Uno de ellos, recién
recibido de abogado en Sydney y uno de los pocos del grupo que habla
español, me desarma con una sola pregunta: “Ese edificio tan raro,
¿cómo se llama?”. Estábamos en Plaza Independencia, a punto de
largar una nota apurada de televisión, referida al ir y volver, a
las marcas de los migrantes. El muchacho, con la camiseta número 10
de Uruguay, la de Forlán, seguía señalando, insistente, el Palacio
Salvo. Tuve ganas de regalarle, en ese momento, un libro con la
historia de ese edificio que está presente en la memoria de cada uno
de los habitantes de la ciudad. De los que están y de los que se
fueron. Y de los que vienen de visita, como él. Pero no tenía.
Finalmente, años después, se publica un libro que cuenta la
historia del Salvo. Está firmado por el licenciado en comunicación
Daniel Elissalde y la profesora de literatura Mariela
García.
Historias del Palacio Salvo cuenta la peripecia de la familia Salvo, desde que bajaron del barco hasta el enriquecimiento en la industria textil Campomar, de los proyectos de construcción de un gran hotel, de los aires de grandeza del arquitecto Palanti, del Uruguay de los años 20, de la grandeza y decadencia de un edificio que se ama o se odia, que se convirtió -en definitiva- en símbolo de la ciudad. Y sobre todo, el libro cuenta de sus habitantes, esos miles y miles que sus vidas han tenido o tienen como territorio entrañable ese edificio tan singular.
Historias del Palacio Salvo cuenta la peripecia de la familia Salvo, desde que bajaron del barco hasta el enriquecimiento en la industria textil Campomar, de los proyectos de construcción de un gran hotel, de los aires de grandeza del arquitecto Palanti, del Uruguay de los años 20, de la grandeza y decadencia de un edificio que se ama o se odia, que se convirtió -en definitiva- en símbolo de la ciudad. Y sobre todo, el libro cuenta de sus habitantes, esos miles y miles que sus vidas han tenido o tienen como territorio entrañable ese edificio tan singular.
Las historias que
recopilaron Elissalde y García, las que están en el libro, ya son
parte de la memoria viva de la ciudad. Pero hay una que no está
contada y es la que originó la existencia misma del libro. Es, de
algún modo, una historia de amor a la ciudad. No podía dejar de
serlo. Porque investigar en un edificio como el Salvo, implica
meterse en un territorio excéntrico pero altamente emocional. Es un
mundo diferente, donde se entrecruzan tiempos, ideologías, pero
sobre todo buena parte de las contradicciones de una sociedad -como
la montevideana- que vivió por los locos años veinte ciertos
arrebatos de gigantismo y de metrópolis moderna y avasallante.
“Nuestro metejón
con el Salvo empezó hace como quince años”, cuenta Elissalde. Él
y su esposa se habían mudado a un piso alto, por la calle Río
Negro. Un día, mirando la torre del Salvo, se les ocurrió la idea
del libro. “Allí estaba, esperando ser descubierto, escrutado”,
recuerda Elissalde. “Y nosotros con ganas de hacerlo, de convertir
esa fascinación en un proyecto”. Fueron juntos a buscar las
historias que se esconden en esa ciudad invisible llamada Palacio
Salvo. Hicieron un libro intensamente montevideano, ideal para
regalar a todo aquel que se sienta intrigado por esa “jirafa de
cemento armado”, como la definió el poeta Alfredo Mario Ferreiro.
No comments:
Post a Comment