Hubo un momento que el synth-pop se volvió un espacio sonoro
confortable. ¿Fue siempre así? Empecé a buscar entre discos
viejos, a hurgar en canciones a esta altura visionarias de
aventureros modernos, de cuando en el mundo pos Kraftwerk se podía
soñar con autopistas alemanas y ovejas eléctricas. “Electricity”,
de OMD, año 1979, pudo haber sido la transición del malditismo
tecno de Gary Numan hacia otra cosa.
Fue hace mucho tiempo, y eso impresiona un poco, porque todo sigue
siendo más o menos igual, todo se reduce a poner una canción y que
nos golpee o no, o que nos ofrezca un espacio confortable, que no es
precisamente lo mismo. Y entonces vuelvo a la idea-pregunta inicial,
porque lo que suena ahora en mi máquina de discos es el último de
Julieta Venegas, se llama Los momentos y
tiene la grata novedad de que no está producido por Cachorro López,
que parece estar más que entretenido volviendo confortables a
Vicentico y Andrés Calamaro.
Cachorro López fue responsable -no puede negarse- del
excepcional Sí, ese
disco que presentó a Julieta como una artista mayor (y masiva),
adaptada a maquinitas de ritmo y a una sofisticación sonora que
tiene sus raíces en ese momento en que el synth-pop se volvió un
espacio confortable. Eso mismo que ahora le llamamos pop (acaso
electropop si tiene intencionalidad irónica), que se ha vuelto
moneda de cambio de fórmulas radiales y por eso se ha devaluado
hasta el punto que así como se consigue el éxito después tienen
que contentarse con llenarse los bolsillos de royalties de ringtones,
derechos de publicidad y giras interminables frente a auditorios que
consume música confortable con la misma necesidad y profundidad con
la que mastican un chicle de frutilla.
Hubo un momento en que Julieta Venegas no hacía pop confortable, que
desafinaba más de lo permitido, que no le importaban ciertas cosas (por lo menos no tenía colaboradores amigos de las fórmulas), que publicó un disco excepcional
que se llamó Bueninvento.
Ese estado es el que fue a buscar en Los momentos,
por lo menos un punto intermedio. Y es por eso que llamó a otro
productor de moda, al mexicano Yamil Rezc (productor estrella de los
Hello Seahorse!) y le salió un cancionero que se desmarca del periodo iniciado con Sí, donde la superficie confortable abre paso a texturas que incluyen canciones que golpean, que se animan a
abandonar la radio.
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