El
año político uruguayo viene bastante revuelto y uno de los conceptos que
está rondando con inusitada vehemencia en los análisis de
politólogos y especialistas electorales es el de "renovación". Lo que
debiera ser un trámite más o menos natural, se ha vuelto un sordo
debate y se corre el peligro de perder de vista la necesidad de abrir
espacios para las nuevas generaciones.
Este dilema no es precisamente una excepción en la sociedad
uruguaya: la urgencia de renovar también se aplica a escenas -como
la musical- en la que sellos, productores y públicos suelen apostar
a lo seguro y los artistas nuevos ven limitada su capacidad de
acción. En el rock, sin ir más lejos, experiencias alternativas
como el colectivo Esquizodelia caminan más lento que lo deseable y
artistas como Lucas Meyer o Carmen Sandiego -dos ejemplos para nada
caprichosos, que llevan al menos un lustro trabajando y se mandaron
sendos discos que podrían estar entre los mejores del año si
pudieran mostrarse fuera del gueto- no obtienen la visibilidad que
merecen. Y se suman otras experiencias aún más jóvenes, como
Estampita o Vía Láctea, dos de los tantos sellos virtuales que se
mueven en las redes sociales y ofrecen discos nuevos en formato
descarga libre. Se cuentan por decenas los artistas nuevos. Solo hay
que buscarlos, escucharlos y llevarse más de una grata sorpresa.
El
formato cantautor parece ser el más movido y uno de los que pegó
fuerte este año fue el rochense Nicolás Molina, quien publicó
acompañado por Los Cósmicos un muy buen ep por el sello Perro
Andaluz. Mientras se viene el esperado debut de Florencia Núñez,
otros como Laura Chinelli y Diego Rebella mueven sus nuevos discos a
la intemperie de redes como Bandcamp, o producen en sistema de
crowfounding, como el próximo disco de Franny Glass.
Gularte, Severino y Cortizo: Renovación Ayuí
El
sello independiente Ayuí, mientras tanto, apuesta fuerte a tres
nombres: Damián Gularte, Lucía Severino y Fernando Cortizo. Los
tres pueden considerarse “artistas emergentes” y están buscando
identidades musicales. Si bien van por caminos estilísticos muy
diferentes, comparten generación y la herramienta de la canción
como formato.
Damián
Gularte viene de probarse con un primer disco, Individuo rodeado,
en plan pop. No logró mantener activa la banda con la que lo grabó
y se encontró pensando un segundo disco que pudiera aplicarse al
formato “guitarra y voz”, como suele presentarse en shows. Así
salió Manjar hembra,
el ecléctico cancionero que grabó para Ayuí, donde pasa de un
bolero a un tango rockeado o a inspirados rastros de música
medieval. “He puesto grandes esfuerzos en aprender a
transitar distintos climas, sentirme cómodo con mucha variedad de
ritmos”, cuenta Gularte. “A veces busco solamente el movimiento,
la energía del baile, y en otros momentos estoy más interesado en
generar climas introspectivos o canciones de amor”. El disco cuenta
con la producción compartida de Sebastián Jantos y Diego Janssen, y
entre los colegas que participaron en las grabaciones aparecen Pablo
Meneses, Luciana Mocchi, Santiago Beis y Emiliano Pereira. “Hay
muchas canciones de amor en el disco, pero no es sobre ese amor iluso
en el que la musa es de cristal, más bien todo lo contrario, es un
amor que tiene mucho de deseo, comestible y apasionado”, explica
Gularte cuando se le pregunta por el tono de sus canciones.
Lucía
Severino viene de un largo camino de investigación, a partir de los
textos que escribe. Probó primero el
formato banda, con Fernando Servián, Marcelo Zen, Alvaro Pacello y
Gastón Figueredo, en un proyecto llamado Tránsito. Todos ellos
participaron de la grabación del disco Los días, a quienes
se sumaron invitados muy especiales como Ruben Olivera y Andrés
Bedó. “Como en todo primer disco se aprende mucho”, dice
Severino. “Se cometen errores, pero creo que refleja un momento de
espontaneidad musical importante”. En cuanto a la estética
estrictamente musical, parece casi imposible hablar de un género o
un estilo determinado. Todo gira en torno a lo que se dice, al
servicio de los textos de la cantautora, lo que marca un disco muy
cuidado en su poética netamente introspectiva y urbana. “Lo que
manda son las letras y la unidad viene por ahí”, explica. “Primero
aparece la palabra cantada y hablada, por eso después aparece el
rock, el pop experimental, el folclore y la electrónica, todo
mezclado”.
Fernando
Cortizo, al igual que sus dos colegas, recibió el principal
espaldarazo para el disco cuando tuvo la aprobación del proyecto
que presentó a Fonam. Es tal vez el más clásico, de componer con
la guitarra y concentrarse en las historias y vivencias que remiten a
cada canción de las que integran el debut Fluye.
En una de ellas, titulada “Fue joven”, se inspiró en la figura
de su abuelo, pero también -asegura Cortizo: “corresponde al
reconocimiento de todas las personas que afrontan con heroísmo las
dificultades de la vejez”. En otra de sus canciones, titulada
“Villa Pancha”, homanajea a uno de los referentes de la canción
popular uruguaya, al maestro José Carbajal.
Dilemas
generacionales
Los
tres se sienten parte de una nueva generación que está buscando un
espacio propio en la escena musical uruguaya. Severino la define como
“ecléctica, diversa, abierta y arraigada”. Hay una preocupación
común, más allá de las diferencias estilísticas, por la raíz,
por esa razón que hace -según Cortizo- “que cualquiera que nos
escuche reconozca que son canciones en las que se reflejan la cultura
uruguaya”. Esto se explica -para Severino- porque “hay un fuerte
vínculo con nuestra música de raíz más popular y una libertad de
apropiarnos y proponer formas nuevas”.
Es
Gularte quien ensaya una respuesta acaso más polémica, que
interpela a su propia generación: “Creo que ahora los músicos son
mejores que nunca. Todos tocan muy bien, suenan increíble, estudian
mucho. Quizás a mi generación le falta entender que los artistas
que marcaron, son gente con gran locura y rebeldía, imprevisibles y
sin miedo a equivocarse. Nuestra generación es la más profesional,
académica y competitiva, pero está lejos de ser la más creativa y
arriesgada... ser diferente ya no es algo que esté bien visto”.
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