roger, el otro yo y la ficción


Después de la novela Corporación Medusa (2008), el escritor y periodista Nelson Díaz publica Resaca, una obra de corte experimental que ha sido apadrinada y apludida por tres grandes de la actual narrativa latinoamericana: Mario Bellatín, Pablo Ramos y Felipe Polleri.


El nuevo libro de Nelson Díaz, impreso en luminosa tinta azul, sigue los pasos de Roger -alter ego del autor- en una trama con indicios de novela negra y una serie de encuentros literarios con Artaud, Cocteau y otros aliados no menos célebres. Hay una muerte violenta, una investigación policíaco/psiquiátrica, un libro que se escribe sobre el ruido, fragmentos de entrevistas a rockeros, crónicas periodísticas. Hay, sobre todo, el talento de Díaz para seguir armando una trama que conecta con cierta tradición maldita (como bien indica Polleri), reinventando géneros (lo dice Bellatin) y expresando -como pocos- la oscuridad del alma humana (palabras de Ramos). Así es Resaca, técnicamente la continuación de Corporación Medusa, un libro que juega en un borde experimental, de patchwork.

***

¿Cuándo advertiste que Resaca vendría a ser la segunda parte de una trilogía, de una obra mayor llamada Terminal Moebius?
En el año 2008, cuando publiqué Corporación Medusa, pensé que Roger era un personaje de largo aliento. Había zonas de él que aún estaban sin explorar y que me interesaba conocer. De alguna manera, Roger estaba ahí, sentado, fumando un cigarrillo, esperándome. Decidí que habría una segunda entrega y, casi enseguida, armé en mi cabeza la trilogía. Se llamaría Terminal Moebius que, como te habrás dado cuenta, es un oxímoron. Dos conceptos opuestos en una misma expresión. La existencia de Roger, la de todos nosotros, tiene mucho de eso. Cuando me preguntan por el significado del título de la novela, la asociación directa e inmediata que hacen es a la de una resaca producida por la ingesta de alcohol. El protagonista y yo sabemos bien de eso. Él en Corporación Medusa y yo en un período de mi vida, más prolongado del que hubiera deseado, vivimos ese tipo de resacas, pero en la novela, tanto él como yo, ya no bebemos. Aún no sé quién acompañó a quién en le proceso de desintoxicación... El título entonces alude a otro tipo de resaca. Me refiero a la resaca social. Roger y los perros terrestres son partes de esa resaca social. Yo también lo soy.
¿Cuánto te divierte -y te asusta- la mezcla de ficción con vida real?
A veces me parece que la vida real está ficcionada en demasía. Lo veo en algunos rostros, poses, presentaciones públicas. Es la sobreactuación. O sea, es como si el “método Margarita Xirgu” se hubiera filtrado en la cotidianeidad. Ese grado de ficción, llevado a la impostura se transforma en algo patético. En querer ser lo que no se es. Eso, como observador, me divierte muchísimo. Ahora, como lector, me gustan los libros que mezclan realidad y ficción hasta el punto que pongan en duda mi percepción de lo que llamamos real. Como escritor esa es una experiencia que disfruto porque trato, primero conmigo mismo, y luego con el lector, situarlo en una posición incómoda. Por ejemplo, en Resaca aparece un artículo periodístico sobre una niña que murió a los dos años víctima de cáncer. En el cortejo fúnebre, sus padres y abuelos se vistieron, incluso con las máscaras correspondientes, como Mickey, Minnie, Pluto... porque a la niña le gustaban esos personajes de Disney. Entonces, si yo como escritor te llevo a esos límites donde vos como lector sentís un rechazo por esa escena patética e inverosímil, hay a su vez una posibilidad de que haya sucedido en el mundo real. ¿No comenzarías a perder las referencias de lo real y la ficción? ¿No te sentirías incómodo con lo que te rodea?
¿Qué es para vos escribir? ¿Un asunto personal, un registro, un espejo, un diálogo con los muertos, una necesidad?
Todo lo que has enumerado. Escribir es una necesidad que se ha transformado en un asunto personal. De alguna manera, ese espejo al que hacés referencia me devuelve otra realidad, aumentada, distorsionada, donde me doy el lujo de dialogar con algunos escritores muertos que, seguro, formaron parte de los perros terrestres y resistieron a la Cofradía de la Estupidez Universal.
¿Cómo se va dando en tu escritura el tránsito de la poesía a la narrativa, de la imagen rabiosa y el cuidado de la palabra a las situaciones ficcionadas y lo no dicho?
Hace poco, ordenando mi biblioteca, releí el prólogo que Maca hizo a mi libro Rigor Mortis, publicado en 2005. Caí en la cuenta que Maca es un visionario o, caso contrario, sabe mucho de esto... Él veía un embrión de novela. En ese libro aparece por primera vez Roger, en dos o tres historias. Es curioso, Maca se dio cuenta antes que yo. Ese libro es rupturista dentro de mi obra. A partir de ahí, no pude escribir más poesía en el sentido ortodoxo. Me refiero a la forma y no al contenido. Luis Bravo me decía que no concibe la experimentación del lenguaje sino es a través de la poesía. Me ocurre lo contrario. Sentí que el formato poesía me había agotado. Había llegado a un límite donde no quería repetirme a mí mismo. La novela —en tanto “envase/ género— admite todos los géneros. Puedo incluir la construcción poética pero en prosa, la narración, el ensayo, o la propia poesía, como el libro que Roger intenta escribir dentro de la novela. Es decir, utilizo vario caminos para narrar, de los que no descarto el dibujo ni la fotografía. Y en esa historia a contar el cuidado y la elección de las palabras es fundamental. El ritmo también me obsesiona; por eso amo a los beatniks. Un periodista me dijo, sobre Resaca, a modo de halago, que se leía de un tirón. Le respondí que él no tenía idea todo el tiempo que me llevaba a mí que él la leyera de un tirón.
¿Qué sentís que está pasando con este nuevo libro? Hay una sensación de apertura tuya hacia afuera, de búsqueda de lectores, de exponerte, y por otro lado hay una muy buena vibración de lectores y nuevos lectores. ¿Dónde sentís que conectás con lo que algunos buscan leer? ¿Dónde creés que está el juego de la literatura en este tiempo tan confuso de smartphones y cultura basura?
Coincido contigo. Confluyeron dos situaciones. Por un lado, mi relación armónica —al menos en los últimos tiempos— con la especie, que me ha llevado a exponerme, cosa que antes casi no ocurría. Y si ocurría era de un modo, digamos, no muy políticamente correcto. Por otro lado, la devolución de los lectores y, sobre todo, de nuevos lectores, que me ha sorprendido gratamente. En lugares como Nueva Helvecia y Nueva Palmira, estudiantes de Secundaria han trabajado con Resaca a nivel de análisis de texto y luego lo plasmaron en dibujos. Algo similar ocurre en otros lugares, como Rocha y Tacuarembó, por ejemplo. Yo también me pregunto cuál fue la conexión. ¿Dónde estuvo la empatía con esos nuevos y jóvenes lectores? ¿En qué es una novela fragmentada porque el mundo y la realidad en la que vivimos es fragmentaria? ¿Porque no hay certezas y el lector duda en todo momento, en un mundo donde hasta las relaciones son virtuales? No lo sé. A veces pienso que es mejor no saberlo. Desconocer el camino, para no repetirlo a sabiendas.

¿Quién es Roger y cuán culpable es de la muerte de su exnovia Paula Anzalone?
Roger es mi yo literario, pero también es otra persona. No me seduce que lo cataloguen como mi heterónimo, sería reducir su importancia. A veces practico un juego mental que es, ante determinada situación cotidiana, preguntarme cómo reaccionaría él. Hay determinados momentos que me sorprende el funcionamiento de su psiquis que, como sabemos, tiene algunas características que, en teoría, podrían adjudicárselas a un esquizofrénico. ¿Lo es Roger? ¿O se confunde su lucidez con una enfermedad mental? Él no parece muy afectado por la muerte de su ex novia, tiene otros fines más quijotescos y nobles en que ocuparse —y me refiero a zafar del control social y político que ejerce La Corporación—, pero sí está preocupado porque no lo culpen. Aunque podría haber cometido el crimen en un momento de delirio que no recuerde. Igual, por ahora, tiene mi crédito. Yo desconfío del psiquiatra patafísico, el doctor Faustroll.
¿Perseguís la oscuridad o la oscuridad te persigue a vos?
La oscuridad es inherente a mí persona. No podría escribir sobre otra cosa. Además, no me interesa hacerlo.
¿Por qué el color azul en el diseño? ¿Por qué elegiste que el libro fuera impreso en letras azules?
Roger se viste de negro porque le resulta un color inquietante, pero el azul para él es sinónimo de pureza. Por eso, una de sus obsesiones, es que su poesía sea azul. Acaso siguió los consejos de Vasili Kandinsky. Por eso, como signo de aproximación, guarda sus poemas en una carpeta azul. El diseño en azul es parte del juego de fusionar la realidad con ficción. Quiero que el lector comparta las obsesiones del personaje.

((entrevista publicada en revista CarasyCaretas, 07/2015))

No comments:

LAS MÁS LEÍDAS