Todo empezó cuando el fotógrafo Jorge Tiscornia encontró, en el libro Fotografía en Uruguay. Historia y usos sociales 1840-1930, la escena de un fusilamiento en la cárcel de la calle Miguelete. Fines del siglo XIX. El ritual de la ejecución. Y ahí nomás, en la pared del penal, una leyenda ejemplarizante, firmada por Platón: “El más desgraciado de todos los hombres es aquel que no sabe sobrellevar las desgracias”.
Tiscornia volvió a
encontrarse con la misma imagen, ampliada, en una exposición
organizada por el Centro de Fotografía (CdF). Desde ese momento, no
tuvo dudas. Tenía que encontrar esa inscripción, esa marca entre
dos tiempos simbólicos: la cárcel de hace más de un siglo y el
silencioso patio del actual Espacio de Arte Contemporáneo (EAC). El
mismo muro. Fotografía y memoria. Esa foto le removía en lo más
hondo: “Fui preso político”, cuenta Tiscornia. “Y sentí
también que las balas rebotaban en el muro, muy cerca mío, sin
estar en un fusilamiento. Tal vez por eso estaban dadas las
condiciones para que me impactara la foto”.
La colaboración del
antropólogo José López Mazz le sirvió para aprender a ver por
detrás de las pinturas, a conocer procedimientos no invasivos en el
desafío de encontrar la invisible leyenda. Con sus conocimientos de
ex estudiante de arquitectura, pudo despejar las incógnitas y
encontrar el lugar exacto de la muralla. Y, finalmente, el olfato de
fotógrafo le facilitó para encontrar el punto de vista de quien
había sacado la foto hace más de un siglo. Pudo llegar así a las
letras adheridas a la piedra, al juego de la memoria que disparó la
vieja fotografía que encontró en el libro.
Tiscornia reflexiona
sobre el punto de vista del fotógrafo que captó la toma del
fusilamiento. “Era parte del escenario que había fotografiado
otras veces y siempre hacía fondo a cada fusilamiento que lo
convocaba”, dice. “Es más, el punto de vista elegido, el del
guardia, en la muralla, lo muestra a resguardo, tal vez insensible”.
Y anota un detalle que subraya la importancia -nada casual- de esa
frase firmada por Platón, que es mucho más que el fondo de la
escena. “A través de sus autoridades, la sociedad había grabado
ahí la frase, de la misma manera que en otros contextos y lugares se
escribieron otras consignas”, dice el fotógrafo. “El que tiene
oficio obtiene también beneficio”, se leía en una pared similar,
elegida para fusilamientos políticos en la cárcel de Santiago de
Chile. Y pone otro ejemplo, eventualmente más cercano, el tristemente célebre “Aquí se
viene a cumplir”, estampado en un cartel que presidía la reja de
la guardia del Penal de Libertad.
Es con el apoyo de las
autoridades del Ministerio de Cultura, de López Mazz y otros
entusiastas, que Tiscornia desarrolla -desde este mes de noviembre-
otra etapa del proyecto, el momento de compartir con la comunidad su
investigación. Así se propone Los Fusilados, una exposición
diferente, que tiene como eje central la memoria carcelaria. Y como
protagonista, reaparece un fotógrafo cuya obra y vivencias
personales están íntimamente ligadas a la experiencia de la
prisión. Tiscornia es el mismo que brinda su testimonio en el
documental El almanaque, el mismo que durante los trece años que
pasó en el penal de Libertad, como preso político, documentó
incidentes de la vida en la cárcel sobre pequeños almanaques que
escondía en la suela de sus zuecos de madera.
((Publicada originalmente en revista CarasyCaretas))
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