A
una novela que se da en llamar La novela del cuerpo hay
necesariamente que practicarle una autopsia. Abrirla, trozarla,
descuartizarla, observar su estructura, sus líneas conceptuales.
Aunque no le guste a su autor, debe realizarse una instancia
-rigurosa y aséptica- que llamaremos "la crítica de la novela
(del cuerpo)". Es, posiblemente, el camino más honesto y brutal
para acercarse a su razón de ser, a la esencia, que vendría a ser
-paradójicamente- lo que está más allá del cuerpo.
Una
rápida pesquisa forense podría ser la siguiente: "Novela
breve, 128 páginas, dos niveles narrativos claramente diferenciados:
uno que consta de diálogos entre usuarios y recepcionistas del
Mercado del Cuerpo y el otro en plan ensayo ligero con artilugios de
lenguaje poético propios del autor, sin personajes, sin argumento
tradicional (ni fragmentado, ni elíptico, ni progresivo)".
Otros datos, para nada secundarios, se sumarían como interpretación
de otras pericias, en un aparte firmado por el crítico-forense: "Se
encuentra una correspondencia argumental entre el título y el
concepto obsesivamente narrado (el cuerpo), acercándose en los
tópicos de las conversaciones y en los ensayos a un posible panorama
del cuerpo en cuanto a sus miembros, órganos y miradas en torno a él
relativas a la cultura y otras disciplinas humanas". Bla, bla,
bla. Se trata de eso. De todo eso. Del cuerpo. Ni más ni menos. ¿Y
el alma?
Al
avanzar en la disección, en "la crítica de la novela (del
cuerpo)" pueden encontrarse otras variables. ¿Una novela sin
personajes? ¿Una novela sin historia? ¿Es una novela? Sí, de hecho
tiene cuerpo de novela, estructura de novela y la ausencia de tales
estructuras-órganos no alteran la experiencia de una muy disfrutable
lectura. ¿Es una novela rara? También. Y en el entendido que está
firmada por Rafael Courtoisie, pueden y deben hacerse algunas
precisiones. Si estuviera firmada por César Aira o Mario Bellatín,
no habría mayor distancia en decir "una fiesta del lenguaje,
digresiva, que descompone las nociones del cuerpo contemporáneo y
arrasa contra toda idea de corrección política", lo que
equivale a aplaudirla con frases más o menos polisémicas y que
sirven para todo. Pero esto es Uruguay, y autores como Courtoisie se
ven condenados a una invisibilidad crónica, a no ser tomados en
serio (tampoco habría que tomarse tan en serio a tipos como Aira o
Bellatín). Algo similar puede aplicarse a los cuentos del libro
Smith, de Gonzalo
Paredes, otro uruguayo que transita territorios extraños.
¿Y
el alma? Es necesario volver a esa inquietante pregunta, para que
quede más acá de todo ejercicio retórico. La novela del
cuerpo es una novela desalmada,
fríamente desalmada. Y eso está más que bueno. En esa aridez se
mueve Courtoisie, aunque arriesgue desalmar su propia (y tan fina)
poética. Ya lo hizo en novelas anteriores, sobre todo en Goma
de mascar. Una especie de
auto-disección. Es una novela elegante y cruel. Y debe leerse con
muchas dosis de cinismo.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 03/2015))
No comments:
Post a Comment