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¿Qué respuesta viene teniendo el espectáculo, tanto en salas como en escuelas y espacios culturales de diferentes barrios de la ciudad?Hasta ahora nos han visto seis mil espectadores en los barrios de Montevideo: es de las experiencias más conmovedoras que he vivido. Y estos espectadores no mienten, así que viendo sus actitudes durante y después de la función, se puede advertir lo que les pasa. Hay mucha atención, identificación, risas, lágrimas. El día del estreno tenía mucho miedo de que esta propuesta, con sus peculiaridades y diferencias, fuera a resultar ajena, dura, demasiado intelectual. Pero no: es una alegría de las mejores ver con cuanta empatía reacciona el público. Los adolescentes parece que se sienten frente a un drama existencial: las incertidumbres, las cosas no dichas, el problema de “lo que hay que ser” y lo que uno querría, o no saber qué se quiere... Creo que se divierten, sí, pero que se emocionan en mayor grado.
¿Cómo
fuiste creando el personaje de Ana y aparecieron los temas "tabú"?
A
veces me parece que hay personajes que existen antes que la obra que
los va a contener. De algún modo, somos unos seres en proceso de
crecimiento, a medio madurar, tirados en medio de un mundo más bien
extraño, entre el asombro y la desilusión, tomando a veces
decisiones equivocadas. Ana, por ejemplo. No creé el personaje. Vino
y se puso allí, con su soledad y su espejo, con el que pudo hablar.
Por eso la obra se centra en algunos temas que tienen que ver con la
condición de niños, niñas y adolescentes en este momento del
mundo: los sueños, los deseos, las frustraciones, la soledad, las
relaciones interpersonales, la familia, el cuerpo, los modelos
estéticos impuestos por el mercado, los miedos, la extrema
sensibilidad que lleva a querer “no sentir”, las injusticias, el
trabajo infantil. Y también la alegría, la solidaridad, la
cooperación, la recuperación del diálogo entre las personas, la
elección de caminos y modos de vida. Los estudiosos hablan de los
temas “tabú” en el teatro infantil y juvenil: aquí hay algunos
de ellos. Comparto el pensamiento de Suzanne Lebeau, cuando expresa
que el mundo en que vivimos juntos niños y adultos es el mismo:
cruel, tierno y complejo, donde las cosas nunca son evidentes.
¿Qué te llevó a sumar al montaje al grupo de muñecos y objetos Aquinomás?
¿Qué te llevó a sumar al montaje al grupo de muñecos y objetos Aquinomás?
El
de los títeres es un otro mundo y no he hecho otra cosa que
aprender. La gente del grupo Aquinomás anima objetos, muñecos y
hasta la propia escenografía: le ponen “alma” y eso es algo muy
inquietante. Generan una materia estética que tienen sus propias
leyes algunas de las cuales he llegado a comprender. Hubo un momento
en que pensé que no iba a ser posible la convivencia de actores y
títeres, porque éstos parecía que iban a acaparar toda la
atención. Pero encontramos un lenguaje de ida y vuelta donde la
peripecia de la obra se desenvuelve con una naturalidad
conmovedora.
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