otro teatro


// Otro Teatro, en formato solo, es el último proyecto coreográfico de Luciana Achugar. El proceso de creación empezó en abril de 2013, en Montevideo, en el marco del FIDCU. Fue presentado por primera vez en el Walker Art Center y luego en el New York Live Arts en 2014. El trabajo de Achigar ha sido definido por la crítica como "una aniquilación total de la cuarta pared" (Caroline Palmer, Star Tribune, Minneapolis) y "apocalipsis hippie y punk vaginal" (Eva Yaa Asantewaa, InfiniteBody, Nueva York). //

La bailarina y coreógrafa Luciana Achugar tiene, desde varios hace años, su centro de operaciones en Nueva York. En 2004, estrenó A Super Natural Return to Love, trabajo coreográfico que le permitió hacerse un lugar en la Gran Manzana. El gran golpe lo dio en el 2010, con Puro deseo, espectáculo que presentó en la mítica sala The Kitchen. Suma otros tantos espectáculos y performances, todos con la seña de la experimentación y planteos estéticos provocativos.
A Super Natural y Puro deseo llegaron a verse en Montevideo, en el Solís. El primero con un elenco de bailarinas uruguayas; el segundo en su puesta original con Luciana y uno de sus más estrechos colaboradores: Michael Mahalchick. Las idas y vueltas entre Nueva York y Montevideo la llevan a replantearse no pocas circunstancias creativas y también personales. "Las experiencias anteriores fueron muy lindas", cuenta Achugar. "Primero que nada por el reencuentro con gente de la danza contemporánea con las que yo me había comenzado a formar y quienes me influyeron mucho en el principio de mi carrera. Pero también debo admitir que es difícil presentar algo que ya hice antes con gente de allá, y en parte frustra venir con poco tiempo y no poder hacer todo un proceso creativo desde el principio al fin". Esta situación la remeda, un poco, con Otro Teatro, espectáculo que estrenó este año en Nueva York pero que comenzó a pensar y desarrollar en Montevideo, a principios del año 2013. "Volver de a puchitos me hace querer volver de veras, pero no es tan fácil".

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¿Está en tus planes instalarte en Uruguay? ¿Cuánto te remueven estas idas y vueltas creativas?
Este ir y venir me remueve muchísimo, porque cada vez que vengo me acerco más a la gente de acá y me dan más ganas de estar más acá; y cada vez que vengo estoy muy ocupada y me dan más ganas de venir con más tiempo para poder tener un proceso más tranquilo y a tiempo real con gente de acá, o ganas de asistir a más espectáculos de otros artistas de acá y de formar parte del diálogo sin caer del vacío, mostrar algo e irme, lo cual se siente como algo artificial o al menos medio desconectado con el medio. Pero más que nada, lo que remueve tiene que ver con lo personal. Yo me fui con la idea de volver pero me fui quedando allá un poco más y haciéndome mi lugar allá, y ahora volver resulta muy complejo. No quiero ser demasiado dramática, pero la verdad es que me siento como que estoy atrapada entre dos mundos; cada vez quiero estar más acá y es difícil lograrlo económicamente. Y por cuestiones prácticas de familia, porque tengo un hijo con alguien de allá. Quizás esta situación que me creé yo a mi misma venga de ser hija del exilio; el fantasma de la dictadura todavía está muy presente en mi vida personal. Por suerte, con Otro Teatro, por primera vez logré recibir apoyo de fondos de allá para poder hacer algo acá; eso es muy importante porque siento que lo que he construído allá puede finalmente ayudarme a hacer cosas acá.
¿Cómo fue el proceso de creación de Otro Teatro?
Es una obra que está hecha entre los dos lugares, entre Montevideo y Nueva York, y con colaboradores de ambos lados. Es un solo pero a la vez no lo es. Sé que eso suena misterioso, pero no quiero explicar ni describir qué es lo que sucede en la obra exactamente, porque creo que es mucho más interesante para el público poder tener la experiencia de estar dentro de la obra sin saber demasiado qué va a ocurrir...
¿De qué manera este trabajo continúa y profundiza la búsqueda conceptual de romper la cuarta pared?
Lo más importante de Otro Teatro, para mí, no es la ruptura de la cuarta pared, aunque de cierto modo eso sucede, sino más bien el deseo de alejarme de un modo de producción de la danza que se asemeja al modo de producción de una fábrica, donde los trabajadores, en este caso los bailarines, son los fabricantes de un producto de consumo para el espectador. Parto en Otro Teatro del deseo de devolverle a la danza su potencial de ser algo más cercano a un rito, a una ocasión para la comunión de los cuerpos presentes todos, inclusive los cuerpos de los espectadores. Devolverle a la danza la capacidad de hacernos trascender lo mundano, de ser más una curación necesaria de nuestro vivir en sociedad que un entretenimiento o un producto más para el consumo del espectador.
¿Cuanta es la importancia en buscar y encontrar la intensidad del rito, de la comunión?
Es fundamental. No me interesa romper con convenciones escénicas por el hecho de romper con ellas, porque en realidad soy muy consciente de que ya se han roto todas las convenciones. Si hay convenciones a las que yo no me atengo es más bien porque no me identifico con esas convenciones, porque siento que son necesarias sólo si estás creando otro tipo de trabajo. La comunión y el rito son aspectos de mi trabajo que aparecen sin que yo los busque conscientemente, y luego cuando ya están allí me doy cuenta que aparecen porque de última mi interés por la danza tiene que ver con algo muy existencial, algo que va más allá de hacer coreografías en el mundo profesional de la danza contemporánea; tiene que ver con otras experiencias de vida y con una resistencia de un sistema de consumo implacable que arrasa con todo.
¿Qué cosas sentís que han variado, en la percepción del cuerpo, en la danza contemporánea?
No siento que pueda definir lo que es el cuerpo del bailarín contemporáneo, pero sí podría decir que he observado un pasaje desde un cuerpo más duro, rígido quizás, incluso menos complejo que el cuerpo de la danza moderna. Hoy en día hay un mayor interés por estar o ser un cuerpo conectado a nivel de órganos, fluidos, tejido conectivo o sistemas glandulares, y no sólo por el sistema óseo y muscular. Creo que el cuerpo del bailarín tiene una mayor diversidad. Hay quienes siguen muy interesados con el lenguaje del ballet, pero lo apropian desde la contemporaneidad, y lo mismo con otras técnicas o modos de estar en el cuerpo. Yo prefiero apostar a estar en mi cuerpo de forma activa, es decir que planteo que mi cuerpo es el proceso creativo mismo. El espacio para la creación, estar en el cuerpo de hoy, es la creación del cuerpo del futuro; y es por eso que prefiero o más bien elijo crear una utopía, intentar la posibilidad de otro cuerpo y otro teatro que aún no hemos sido capaces de percibir por la incapacidad de abrir nuestras mentes y cuerpos y dejar el miedo y la resistencia al cambio de la lado.
¿Qué significa para vos el acto de bailar?
Bailar es tantas cosas... Es tan amplio que es muy difícil poder definirlo. Pero para mí un aspecto fundamental del bailar es que es una celebración de la vida. Suena cursi y quizás esa ya sea una frase tan trillada que suena vacía, pero cuando una está bailando entiende, no de modo analítico ni intelectual, sino más bien de modo vivencial, que bailar es como rezar y adorar a todos los dioses y a su vez es un acto totalmente pagano, carnal y sensual. Bailar nos recuerda el placer del estar vivo en un cuerpo, de estar en comunidad, nos permite liberarnos de convenciones de uso de nuestro cuerpo y nos conecta con un aspecto de nosotros que no está necesariamente directamente relacionado a nuestra identidad social. Bailar nos acerca a la tierra, nos da raíces y a su vez nos acerca a dios. Nos permite transcender el cuerpo, pero sin escaparlo, sino más bien entregándose más profundamente a la experiencia de simple y llanamente cuerpo.



((artículo publicado originalmente en revista CarasyCaretas, 11/2014))


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