La instalación Typus Orbis Terrarum, segunda muestra individual de la artista Paola Monzillo, mostró en su paso por la sala del Subte Municipal una mirada diferente a las cartografías de nuestro mundo.
Desde la Geographia de Ptolomeo hasta Google Maps, la obsesión por representar el territorio define al mapeo como una construcción, un juego de metáforas visuales que ha ido variando a lo largo de la historia. Si los primeros cartógrafos como Ptolomeo se vieron en la necesidad de teorizar, de llenar huecos, en definitiva de ficcionar sobre los mapas, esta misma tarea queda actualmente reservada al arte, o a lo que creadores como Paola Monzillo encuentran para trastocar la magia hiperrealista de los GPS o del pasaje -sin transición alguna- de la función Maps a Earth con solo un click del mouse.
Desde el
año 2009 que Monzillo viene trabajando sobre la memoria de los
lugares, reflexionando sobre la representación de los espacios que
habitamos y sobre los mapas que consumimos. Territorios
Visibles…Interminables se llamó su primera exposición, en
2011, en la que hizo foco en la idea de la elaboración de
cartografías alternativas vinculadas al universo de lo individual y
subjetivo, fundiendo lo geográfico con lo afectivo.
Typus
Orbis Terrarum, que presentó
este año en una de las salas del Subte, es su segunda
muestra, una instalación donde deja planteada una mirada crítica
hacia las convenciones y sistemas de representación. Monzillo
formula en sus obras similares preguntas a las que circulan en la
novela El mapa y el territorio del
francés Michel Houellebecq: ¿cuál es el modo de
representar nuestro mundo? ¿cómo es ese mundo que en definitiva nos
representa? ¿habitamos el mapa o el territorio?
“En mi obra, los mapas son tanto una herramienta como un fin en sí mismo”, dice la artista. “Comencé a querer graficar las múltiples realidades que habito, a considerar los mundos paralelos por los que a veces nos movemos, a valorar la ciudad física y la imaginada en igualdad… y creo que así fue que comencé con esta búsqueda. Por otro lado, supongo que por haber estudiado arquitectura, la ciudad y el territorio en general me resulta de sumo interés, así como la representación del espacio y sus acontecimientos, y la manera en que codificamos el espacio que nos circunda”.
Mapas
intervenidos, resignificados, vueltos materia prima de collages,
itinerarios acaso imposibles. Entre la obra presentada por Monzillo
destaca una almohada que lleva bordada la frase “Este es el
territorio que habito”. Los mismos hilos linguísticos se reordenan
en otro plano en un mapamundi clásico. “La almohada representa un
espacio de intimidad, de sueño, de mundo interior”, aclara la
artista. “Y la frase que se lee sugiere la ambigüedad que ella
misma pretende plantear: ¿cuál de ellos es el territorio que
habitamos?... Y sin pretender obtener respuesta, creo que esa
pregunta y esa afirmación están latentes en todas las obras que
integran la exposición”.
La obsesión contemporánea por la exactitud, por una utópica racionalidad cartográfica es lo que ponen en entredicho los mapas de Monzillo. Si, como afirman antropólogos como Simon Garfield, los mapas son una suerte de “portal crítico” que diferencian al hombre de los demás monos, es necesario observar que el hiperrealismo objetivista de Google Maps vuelve al “más allá” una cartografía alienada y absurda, posiblemente inútil.
La obsesión contemporánea por la exactitud, por una utópica racionalidad cartográfica es lo que ponen en entredicho los mapas de Monzillo. Si, como afirman antropólogos como Simon Garfield, los mapas son una suerte de “portal crítico” que diferencian al hombre de los demás monos, es necesario observar que el hiperrealismo objetivista de Google Maps vuelve al “más allá” una cartografía alienada y absurda, posiblemente inútil.
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