El lector elige entre los libros que lleva en el equipaje de mano. El
viaje es largo, transoceánico. El avión despega, sube, cuando se
empiezan a descorrer las primeras páginas de El fondo. Hay
unos niños, una familia disfuncional, un padre que aparece y
desaparece, una madre que no puede con todo, una o varias mentiras,
una tía loca que se pega contra las paredes y sangra. Hay otra tía
que cuida a la tía loca.
El libro le hace reír, aunque pega fuerte y lo mete página tras
página en una historia que transcurre en Maldonado, allá tan lejos,
pero más lejos todavía, porque al final del relato -que no importa
definirlo como novela corta o relato largo, da igual- todo se hunde,
al fondo, a ese fondo en el que trabaja el padre que aparece y
desaparece, adicto al fondo del mar y a desaparecer completamente.
Sí, la muerte ahí, explotando en las narices de una madre que no
puede con todo y con unos niños que de algún modo son los
narradores, los que quedan a la intemperie de una historia que se
vuelve transparente al llegar al punto final.
Eso es lo que pasa con El fondo, y el lector es probable que
tome otro libro, cualquiera viene bien, tal vez un on the road
de esos que se hacen con la misma fórmula desde hace décadas. Uno
que se llame Sin pasaje, o algo por el estilo, otro libro
exasperado que lo deje en el “fondo”, atrapado en ese avión que
vuela a diez mil metros de altura, que es lo mismo que permanecer
otro rato más en el fondo del mar con ese tipo que se había vuelto
entrañable. El padre que aparece y desaparece.
Y lo transparente, con las horas se vuelve borroso, y cada vez más
borroso cuando a las pocas horas de llegar a destino, una ciudad que
podría ser Roma, decide regalarle El fondo a un amigo fan de
Bryce Echenique y que obviamente lee en español y entenderá lo que
pasa cada vez que un libro emociona tanto que provoca que todo se
vualve tan borroso, tan transparente.
Tomé ese avión a Roma. Leí ese libro llamado El fondo.
También leí Sin pasaje (que en realidad se llama
Decomposition) y es de un gringo llamado J. Eric
Miller. Regalé a un amigo la edición de Estuario de El fondo,
ansioso porque lo leyera. Ahora estoy de vuelta, escribiendo esta
reseña, juntando fragmentos de una de esas lecturas inolvidables, de
esas que se dan pocas veces. Hay una trampa de lector que no
olvida... porque Damián González Bertolino, el autor, un fernandino
nacido en 1980 en Punta del Este, más cerca del Kenneddy que del
glamour, es el autor de El increíble Springer (publicado por
Banda Oriental en 2009), uno de los mejores relatos que se hayan
escrito en este país. Así que no falla. Es un escritor de primera
categoría.
No comments:
Post a Comment