodia a lo kitcsh, lo grasa, lo grandilocuente, lo pretencioso, y
eso me resulta encantadoramente demodé, porque parecería que mucha
producción cultural contemporánea nada como un pez en una grasera
que no limpian hace muchos años, sobre todo en estas latitudes en
las que se hace bastante cuesta arriba generar hechos distintos.
La
voz
"Uno
de los asuntos que más en serio me tomé en esta etapa es el de la
interpretación vocal, lograr un resultado que no precise
correcciones y que tenga un buen arsenal de recursos. Así fue que
retomé mis clases con Nelly Pacheco, con quien había estudiado en
los ochenta, y el resultado viene siendo muy bueno, por lo que me
comentan. Desde mi punto de vista, siento un disfrute mucho mayor del
hecho de cantar, que creo que es imprescindible para transmitir
cosas".
((artículo publicado en CarasyCaretas))
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