El
kafkarudo Alejandro Ferradás publica este invierno un disco que
destila la tradición de la canción urbana montevideana, ese linaje que se emparienta con las milongas de Dino y las dylanianas de Darnauchans.
Se llama Intemperie y asoma
como uno de los discos a tener en cuenta en este año 2014.
Se
lo han dicho varias veces en estos últimos días, así que Alejandro
Ferradás no se sorprende cuando le comento que Intemperie tiene
algo diferente, un toque especial que lo hace destacar entre todos
los discos que viene publicando desde hace tantos años. Es más
rock, más sucio en el sonido, y posiblemente la sensación tenga que
ver con el formato trío "sin maquillaje" y que las
canciones pegan directo y emergen nocturnas, dialogando con esa
familia tan montevideana y visceral en la que se cruzan los años
acompañando al Darno, formando parte de Kafkarudos y ahora tan
cercano a colegas como Garo, Ernesto Tabarez y otros de la vuelta.
***
¿Es
posible hablar de un linaje rockero-urbano, que pasa a través de
Dino y el Darno, entre otros, una herencia que recibe tu
generación?
Me
siento directamente ligado a ese tronco de canción uruguaya urbana,
históricamente cargada de dramatismo y oscura en el mejor de los
sentidos. Existe allí un claro tema generacional, a diferencia de
muchas propuestas surgidas en los últimos años... Darno cantaba un
texto de Milán que decía "soy de una generación hambrienta,
desprovista", y me reconozco heredero de esa generación.
¿Qué
momento sentís que ocupa Intemperie en tu camino como
cantautor?
Tengo
la novel sensación de estar transitando un momento de consolidación
en casi todos los aspectos de mi vida, incluyendo obviamente la
música. De poder cosechar de lo aprendido, aprehendido, vivido, e
incluso muerto, en miles de noches batalladas junto a mis colegas y
amigos referentes. Con ese espíritu nos metimos en el estudio de
grabación. El resultado es un disco orgánico y directo, como la
obra de Gustavo Fernández que ilustra la carátula.
Tu
voz aparece en las nuevas canciones más transparente que nunca, por
ejemplo, y se adivina un toque de guitarra mas rockero y sucio que el
habitual... ¿Lo sentís así?
La
forma de cantar ha ido evolucionando; el camino ha sido siempre
cantar menos y decir más. Nuevamente existe allí un tema vinculado
a los años de formación, y más allá de los diversos profesores
que he tenido para mejorar aspectos técnicos, uno quiere cantar como
el Pepe Guerra, Fernando Cabrera, Dino o Elvis Costello. En cuanto al
sonido de las guitarras y del disco en general, responde en parte al
trabajo de Daniel Báez y a que grabamos en vivo... Ariel Iglesias en
batería, Santiago Peralta en bajo y yo en guitarra acústica y voz.
Luego intercalamos guitarras eléctricas con Santiago, grabando
generalmente en toma uno. Él usando una Fender Strato, yo una
Epiphone Casino... un sonido clásico y una receta infalible.
¿Cuánto
se entromete o no en tus canciones el trabajo como productor de otros
colegas?
Mi
forma de vivir la música ha sido siempre muy variada, más allá de
mi carrera solista. He sido bajista de una banda de rock en los 80 y
guitarrista de otra banda de rock como La Tabaré. Formé parte de
proyectos grupales como Los Kafkarudos y acompañé a uno de mis
grandes referentes, como el Darno. La arista de productor es otra
manera de asomarme al trabajo musical, como tantas otras experiencias
de las que me nutro a diario. En aquella dualidad entre abarcar o
apretar, he decidido apretar poco, aprender mucho y tener la visión
más amplia que pueda obtener de aquello que elegí hacer y ser.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas))
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