El libro se llama Todo es una
mierda. Así. Sin desvíos ni juegos de apariencias. Tropecé con
él en las fucking redes sociales. Tenía ganas de leerlo. Se lo pedí
a Leandro, su autor, argentino, hincha fanático de Independiente,
según se puede comprobar en su perfil de Face. Lo mandó adjunto en
word, ni siquiera en pdf. Dijo que la edición era chilena, del sello
LaPollaLiteraria.cl, que él apenas tenía un ejemplar, que le
encantaría que yo lo leyera y escribiera algo.
Una puta mierda.
Lo
que yo quería era el libro.
El objeto.
Leerlo, sí, obvio, pero más
que nada lo que quería era guardarlo en la biblioteca entre el
Resaca del amigo Tito Days y
la edición hecha mierda de Oda al niño prostituto del
Cabeza.
Abrí
el word.
Fui
bajando el cursor.
Un poema tras otro.
"Ahora quiero ser escritor y no me
sale nada".
El tipo miente.
Se siente escritor.
Y le salen cosas.
Puñetazos.
Le sale dolor, angustia, porque
-literalmente- todo es una mierda.
Pienso en dos canciones.
La de Astrud, la de "Todo nos
parece una mierda". No. No va por ahí. Astrud maneja la ironía.
Este tipo no. Va en serio. Esto es punk punk. Pero punk introvertido,
solitario, individualista, jodido. Busca algo fuerte, que nunca pasa,
mientras pasan cosas fuertes y se decide no estar anestesiado.
La otra canción es de Parálisis
Permanente. El himno que escribió Benavente. "Autosuficiencia".
Va por ahí: "Me miro en el espejo y soy feliz/ y no pienso
nunca en nadie más que en mí". Hay que ser fuerte. Porque el
espejo no se rompe. Sigue reflejando. Así funciona la autoficción.
Así es la poesía.
Decido jugar un juego.
Elegir un verso, una palabra, por
texto.
Pruebo y no funciona.
En la segunda o tercera lectura
tropiezo con el mejor momento del libro de Leandro. Se suele decir
que es necesario alejarse de las cosas cotidianas para verse mejor,
para contemplar. Una mierda. Leandro prefiere la versión escapista,
la que necesita para que oficie de centro conceptual de
todo-es-una-mierda. Ahí va:
"Tengo un amigo que es aviador y
tiene horas de vuelo todas las semanas. Se me ocurrió decirle,
mientras tomábamos una cerveza, que me lleve como acompañante en
uno de sus vuelos. Solo quiero probar si desde el aire puedo ver más
chica mi confusión".
Hay muchas cervezas en el libro.
Hay una derrota de Independiente.
Hay la rodilla de una rubia.
Hay domingo.
Por eso escribo estas líneas en
domingo.
Un domingo gris, lluvioso y
aquello de "la lluvia cae sobre Montevideo, hoy como ayer".
Buen libro.
Tal vez una mañana suene el timbre de
casa (el cartero) y llegue un ejemplar a mi nombre en el que se lea
TODO ES UNA MIERDA con tipografía roja (el libro). Espero que no sea
el vecino de al lado con la mala noticia de un caño roto (así
parece haberle pasado a Leandro Lozano), lo que parece ser una buena
razón para no parar de tomar cerveza y escribir un libro como este.
Mucha mierda, Leandro!
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