la pista chilena



Suele suceder. Uno lee y se confunde. Mejor dicho, los episodios de una buena novela, por ejemplo, pasan a formar parte de una especie de memoria líquida, quedan ahí, hasta que emergen de similar manera que un deja vu, o un sueño. Uno lee y alimenta esa memoria. Y se confunde. Eso está más que bueno y comprobado. La última vez que me pasó fue con "El ombligo del cielo", la última novela de Rafael Courtoisie, en la que la geografía chilena me vino a generar -sin pretenderlo el propio escritor, supongo que no sería capaz de tamaña manipulación- una atmósfera como de pueblo perdido en el desierto de Sonora, en la frontera, territorio mítico de un tal Bolaño. Un lugar entrañable, repleto de historias, al mismo tiempo inhóspito, del que cualquiera en su sano juicio saldría corriendo, menos esos detectives salvajes que hicieron de la pesquisa literaria un acto de ficción ultra-poética. Allí, en La Calera, cruce de carreteras en el centro de ese país de poetas llamado Chile, el que no salió corriendo fue el escritor uruguayo, que se propuso investigar-buscar el "ombligo del cielo". ¿Quién puede creer en semejante creación? ¿Qué es lo que lleva a un escritor a tamaña odisea? No lo sé, pero es admirable la búsqueda cuando en ella reside un afán de acercarse al mundo, fotografiarlo de cerca, leerlo. En definitiva, confundirse. Y ahí está, en esas páginas, lo que le contaron a Courtoisie, al escritor, en los días en que estuvo residiendo en La Calera y encontró las pistas que lo condujeron a escribir una magnífica novela. ¿Encontró pruebas del "ombligo del cielo"? Eso queda para los lectores de la novela, que antes de resolver un misterio se divertirán como pocas veces y se enterarán de historias tan frikis como la del hombre que resucitó tres veces. Pero lo que vengo a contarles no son mis impresiones sobre la novela, sino otro evento por cierto confuso que me tuvo a maltraer y sucedió aquí mismo, en la ciudad de Montevideo, hace unos pocos días. Estaba precisamente tomando un café con Courtoisie, un rato después que lo entrevistara Mario Delgado Aparaín para tevé Ciudad, cuando se apareció en la mesa un poeta chileno, un tanto extraviado, a quien no tuvimos más remedio que acercarle una silla para que le realizara un inesperado cuestionario cuasi policíaco... Alcancé a grabar la conversación en el teléfono; primera vez que hago una acción semejante, créanme que lo ameritaba. Así como apareció se fue y dejó en la mesa una tarjeta personal en la que se puede leer "Poeta Chileno" y nada más, ni un nombre, teléfono, email, nada. 

Poeta Chileno: El ombligo del cielo ha sido publicada por Random como una novela. Sin embargo, tenemos información fidedigna de que el ónfalo u ombligo realmente existe. ¿Qué puede decir de esto, señor Courtoisie?
Rafael Courtoisie: Es probable que uno imagine algo, un objeto real, mágico, que desde Europa es llevado hasta el centro de Chile por un personaje real, el poeta Vicente Huidobro, y allí es oculto por una Sociedad Secreta. Pero esa parte de la novela es pura ficción. Lo inventé.
P.Ch.: Eso es lo que usted afirma y la manera en que presentó la historia, pero hay datos de que el ombligo u ónfalo existe de verdad y usted lo transportó desde la ciudad de La Calera a Santiago y desde allí lo sacó del país ilegalmente. La novela sería una cortina de humo, un gran "bluff" para
despistar a los servicios secretos...
R.C.: ¿Qué? ¡Eso es disparatado! ¿Quién se lo dijo?
P.Ch.: Los periodistas, aun los periodistas culturales, en estos casos, no revelamos las fuentes. Tampoco los periodistas poetas, como es mi caso. ¿Usted tiene en su poder el ombligo del cielo?
R.C.: Para nada, el ombligo permanece a buen recaudo en la ciudad chilena de La Calera. Ahí está.
P.Ch.: ¿Entonces reconoce que existe?
R.C.: No. No existe. Al menos en forma, digamos, "material", es una metáfora de algo que todos buscamos en la vida: el amor, el arte, la clave que nos devele el misterio...
P.Ch.: Palabrería...
R.C.: Palabrería, sí. ¿Cómo cree que se escribe una novela? ¡Pues con palabras! Aunque haya cosas ciertas, es una ficción.
P.Ch.: Supongamos por un momento que es así: ¿dónde oyó hablar por primera vez del ónfalo y cómo fue el camino que lo llevó a La Calera a escribir el libro?
R.C.: Es una larga historia. La primera pista me la dio el poeta chileno Gonzalo Millán, luego algo más agregó -aunque lo negó también, y dio pistas falsas- Nicanor Parra. El resto lo escuché en la misma ciudad de La Calera, recorriendo sus calles, dándome cuenta de que uno puede encontrar la verdad en una ciudad impensable, si se empeña en ello y actúa con disciplina y determinación. Es el único modo de hacer una novela.
P.Ch.: ¿Qué vinculación existe entre este libro que usted llama "novela" y las otras dos obras anteriores que escribió: Goma de mascar y Santo remedio?
R.C.: La vinculación mayor es con Goma de mascar, que fue escrita en Estados Unidos, y todo ocurre en una ciudad muy parecida a las reales de ese país, pero cuyo nombre es inventado: Sappy City. El ombligo del cielo lo escribí entre La Calera y Valparaíso, en cierto modo es la historia de una ciudad real y misteriosa en donde viví, y las maravillas que allí encontré... Todo en forma de novela de suspenso. Busque en Google Earth: verá que La Calera existe...
P.Ch.: Ya sé que La Calera sea real. ¡Soy chileno! Pero su libro... ¿Insiste con que es una novela? ¿No se trata de una crónica ficcionada?
R.C.: Todo depende de cómo lo mire.
P.Ch.: ¿Tiene miedo que vayan a arrebatarle el "ónfalo"?
R.C.: El ónfalo lo puede obtener cualquiera. Siempre que lo merezca...y qué sepa
cómo buscar.
P.Ch.: ¿Por qué se la toma con el famoso Vicente Huidobro?
R.C.: Es el protagonista del libro. Lo que se cuenta de él es verdad. Pero es un personaje que supera toda ficción. Investigué mucho acerca de la vida de Neruda, Mistral, Huidobro... Conozco a Zurita y a muchos personajes públicos chilenos personalmente, pero Huidobro es apasionante, un millonario
comunista, un esotérico político, un playboy elegante, un intelectual que se codeó con Picasso, con Breton, con Maiakosvky. Alguien capaz de secuestrar a su novia, menor de edad, y huir con ella a Europa. Entró al bunker de Hitler junto con las tropas aliadas, en el mismo momento que el presunto cadáver del Fhurer y de Eva Braum todavía humeaban.
P.Ch.: ¿Cuál es su próximo proyecto literario-narrativo?
R.C.: Otra novela y un libro difícil de clasificar. Soñé con ambas cosas exactamente un día después de entregar a la editorial El ombligo del cielo. Se trata de dos revelaciones.
P.Ch.: ¿Puede adelantarnos algo?
R.C.: ¡No! ¡Claro que no!

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