el folk anda suelto


Los tiempos creativos de Gonzalo Deniz -después del excelente disco El podador primaveral- se enfocaron en el pop-rock de Mersey y en la banda sonora instrumental de la película Rincón de Darwin. Se tomó un tiempo para pensar y repensar un nuevo cancionero firmado por Franny Glass. Cuando decidió hacerlo, convocó a su amigo Guille Berta para la producción artística y apostó por un cambio en el formato sonoro: salir del despojamiento de cantautor para sumar otras capas, instrumentaciones, un sonido de banda.
Hay una canción, "El amor anda suelto", que oficia de posible centro gravitacional del nuevo disco Planes. Cuenta Deniz que es la que más tiempo le llevó componer en su vida. "Me obsesioné con la letra", dice. "No tenía que ser genial; quería lograr el color exacto que sonaba en mi cabeza. La podía tararear, pero no encontraba las palabras. Sabía que sería el corte de difusión, sabía cómo sería el video, pero no la podía terminar". El disco, incluso, se demoró un año porque el músico no terminaba esa canción. A principios de 2014 lanzó un adelanto, la canción "Planes", y sobre fin de año, finalmente se publica y lo presenta en Montevideo con un show en La Trastienda.

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¿Cómo viene siendo el camino de Franny Glass, desde aquellas primeras canciones absolutamente despojadas de Con la mente perdida en intereses secretos?
Ese primer disco fue un cambio en mi camino musical, totalmente diferente a lo que venía haciendo con Mersey. No había imaginado iniciar una carrera solista tan pronto. Fue volcar un montón de cosas que venía escuchando, viendo, leyendo y sintiendo en un disco. No hubo productor y todo salió así como quien va a cantar a un estudio cerquita del micrófono. Después vino Hay un cuerpo tirado en la calle, que fue la confirmación de ese primer impulso. Tengo una relación difícil con ese disco. Es el que menos toco en vivo y el que más gusta a una parte de la gente que escucha Franny Glass. Y luego, al disco El podador primaveral, lo considero un momento muy creativo, en el que las decisiones se tomaron muy rápido y todo salió de manera espontánea.
Todo lo contrario a Planes...
Es verdad. Planes es mi disco más cerebral. Lo tuve en mi cabeza mucho tiempo. Cada detalle está pensado y repensado. Creo que es mi mejor trabajo y estoy muy satisfecho con el resultado luego de tan arduo trabajo. Mi idea era que sonara a un disco hecho en el 2014, de música uruguaya, tocado por una banda. A partir de ahí, es todo responsabilidad de Guillermo Berta.
Como que venías en un camino más íntimo, más folk sensible y ahora probás con el sonido banda. ¿Cuál es la gran novedad de Planes?
De la misma manera que -como te contaba- mi segundo disco fue una continuación del primero, creo que Planes es una continuación de El podador primaveral. Esto es así en cuanto a la composición de las canciones. La gran novedad, el cambio, tiene que ver con el método de trabajo, que fue muy diferente y quise conseguir una sonoridad de mayor alcance y no tan íntima. También quise evitar ciertos vicios de mi manera de escribir y probar nuevas limitaciones para ver qué salía. Creo que el resultado es un disco más accesible que los anteriores, y era un poco la idea, a pesar de que su creación fue de gran complejidad.
¿Cuánto te pesan o no las lecturas de los otros, las interpretaciones?
Las diferentes lecturas o interpretaciones me hacen reflexionar. A veces me sorprenden, a veces me enojan, a veces me hacen reír. Lo normal. Se tiene una idea, por ejemplo, de que Franny Glass es medio paloma, y algo de eso hizo que me demorara tanto con la canción "El amor anda suelto". No me parecía muy afortunado que el primer corte de difusión se llamara así. Y eso tenía más que ver con el qué dirán que con algo que a mí me molestara en cuanto a mi obra. A mí me encantan las canciones de amor, me encanta escucharlas, me encanta hacerlas, y me gusta cantarlas.
¿Componés desde la guitarra?
Sí, siempre compongo desde la guitarra. Tengo mi vieja guitarra de cuerdas de nylon, con la que grabé mis primeros dos discos y con la que toco siempre en vivo, y ahora hace un año me compré una Baby Taylor, que es pequeña, tiene cuerdas de acero y es especial para viajar o para tener en la falda frente a la computadora.
¿Sentís que te has vuelto más cerebral, más perfeccionista?
Cada vez estoy más exigente con las canciones, hasta el punto de que me asusta cuánto me podría llevar hacer mi próximo disco. Sé que tres años es poco entre disco y disco -teniendo en cuenta que entre medio hice la banda sonora de Rincón de Darwin-, pero el proceso se me hizo muy difícil y extenso. No por un tema de inseguridad, sino por obsesionarme con buscar cierta perfección.
Imagino que la portada de Planes debe haber llevado su tiempo...
Es verdad. La tapa demoró en aparecer. Con Santiago Guidotti estuvimos trabajando mucho sobre la idea de los planes, de la proyección, del futuro, del trasladarse de un lugar a otro. A Santiago fue al quien se le ocurrió trabajar con sombras. Un día, hablando con mi amigo Alejandro Mazza, que es fotógrafo, le estaba contando la idea de las sombras, de que quería un contraste entre algo opaco y algo colorido, de que quería aparecer en la tapa, y él me mostró una foto que había sacado en un seminario sobre fotografía y color, en el que se proyectaban esas tres sombras de colores detrás de una persona. A partir de ahí estuvimos trabajando con Santiago y Alejandro hasta que llegamos a lo que fue la foto definitiva. Lo que se ve es real. Es decir, tiene el retoque que tiene cualquier fotografía, pero las sombras y los colores los logró Alejandro en el estudio. Me encanta la tapa. Es perfecta.
¿Qué pasa con los planes? ¿Hay que tener planes?
Los planes son diferentes a los compromisos. Hacer planes tiene que ver con sentir nostalgia por el futuro. Lo bueno de hacer planes es que uno enfoca esa energía en el futuro y no en el pasado. En lo que se puede hacer o modificar y no en lo que solamente se puede mirar en la mente o reflexionar sobre ello.
¿Qué sucesos importantes has vivido en los últimos años?
Así, pensando rápido, y en lo que refiere a mi carrera musical: haber hecho la música de una película, haber tocado solo con mi guitarra frente a siete mil personas en México, haber viajado a lugares que no conocía gracias a la música, y haber ganado una beca del MEC para poder vivir un poco mejor y dedicarle más tiempo a mi proyecto sin que eso signifique no llegar a fin de mes.

Escena montevideana
"Ahora hay menos lugares para tocar, pero hay más proyectos que se han adaptado a estas nuevas condiciones. La ciudad y sus bares han condicionado el tipo de música que se hace. Hablo de bares, y no de teatros, porque es en los bares donde empiezan las bandas. Otra cosa que he notado es que antes cualquier banda, sin tener toques y casi sin difusión, lograba tocar en un lugar más o menos decente. Ahora bandas que tienen cierta trayectoria, por más que no sean populares, la tienen difícil para tocar en condiciones mínimas, o que los bares les abran las puertas. No quiero imaginar lo que será para bandas que recién empiezan. Aunque esto seguramente se debe a que, como decía antes, hay menos lugares para tocar". (G.D.)

((artículo publicado originalmente en revista CarasyCaretas, 12/2014))

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