Obra de Stolarsky. Al fondo se ven obras de Lacasa y Rossi. |
Los retratos de Carlos Federico Sáez
brillaron en el verano 2015 en las salas del Museo Nacional de Artes
Visuales de Montevideo. El coqueteo con la vanguardia, las
experimentaciones entre fondo y figura, la fuga de los ejercicios
academicistas de fines del siglo diecinueve hacia lugares nuevos,
demostraron ser capaces de dialogar y sobre todo provocar con el arte
de esta época, un centenario después de la muerte del dandy.
En los últimos días de la
exposición dedicada a Sáez, en otro espacio montevideano, el Subte,
fue exhibida Retratos contemporáneos,
una propuesta fina y reflexiva del curador Rulfo que reúne, en su
simpleza y alta capacidad de impacto, once trabajos contemporáneos
que rondan la temática del retrato, desde diversas sensibilidades,
técnicas, formatos y generaciones. El recorrido por la exposición
es muy rico, tanto para acercarse al tema como para revisitar obras
que de una u otra manera se han hecho conocer en los primeros años
del nuevo siglo.
Dos de los retratos de Rossi. |
Los colores intensos y los grandes
formatos de María Clara Rossi y Martha Escondeur muestran su
acercamiento al pop, la subjetividad en pequeños detalles o en
subrayar gestos o miradas. Rossi busca sus modelos entre su entorno
afectivo, también Escondeur, quien también propone retratos de
colegas, entre ellos un luminoso Toto Podestá. El trazo y las
pinceladas de las mujeres que pinta José Luis Parodi provocan
incomodidad, al borde de la caricatura, en un formato más pequeño y
también en colores fuertes. Es uno de los puntos altos e
inquietantes de la selección.
El dibujo y la pintura son también
las herramientas utilizadas por Alejandro Gonella, Guillermo García
Cruz y Federico Aguirre, aunque los tres eligen conceptos diferentes
que problematizan la objetividad del retrato en el mundo
contemporáneo. Gonella plantea series replicadas de una misma mujer,
con diferencias levísimas en gestos o detalles fisonómicos.
Plantea, en definitiva, inestabilidad. La serie de García Cruz va
por similar camino, pero con la violencia de un brochazo fuera de
contexto o la ausencia de un rasgo. También impacta. Y de Aguirre se
muestra la serie que fuera seleccionada en el último Salón
Nacional, dibujos rápidos de otros Federico Aguirre encontrados en
la red social Facebook.
Fragmento de la serie de García Cruz. |
Hay
lugar para otras miradas y otras técnicas: las transparencias que
yuxtaponen imágenes sobre la memoria en la finísima obra reciente
de Elián Stolarsky, y muy especialmente la manipulación digital
-desde la fotografía- en tres obras que rondan el concepto de
autorretrato. Guillermo Sierra con un trabajo sobre la noción de
identidad, con mínimos recursos: su cuerpo y documentos legales.
Jacqueline Lacasa con su irónico cuestionamiento a discursos
históricos sobre el poder y la pintura nacional. Y, por último, de
Teresa Puppo se muestra su obra Retrato,
del año 2002, un notable ejercicio de superposición de imágenes
personales que muestra -con la mayor autenticidad- la perplejidad
contemporánea ante el concepto retrato.
Uno de los retratos fotográficos de Delgado. |
Dos
series esencialmente fotográficas también
forman parte de Retratos
contemporáneos, ambas con
potentes miradas sobre la mujer. La primera es una de las obras -y el
libro- del trabajo Como sos tan lindo,
de Paula Delgado, en el que la artista fotografíó a más de cien
hombres entre 2005 y 2010 en ciudades tan distintas como Montevideo,
Londres, Praga, Viena, Barcelona, Buenos Aires y Johannesburgo. La
segunda es la serie Damas del silencio,
de la joven artista Lucía Lin,
que se vuelve entrañable desde la primera mirada.
***
Retratos de Parodi. |
La mirada irónica de Lacasa. |
Obra sobre la identidad de Sierra. |
Mirada de curador
"El Arte Contemporáneo aparenta no tener límites y los temas parecen por momentos abrumar. El caos visual te hace perder la perspectiva de que todos los artistas viven en la misma época y bajo unas condiciones de existencia que son similares; algo deberá haber en común, y entonces surge un vínculo que está en un estado latente, e intuitivamente comenzás a analizarlo. La idea de esta muestra surgió como consecuencia de ir confirmando que el retrato aparecía de forma intermitente desde hace, por lo menos, unos quince años. Entonces tuve la necesidad de hacer una exhaustiva exploración de campo sobre el retrato, y si bien todos tenían discursos distintos, se planteó la interrogante de si existiría algo en común. Ninguno de los artistas habla de lo mismo, pero todos hablan sobre una manera de construir su propia subjetividad. Y es la subjetividad el problema que queremos descubrir, o al menos plantear. Por eso el tema del retrato es una excusa, un tipo de estrategia escondida con un centro diferido, que muestra discursos disímiles sobre una inquietud en común, que es el yo y/o el sujeto". (Rulfo)
***
Teresa Puppo: autorretrato (*)
Empecé
a jugar con fotografías mías. Hacía tiempo que estaba trabajando
en autorretratos, y me obsesionaba la idea de no lograr “un”
autorretrato. Como el dibujo o el registro de mi cara no me bastaba,
empecé a buscar capas, superposiciones de mis propias imágenes.
Tenía muchas fotografías de mí misma, desde fotografías
escolares, fotos carné, muchas, muchas. Vestida de fiesta, con
uniforme liceal, decolorándome el pelo, en fin…
Algunas hechas por mí misma, y otras, registros tomados por
distintas personas. Creo que las fotografías de uno mismo, las ahora
llamadas selfies, son una especie de obsesión por fijar la propia
imagen, para no “perderte”, relacionada con la imagen del espejo.
En 1998, en una exposición que mostré en el Cabildo de Montevideo,
elegí para el catálogo un texto de Umberto Eco, extractado de El
péndulo de Foucault,
y que todavía me perturba: “Donde hay espejo, hay estadio humano,
quieres verte, pero no te ves". Podríamos pensar que la selfie
se burlaría de los espejos, que no te “perderías” más, pero lo
que sucede es que no te encontrás: seguís haciendo selfies y más
selfies, y los espejos siguen burlándose de ti.
En
la obra Mujer perdida,
había trabajado con fotoperformances. En esa obra me disfrazo de
distintas mujeres, cuestionando la imagen que se puede lograr de sí
mismo, la manipulación que podemos ejercer con las imágenes, con la
imagen de sí mismo, las transformaciones que ejercemos en nuestros
cuerpos, en nuestros rostros, para mostrar una imagen que queremos
que se vea. Pero, ¿somos eso? La cantidad de operaciones y
tratamientos a los que se someten los seres humanos para mostrar al
otro –y
a sí mismo- una imagen que, de alguna forma, no es la suya propia…
Entonces, ¿qué quiere decir esta imagen es la mía, soy yo, es una
imagen auténtica de mí misma? Recuerdo una película de Almodóvar,
en un monólogo genial de un travesti, donde personaje sostenía que
la imagen que mostraba en ese momento era la más auténtica, porque
era lo que ella quería ser…
¿Hasta qué punto puedo cambiar mi imagen, y finalmente, qué es lo
que dice mi imagen de mí? ¿Soy lo que mi imagen muestra? Entonces,
¿quién soy? ¿La que muestro, la que sueño, la que veo, la que
imagino, la madre, la hija? Somos una construcción, cada ser humano
es una construcción complejísima, pero ¿por qué le damos esa
importancia a la imagen?
Así
fui encontrando
caras que no quería ver, caras horribles y deformes, hechas con la
superposición de dos fotografías mías que mostraban facetas nunca
pensadas –pero
que podrían ser o haber sido- imágenes de pesadillas, y otras muy
agradables, muy tiernas. Todas caras en las que podía reconocerme,
en las monstruosas y en las bellas. La variedad de imágenes que pude
hacer a partir de unas pocas fotografías de distintas edades y
distintos momentos de mi vida –incluidos
los retratos de las fotoperformances -que son también versiones de
mí misma, constructos-, dio como resultado lo que llamé Retrato,
aunque también es discutible, capaz que debió llamarse Intento
de retrato…
Mi blog, que se llama "Autorretrato", y que ahora, en el
2015, cumple diez años (diez años de hacer registros fotográficos
diarios, y/o subir un pequeño registro de texto acerca de algún
suceso que me haya parecido ordinario o extraordinario ese día, por
alguna causa personal), es un intento de apresar algo, de la vida,
del tiempo, del instante, algo que ni siquiera yo misma sé aún con
claridad qué es. La característica de este autorretrato es que está
realizado utilizando como herramienta un blog, y un soporte virtual,
la red. Cuestiona el pasaje del tiempo: por un lado confirma la
imposibilidad del intento de detenerlo o de fijarlo en una imagen; y
por otro corrobora y deja constancia día a día del pasaje, del
devenir, de lo efímero de ese tiempo lineal en el que transcurre la
vida común y corriente, en la búsqueda de la existencia de otros
espacios temporales.
(*) La serie Retrato es una obra de la artista Teresa Puppo fechada en el año 2002. Setenta y ocho imágenes personales, de distintas épocas de su vida, se superponen y son manipuladas digitalmente. Puede verse la obra en el blog "Autorretrato" (www.teresapuppo.com), junto con otras obras que dialogan en temática y experimentaciones.
***
Alejandro Gonella: lo
inestable
La obsesión por la obra del pintor
abstracto expresionista Willem de Kooning llevó a Alejandro Gonella
plantearse desdibujar el sentido tradicional del retrato y la forma
estable de concebirlo. Distintas series de "modelos" son
sometidas en Una representación de lo inestable a distintas
variaciones que desvirtúan no solo la objetividad supuesta de la
mirada del pintor sino la propia subjetividad. "Quería buscar
la realidad oculta detrás de la obra. Quería mostrar que las obras
de carácter ilusionista son precisamente eso, y que parte
de su encanto es investigar los procesos mediante los cuales los
artistas las logran, y hasta reírse con ellos cuando la situación
lo amerita".
La búsqueda: "Empecé a
trabajar en la muestra Una representación de lo inestable
luego de un período un tanto infructuoso de experimentación con
la pintura abstracta que desembocó en un estancamiento.
Precisaba encontrar una forma de salir, reactivarme. Por otro lado,
años de no trabajar la figura humana como tema principal de mi
obra, habían reavivado mi interés por ella. En esa época, por el
2010, yo sentía una gran admiración por Willem de Kooning, uno
de mis pintores favoritos hasta el día de hoy. Pasaba todo el
tiempo intentando descubrir cómo hacía sus cuadros, desde
un punto de vista técnico pero más que nada psicológico.
Me imaginaba su hilo de pensamiento, intentaba la imposible
tarea de ponerme en su lugar, entender qué es lo que lo llevaba
a hacer las cosas de ese modo".
Concepto: "Para mí, una
obra es algo así como un misterio para resolver, hay cosas que están
en la superficie y son importantísimas, los hechos están ahí, pero
para entenderlos cabalmente uno tiene que ahondar, investigar, hacer
un poco el trabajo de un detective. Con Una representación de lo
inestable quise hacer una obra que hiciese evidente estás
cuestiones en el espectador, poner en evidencia al artista que está
detrás de cada obra, al hecho de cada cosa que se nos presenta está
ahí por determinadas razones, razones que el artista
controla conscientemente y otras en las que no tiene control en
absoluto".
El camino: "Sólo se
precisaba constancia y la convicción de que si le daba a cada
cuadro el interés que merecía, si no me desviaba, me ponía
ansioso, o dejaba de lado mis propias inquietudes como pintor en pos
de un mensaje, la obra se iría concretando y sería interesante,
honesta y no quedaría simplemente en un gesto simpático".
Modelos: "La elección de
las modelos fue tan arbitraria como caprichosa. Por razones técnicas,
tenía que ser sí o sí una foto, y por razones emocionales
resultaba más práctico que fuera una desconocida, así me podía
permitir pintarla a gusto sin estar sujeto a un juicio posterior de
la persona. Por eso son actrices de películas o series que vi en ese
momento, de las que tomé alguna foto de internet".
Otras miradas: "En cuanto
a la exposición, lo que puedo decir es que el hecho de que Rulfo
haya tenido la idea de llevar a cabo una muestra de estas
características, que haya reunido a artistas contemporáneos de
diferentes edades, algunos consagrados y premiados y otros, como yo,
no tanto, con el fin de hacer un paneo por las distintas formas de
abordar en la actualidad una temática de importancia histórica,
como lo es el retrato, me parece no sólo excelente sino necesario.
Queda a la vista que el retrato no está por fuera de las artes
contemporáneas, ni necesita de nuevos medios para generar nuevas
interrogantes y que muchos artistas lo preferimos a la hora de llevar
a cabo sus investigaciones".
***
Lucía Lin: el juego del tiempo
Damas del Silencio
se titula la serie de veinte fotografías digitales en la que
Lin compone un homenaje a la mujer del siglo veinte, a través de un
retrato colectivo que presentó con motivo del Premio Paul Cezanne
2014. "Lo que motiva mis proyectos es el hecho de contar una
historia. En este caso la premisa era 1914-2014, ¿qué
modernidad?, así que decidí retratar veinte mujeres nacidas
entre esos años".
El camino: "Empecé por
buscar a la mujer más antigua y después de ahí fueron surgiendo el
las demás. Entre ellas está mi madre y otras mujeres que de alguna
manera forman parte de mi vida. Damas del silencio estuvo el
año pasado en el MNAV y fue ahí que las vi por primera vez a todas
juntas. Ahora nuevamente en el Subte. Siento que cada vez las voy
conociendo un poquito más, son mis cómplices. La gente me pregunta
por ellas, porque sienten que las conocen, que las vieron caminando
por ahí o que son conocidas de algún conocido".
Otras miradas: "Me
siento muy privilegiada por formar parte de esta exposición y
compartir la sala con otras personas que al igual que yo sienten esa
inquietud por manifestar su voz. El retrato como disparador y los
distintos modos de expresarse, hacen de esta muestra un espacio para
salirse un poco de la propia mente para mirarse, aunque sea un rato,
en los ojos del otro".
***
Martha Escondeur: intensidad
Cuatro son los retratos que presenta
Martha Escondeur en el Subte, todos de una serie de óleos sobre tela
que exhibió en el 2011 en el Museo
Zorrilla. Los modelos son tres colegas artistas -Margaret Whyte, Dani
Umpi y Octavio Podestá- y el cuarto retrato es de su hija Vivi.
La
búsqueda: "El
estudio de la figura humana ha sido desde siempre el motivo de
interés de mi trabajo, tanto en pintura como en escultura. En lo que
concierne al retrato busco, más allá del parecido con el retratado,
captar ese mundo interior y esa riqueza que cada persona posee. La
observación, el diálogo con el otro, la búsqueda de esos misterios
que se ven quizás en la mirada, han sido el móvil fundamental de
esta búsqueda y esenciales para el acercamiento que se debe lograr
para llegar a comprender al otro y así plasmar su imagen".
El camino: "En las obras
presentadas, trabajé la figura completa porque esa espontaneidad de
las poses y de los gestos transmite el mundo interior de cada
personaje. El despojamiento de elementos, y el uso del color fueron
también pensados con ese fin, para poder así centrar la atención
en el retrato. He sido compensada ampliamente con esta experiencia,
pues a través de ella conocí más en profundidad a seres muy
valiosos que admiro y que me dejaron muchas enseñanzas".
Modelos: "La
idea fue elegir personajes de nuestro medio social y cultural e
intercalarlos con anónimos totales. De esta manera, figuras públicas
o anónimas se igualan dejando al desnudo el nexo de lo cotidiano con
lo extraordinario. Con los modelos conocidos existía un vínculo
personal de afecto o admiración. De las obras presentes en el Subte
puedo citar el trato con el amigo Octavio Podestá, Toto, con quien
comparto forma de vida y que me llevó a sentir esa pasión diaria
que alimenta al creador y que intenté representar en la mirada y en
la cotidiana realidad del quehacer. Y cuando pensé en Margaret,
artista de nuestro medio siempre sonriente y querida por todos, fue
importante para mí retratarla pues debía destacar ese aporte
continuo y hasta silencioso de telas y elementos unidos creando un
lenguaje honesto y removedor de emociones. Aparte de la elección de
los retratados, lo importante es que cada ser es un mundo a explorar
y un campo fértil donde encontrar belleza más allá de lo visible,
y que a la vez quien los ve pueda imaginar la vida del retratado".
Subjetividades: "Si nos
guiamos por la definición objetiva de retrato, como representación
de una persona, descripción de la figura y carácter, o sea las
cualidades físicas y morales de una persona, no podríamos abarcar
el profundo significado que todos los artistas de la muestra brindan
en estas obras. Cada uno de los presentes, a través de sus distintas
formas de expresión, buscó generar una comunicación con quien ve
la muestra, llevar un mensaje. No importa cuál fue el soporte
utilizado, si fue a través de fotografías u otras técnicas, lo
importante es resaltar la riqueza del ser humano, sus emociones y sus
existencias a través de ventanas que hablan de mundos
contemporáneos. En síntesis, no importa en qué forma o de qué
forma se presentará el tema retrato, sino el llevar a mostrar la
trascendencia de lo que una mirada o un gesto puede trasmitir. Pues,
en definitiva, el arte nos llevará a tratar de responder de dónde
venimos, quiénes somos y adónde vamos, y a conocer así nuestra
identidad como sociedad y como cultura".
((versión extendida del artículo publicado en revista CarasyCaretas, 03/2015))
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