Los viajes de la
artista uruguaya Elián Stolarsky dan cuenta
y entrelazan, junto con los idas y vueltas de su obra, la identidad
migrante de una familia, la suya, que encontró hace décadas un
destino en la ciudad de Montevideo. Estos últimos meses, no
casualmente, encuentran a Stolarsky en París: llegó a la capital
francesa tras ganar el Paul Cezanne 2013 y obtener una residencia en
la Cité des Arts. Fue invitada a exponer. No desaprovechó la
oportunidad y armó la muestra La línea y los puntos, inaugurada en
diciembre pasado, que integra una serie que viene desarrollando y
ha dado en llamar Inventarios.
"Viajar me da perspectiva, me permite entender -o creer que puedo llegar a entender- lo que es moverse en cuerpo y alma por el mundo", cuenta la artista. Y agrega: "Viajar para mí siempre ha sido con fines creativos, y los ojos con los que recorro cada lugar tienen inevitablemente el filtro artístico. Planifico seguir armando valijas y recorrer el mundo, mientras el cuerpo aguante". La primera vez que llegó a Europa fue hace algunos años, con la ansiedad de conocer la Bienal de Venecia. En esa oportunidad pasó por Francia, España, Alemania y Holanda. Luego, a partir de residencias otorgadas por la muy buena consideración crítica de sus obras, tuvo el privilegio de recorrer nuevamente Francia, Bélgica, Alemania, Estados Unidos y Brasil. Y ahora, a finales de 2014, otra vez París, viaje al que se suma la circunstancia -con una pizca de azar- de que la institución Cité des Arts tenga su sede ubicada en el corazón del barrio antiguo judío de París, frente por frente al memorial del Holocausto. "Si a eso se suma que el grupo de amigos que hice en la Cité son en su mayoría árabes, estos últimos meses vienen siendo casi como palpar la historia judía en carne propia". Asegura la artista que las emociones y las dudas son muchas, como así lo es la sensación de percibir "un tiempo suspendido, una especie de presente infinito".
La emoción viene signando su estancia en París. El miércoles 17 de diciembre fue la apertura de su primera exposición en territorio francés. Nerviosa y feliz, aunque extrañando a sus padres y amigos en Montevideo. "Me acompañaron compañeros de la residencia, gente maravillosa de los rincones más recónditos del globo, así como algunos uruguayos que viven en París desde hace tiempo".
"Viajar me da perspectiva, me permite entender -o creer que puedo llegar a entender- lo que es moverse en cuerpo y alma por el mundo", cuenta la artista. Y agrega: "Viajar para mí siempre ha sido con fines creativos, y los ojos con los que recorro cada lugar tienen inevitablemente el filtro artístico. Planifico seguir armando valijas y recorrer el mundo, mientras el cuerpo aguante". La primera vez que llegó a Europa fue hace algunos años, con la ansiedad de conocer la Bienal de Venecia. En esa oportunidad pasó por Francia, España, Alemania y Holanda. Luego, a partir de residencias otorgadas por la muy buena consideración crítica de sus obras, tuvo el privilegio de recorrer nuevamente Francia, Bélgica, Alemania, Estados Unidos y Brasil. Y ahora, a finales de 2014, otra vez París, viaje al que se suma la circunstancia -con una pizca de azar- de que la institución Cité des Arts tenga su sede ubicada en el corazón del barrio antiguo judío de París, frente por frente al memorial del Holocausto. "Si a eso se suma que el grupo de amigos que hice en la Cité son en su mayoría árabes, estos últimos meses vienen siendo casi como palpar la historia judía en carne propia". Asegura la artista que las emociones y las dudas son muchas, como así lo es la sensación de percibir "un tiempo suspendido, una especie de presente infinito".
La emoción viene signando su estancia en París. El miércoles 17 de diciembre fue la apertura de su primera exposición en territorio francés. Nerviosa y feliz, aunque extrañando a sus padres y amigos en Montevideo. "Me acompañaron compañeros de la residencia, gente maravillosa de los rincones más recónditos del globo, así como algunos uruguayos que viven en París desde hace tiempo".
La línea y los
puntos
La idea de la exposición parisina le daba vueltas en la
cabeza y Stolarsky terminó de formularla al tomar contacto con el
espacio de la Cité y su entorno, vinculándolo con la línea de
trabajo conceptual de Inventarios. Si en las muestras anteriores de
la serie utilizó, como base, documentos y fotografías de su
familia, esta vez tuvo claro que debía investigar en el viejo barrio
judío de París. Salió a recorrer esas calles con la cámara y
empezó a tomar fotografías. Recopiló materiales documentales
diversos. Y se puso a bocetar, a dibujar, a tallar. Hojas, papeles,
cartón, pero también cajas de acrílico que se han vuelto una
herramienta fundamental de sus obras recientes.
Las líneas y los
puntos. Las líneas, los puntos, los dibujos, las tallas y figuras
que se superponen, que se vuelven probablemente dinámicas, acaso
infinitas. El acrílico le permite a la artista jugar con
transparencias, construir metáforas, acercarse -como ella misma
sugiere- a lo invisible. "La idea de caja, como contenedor y que
a su vez está vacía de materialidad, puede ser depositaria de lo
otro. De aquello que no consigo materializar, y que es el resultado
de las dos imágenes que se superponen. Como ser dos imágenes de
rostros de una misma persona, en una tonta búsqueda por aquello que
se mantiene y aquello que se anula".
El escritor Jorge Luis
Borges aportó algo más que el título de uno de sus poemas a la
serie que viene desarrollando. Hay en los Inventarios, y en la
necesidad por catalogar y registrar, una certeza de ciclos pero
también de infinito. "El surgimiento de una serie de infinitas
partes no fue planeado de antemano", asegura la artista. "Surgió
cuando noté que todo lo que producía implicaba seguir con la
obsesiva necesidad de catalogar y registrar memorias, cuentos. No
tuve otra opción que continuar. Actualmente voy por la onceava
parte, y el final de esta secuencia lo marcará el tiempo y el
trabajo... Y por ahora, no pronostico un pronto final".
Las marcas familiares
Elián Stolarsky
puntualiza, sobre la instancia privada de su trabajo, que tareas tan
diminutas como tallar o dibujar, le permiten entender cómo funciona
el concepto ficción/memoria desde la experiencia, desde el plano
físico. "Trabajar con documentos, en cambio, me permite
reinventar la muerte, la fragilidad de una historia, los límites de
posibles memorias de un clan que me incluye". La artista refiere entonces a la comunidad judía, pertenencia identitaria que la lleva a
indagar en dos planos: la memoria familiar y la colectiva. Hay algo
de necesidad, también de azar. Pero ella es tan tajante como
transparente: "Mi identidad judía se manifiesta en todo lo que
hago. Los valores y educación recibida me marcaron, y actúo en
consecuencia a ello, ya sea por proximidad o lejanía. Luego de la
adolescencia, donde todo se mezcla y se expande por pura fuerza
centrífuga y centrípeta, surgió la necesidad de reubicarme. Es ahí
donde con mi obra empiezo un proceso de aceptación y cuestionamiento
de lo que me es dado. Asumí también que como parte de algo que
existió previo a mí, tengo responsabilidades determinadas".
1 comment:
¡¡¡ FELICITACIONES, FELICIDADES Y MUCHOS ÉXITOS MÁS !!!
Desde Treinta y Tres, Uruguay llegue nuestro cálido saludo.
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