Claudio
Taddei vive desde hace algunos años en Caslano, un apacible pueblo a
orillas del lago Lugano, en la frontera entre Suiza y el norte
italiano. No muy lejos está Locarno, lugar donde se encuentra Il
Rivellino, histórico bastión militar con diseño atribuido a
Leonardo Da Vinci y en el que actualmente funciona una galería de
arte. En esa construcción de piedra, durante dos semanas, grabó
Intuitivo, con la
única asistencia de sonidista Mauro Fiero y el seguimiento del
cineasta Stefano Ferrari.
El
disco, con su complemento en dvd -incluye clips de cada una de las
canciones y un documental que registra el proceso de creación- es
una obra en la que se desarrolla y concreta quizás la principal
ambición artística de Taddei: integrar música y pintura en una
sola obra. Es una historia que el artista viene generando desde su
pasión compartida por los pinceles y la guitarra, por los colores
fuertes y la estridencia sonora del funk y todas las mezclas que se
le ocurran. Es una historia de años, pero que tuvo su primer click
una mañana que su compañera lo escuchó cantando en la ducha y le
sugirió hacer un disco él solo.
Para
Taddei, la idea de hacer un disco sin banda, suponía un desafío:
siempre había trabajado con otros músicos, desde los tiempos de
Camarón Bombai hasta sus tantas idas y vueltas de su carrera
solista. Ese planteo coincidió además con una serie de situaciones
que venía investigando en su taller en Caslano: "Un día, no me
acuerdo ni cómo, le pegué a la tela con un pincel y salió un
sonido buenísimo", recuerda el músico suizo-uruguayo. "Pero
claro, lo sentía solo yo, así que me planteé amplificar y todo
empezó a cobrar sentido. Intuitivo nació así, de esa idea
de integrar sonidos y pintura, de registrar y ampliar esa perfomance.
Y hacerlo todo solo".
Conversó
la idea con varios de sus amigos y decidió que una temporada en el
Rivellino de Locarno podía garantizar intimidad, un ambiente ideal
para la creación y para no perder la espontaneidad ni la sensación
de presente que buscaba. Inspirado por las rocas medievales de la
construcción de Leonardo, por el expresionismo de grandes pintores
como Pollock, empezó a sumar imágenes y sonidos, capas que
incluyeron sonidos de pinceladas, de grafismos, con las que armó las
percusiones de canciones que tenía prearmadas y terminó de
arreglar/diseñar mientras las grababa. Grabó violas y bajos, con su
voz y su cuerpo agregó otras capas sonoras, todo acompañando la voz
única y tan dúctil de Claudio, educada para jugar con la misma
potencia en la melancolía del folklore o en el poder rítmico del
funk. Y alternando con las grabaciones, pintaba, buscando nuevas
texturas sonoras que fueran la piel de las próximas canciones. Todo
registrado por el lente de Ferrari.
"Intuitivo
es presente", explica Taddei. "Estaba la música en
acción, la pintura, las canciones, pero también las escenografías,
el videoclip. Una cosa fue llevando a la otra y quedamos a merced del
arte, en todo sentido". En apenas doce días se mandaron todas
las canciones y sus respectivos clips. Dos versiones, de "Minimal"
y de "Voy a ser tu rey". El resto son canciones nuevas, que
fueron saliendo y tomando forma en esos días, como pasó en "Como
un río de contento", dedicada a su hija Dana. "Hubo un
momento que no sabía lo que estaba haciendo", confiesa el
artista. "Todo parecía derivar a una zona de incoherencia, pero
siempre tuve claro que el caos tiene un orden. Y ese orden es,
precisamente, el concepto central de Intuitivo.
El
disco se convirtió en una obra de culto, muy difícil de conseguir,
en Uruguay. Pero desde que mereció varias candidaturas a los premios
Graffiti y ganó el premio a Mejor Edición Especial, empezó a
circular con mayor fuerza. Los dos recientes shows, con entradas
agotadas en la Balzo, posibilitaron este regreso de Taddei, quien
volvió a tomar un avión a Montevideo para presentarse frente a un
público deseoso de ver en acción a uno de los grandes talentos
nacidos en esta tierra.
((artículo publicado originalmente en revista CarasyCaretas, 12/2014))
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